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Maite Pagazaurtundúa, Santiago González y Fernando Aramburu
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Maite Pagazaurtundúa, Santiago González y Fernando Aramburu (Foto: Alfredo Crespo)

Mucho más que un homenaje a las víctimas de Eta

En la presentación de "Lluvia de fango. Un diario personal 2003-2016" de Maite Pagazaurtundúa

Por Alfredo Crespo Alcázar
domingo 22 de mayo de 2016, 13:48h

Durante las últimas semanas, de manera intensiva, estamos asistiendo a un proceso de blanqueamiento de Eta y de su entramado político. Uno de los ejemplos, aunque no el único, de esta afirmación, tiene que ver con “la promoción” de la figura de Arnaldo Otegui, a quien se le califica sin rubor como “el Mandela vasco” o se le tilda de “preso político”.


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Maite Pagazaurtundúa
Maite Pagazaurtundúa (Foto: Alfredo Crespo)

Su presencia en instituciones como el Parlamento Europeo o el Parlamento de Cataluña corrobora que en la construcción del relato de la derrota de Eta, las víctimas están siendo las grandes olvidadas/ninguneadas. Un escenario que exige cambiarse completamente por razones éticas y morales.

A tal efecto, la obra de Maite Pagazaurtundúa (“Pagaza”) presentada el pasado jueves en Madrid en la librería Los Editores, supone una bocanada de aire fresco y un recordatorio obligatorio, como enfatizó Fabián Rodríguez, de lo que realmente supuso el nacionalismo radical vasco, cuyas amenazas y envilecimiento se busca silenciar en la actualidad.

En efecto, Lluvia de fango. Un diario personal 2003-2016, está escrito sin destilar ni odio ni resquemor, como reflejaron el resto de participantes en su presentación (Santiago González y Fernando Aramburu). Maite Pagaza también hizo referencia a este hecho cuando explicó el conjunto de motivaciones que le llevaron a editar la obra. La autora quiso dejar constancia del rol fundamental que los intelectuales y las fuerzas de seguridad desempeñaron en la derrota de Eta, deslegitimando su discurso liberticida y deteniendo a los terroristas.

Santiago González, durante su alocución, partió del asesinato en febrero de 2003 de Joseba Pagaza, hermano de la autora, quien previamente y de manera insistente, había denunciado el acoso al que la banda terrorista le sometía. Sin embargo, encontró el vacío como respuesta por parte del gobierno vasco del PNV.

Así, la exposición de Santiago González sirvió para que los asistentes comprendiéramos la equidistancia con la que los gobiernos del Lehendakari Juan José Ibarretxe se enfrentaron al terrorismo de Eta. El periodista de El Mundo también añadió la negativa influencia generada por un sector del socialismo vasco, el liderado por Jesús Eguiguren, y su empeño en negociar con Eta cuando ésta se hallaba derrotada por la actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

Al respecto, puede afirmarse que ese proceso de negociación en ningún caso resultó decisivo para la derrota de Eta sino que más bien ha servido como precedente para hacer tabula rasa de su historia liberticida. Esta afirmación se aprecia en expresiones tan deliberadamente ambiguas como peligrosas y adulteradoras de la realidad como “final sin vencedores ni vencidos”. En este sentido, Santiago González recordó la acertada explicación del “disidente” del PNV Joseba Arregi: “los nacionalistas no es que quieran gobernar como si Eta no existiera sino que quieren hacerlo como si nunca hubiera existido”.

El escritor Fernando Aramburu hizo referencia a la perversión del lenguaje, en función de la cual, en el País Vasco a quien defiende la Constitución y el Estado de Derecho, se le considera un “facha”. Subrayó que el hecho de que no haya atentados no implica un escenario de paz verdadera.

Finalmente, la autora recordó los nombres de quienes apoyaron a su familia cuando su hermano fue asesinado y definió como “gran esperpento” las intervenciones de Otegui en los diferentes parlamentos. Mientras tanto, a las víctimas y a quienes se enfrentaron a la dictadura del terror etarra se las silencia o, lo que es peor, se las considera molestas en la elaboración de un relato que emplea el vocablo paz de manera excesivamente gratuita y con elevadas dosis de euforia.

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