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Patxi Irurzun
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Patxi Irurzun

Entrevista a Patxi Irurzun, autor de “Los dueños del viento”

“La persecución de Zugarramurdi fue una manera de hacerles pagar ese terrible pecado que es la libertad”

Por Javier Velasco Oliaga
sábado 21 de enero de 2017, 08:32h

Con Patxi Irurzun vuelve el gusto por las novelas de aventuras clásicas. ¿Quién dijo que los piratas han pasado de moda? Y más cuando el Océano Índico sigue estando lleno de ellos y continúan realizando diferentes tropelías. El escritor navarro, autor de “Los dueños del viento”, comienza su novela con los sucesos de Zugarramurdi, con aquellas brujas que no fueron tal, pero que vivían en libertad para cambiar de registro e imbuirse en la trama de los corsarios.

Los dueños del viento
Los dueños del viento

El narrador de la historia y protagonista del libro Joanes de Sagarmin decide huir de aquel ambiente opresivo y buscar fortuna en la otra parte del mundo. Comenzará un periplo donde nos irá enseñando la forma de vivir de los piratas, sus lugares de refugio, etc. Patxi Irurzun con pluma ágil nos va desvelando esa vida aventurera y muchas cosas más, tanto en la novela como en la entrevista que pudimos hacerle. La aventura continúa.

La novela comienza en Zugarramurdi, población donde nació el narrador de la novela, Joanes de Sagarmin. ¿Por qué una novela de piratas comienza en el pueblo famoso por sus brujas y cueva?
Mi idea inicial fue escribir una novela de piratas, pero en cuanto empecé a indagar un poco en ese mundo me di cuenta de que la visión idealizada que tenemos de los piratas, forjada por novelas como La isla del tesoro o las películas de Errol Flynn o Burt Lancaster en las que abordaban barcos sin despeinarse un pelo, no tenía mucho que ver con la realidad, ya que los verdaderos piratas eran crueles, despiadados, y lo eran casi por obligación, se veían abocados al saqueo y la violencia porque era la única salida y forma de sobrevivir que tenían. Sus tripulaciones las componían los desheredados, los perseguidos, los miserables, herejes, esclavos, desertores, a quienes en tierra el único destino que les quedaba era la horca. Y entre todos esos desheredados y puesto que a mí me interesaba particularmente hablar de los piratas vascos, me di cuenta de que tenía perfectamente cabida el hijo de una bruja de Zugarramurdi procesada por la inquisición, como es Joanes, es decir otro maldito. Cuadraban las fechas del auto de fe de Logroño contra esas brujas y los inicios del filibusterismo y las circunstancias y esos dos mundos se cruzaron providencialmente –bueno, no sé si en este caso es la palabra más adecuada— en mi novela.

¿Se ha exagerado la historia de aquellos acontecimientos?
En lo que se refiere a las brujas de Zugarramurdi más bien diría que lo que nos ha llegado es la parte de la leyenda, el akelarre, los vuelos nocturnos, el diablo convertido en macho cabrío… Es decir, lo que en realidad no sucedió. Pero la parte real creo que es imposible exagerarla, superar la brutalidad, la indefensión que se ejerció contra las brujas y brujos, las delirantes acusaciones que se les imputaron… No hay más que leer la Relación del auto de fe que hizo Juan de Mongastón solo dos meses después del proceso.

¿Cuánto hay de leyenda y de realidad?
Yo quise buscar explicaciones lógicas a lo que sucedió, por eso el libro comienza narrando la vida cotidiana en Zugarramurdi, o se describe lo que podían ser los supuestos akelarres. Y lo que sucedió tiene bastante que ver con el lado oscuro del ser humano, con denuncias entre vecinos para ajustar cuentas, litigios domésticos; o con el papel de la iglesia y el control social que ejercía sobre la población. De hecho, los habitantes de Zugarramurdi eran libres, al contrario que los de otros pueblos cercanos, que era siervos de la gleba de la abadía de Urdax, y la persecución fue una manera de hacerles pagar ese terrible pecado que es la libertad. Una conclusión muy elocuente la hace uno de los tres inquisidores que llevaron el caso, Alonso de Salazar, que dice que en Zugarramurdi nunca había existido ni conocido la brujería hasta que los inquisidores comenzaron a hablar de ella. De hecho, la inquisición acabó retractándose de sus acusaciones, tarde, claro, cuando ya muchos vecinos habían muerto en las cárceles o en la hoguera. Y a los que sobrevivieron les exigieron desdecirse con la misma saña que antes les obligaron a acusarse. Una locura.

Los navarros tienen espíritu viajero y aventurero. ¿Por eso escogió a un protagonista navarro o porqué es usted de allí?
Bueno, hay navarros de todo tipo, también hay algunos que no han salido nunca de su pueblo ni se han desenroscado la txapela de la cabeza, como en todos los lados, por otra parte. Pero sí tenía interés en que el protagonista fuera alguien que me resultara próximo, con el que compartiera cierta geografía, cultura…

Introduce en la novela muchas costumbres de su tierra, ¿ha sido por un afán pedagógico o antropológico?
Yo solo quería contar una historia, no soy historiador, ni antropólogo, pero puestos a hacerlo quería hacerlo bien, con todo el rigor histórico que me permitiera una historia de ficción, una obra literaria. Si eso sirve para despertar la curiosidad de alguien, bienvenido sea, pero en ese caso la novela solo sería una pasarela hasta los libros de historia o antropología, que es donde hay que hurgar de un modo más científico.

¿Dónde se le ocurrió escribir “Los dueños del viento
Fue en una biblioteca, que para mí han sido siempre como mis islas del tesoro. En ella descubrí una guía de piratería, con recomendaciones de libros, de novelas y de música, que fue lo que más me interesó en realidad, la música que teóricamente escuchaban los piratas. Comencé a oír discos, música cajún, y unos discos me llevaron a otros, hasta que di con uno de Suburbano titulado Los delirios del pirata, que era un disco conceptual, protagonizado por un pirata que pertenecía a una cofradía de piratas, los Hermanos de la costa, y eso fue lo que encendió definitivamente la chispa, me interesaron mucho los intentos de estos piratas por instaurar pequeñas sociedades o repúblicas libertarias en el Caribe, y cómo esa gente que era los más oprimidos de la sociedad, o precisamente por ello, intentaron gobernarse de un modo igualitario, asambleario, tremendamente democrático y adelantado para aquella época (y en realidad para esta también).

¿Sus lecturas infantiles y juveniles favoritas eran las de piratas?
Yo me hice lector leyendo libros de aventuras, no solo de piratas, también otros como los de Mark Twain, Jack London, Julio Verne, Salgari…

¿Qué escritores leía en aquella época?
A estos, y también Mortadelo y Filemón, Rompetechos, aunque yo creo que los que más me marcaron fueron otros que no tienen mucho que ver, me refiero a los de El pequeño Nicolás, de Sempé y Gosciny, que me encantaban… Luego ya pronto llegaron otros, Baroja, Bukowski, Mendoza…

¿Se ha fijado en alguno de ellos especialmente para escribir “Los dueños del viento”?
No sé, supongo que detrás está de manera inconsciente todo ese batiburrillo de lecturas y las que llegaron después. Aunque en realidad yo no soy aficionado a la novela histórica, y escribí esta de un modo intuitivo. Lo que sí hay en la novela es unos cuantos pequeños guiños u homenajes literarios, a la picaresca, la Celestina, a Baudelaire, al Buscón de Quevedo, al propio Baroja, incluso a Reinaldo Arenas, que quienes los hayan leído descubrirán…

¿Tiene alguna película favorita de piratas para recomendarnos?
Tal vez, y a pesar de lo que he dicho antes, El temible burlón, que protagonizaba Burt Lancaster. Las que no me gustan nada son las de piratas del Caribe, o solo me gustan hasta que empiezan a salir zombis y calamares gigantes…

El lenguaje de su novela es muy visual, ¿es influencia del cine?
Yo no creo que sea muy visual, cuando se dice eso de un libro no me parece una virtud, al contrario, los libros son para leerlos, no para ver en ellos una película. Creo más bien que la historia en sí de Los dueños del viento puede ser muy cinematográfica, pero no el modo en que la cuento, yo he intentado hacer literatura, y literatura y cine son dos cosas diferentes. Pero, bueno, no voy a insistir mucho en esto porque me encantaría que alguien hiciera una película. Y ya puestos salir en ella haciendo un cameo, convertido en pirata…

Está escrita en primera persona por el narrador, ¿por qué ha adoptado esta fórmula?
No sé, la historia funcionaba así, me lo pedía. Son cosas que uno ve cuando se pone a escribir. Aunque es cierto que yo tengo cierta propensión a usar la primera persona, me resulta más cómodo, y en general me divierte más, no sé, igual prefiero ser un pirata, o un músico, que un diosecillo omnisciente y un poco déspota. Pero además en este caso, el protagonista, Joanes de Sagarmin es quizás un narrador-espectador, y además alguien que permanece puro, inocente, dentro de ese mundo cruel y violento, era algo que me interesaba, mantener cierta esperanza, sensibilidad o valores como la piedad, la bondad, en mitad de toda esa turbulencia y esas tormentas de sangre…

¿Cuáles son las claves centrales de la obra?
Creo que el tema principal es la búsqueda de la libertad, a la que se aferran una serie de personajes a los que han arrebatado todo, su tierra, su familia, su lengua, y que sin embargo luchan por ser dueños de su destino.

¿Por qué hace viajar tanto al protagonista?
Bueno, en parte esta es una novela de aventuras. Y hay algunos escenarios que he conocido o me son próximos, como Zugarramurdi, Pamplona, Logroño, Laburdi, o La Habana, pero también me ha permitido viajar, en el espacio y en el tiempo a otros que me gustaría haber conocido, como Isla Tortuga.

Hemos encontrado muchos guiños a personajes contemporáneos, ¿por qué lo ha hecho?
El protagonista, Joanes de Sagarmin, es músico en una tripulación pirata. La música siempre ha estado muy presente en mis libros, quizás porque yo soy un rockero frustrado. Y en el caso de los piratas los músicos eran muy importantes en las tripulaciones, casi tanto como el capitán o el cirujano (que a menudo era también el carpintero, por eso de que se le daba bien cortar, daba igual si eran piernas o tablones). Los músicos se encargaban de mantener la moral alta. Y se me ocurrió que podía poner en boca de Joanes letras y poemas de algunos conocidos y amigos poetas y músicos, como El Drogas o Kutxi Romero, Kirmen Uribe, David González, Eva Vaz… Y luego me hacía gracia que algunos personajes secundarios se inspiraran físicamente en rockeros como Lemmy, de Motorhead, o Mick Jager. Son pequeños juegos.

"Los piratas nunca se pasan de moda"

¿Cree que todavía las novelas de piratas pueden ser populares?
Los piratas nunca pasan de moda, forman parte de un imaginario colectivo y despiertan algunos sentimientos o aspiraciones muy nobles, como el ansia de libertad, el rechazo a la autoridad… Todos hemos jugado de niños a piratas, todos llevamos dentro uno, por todo eso les auguro larga vida.

En la novela ha incluido a algún personaje histórico, ¿teme que le circunscriban al género de novela histórica?
Yo no pretendía hacer una novela de género, solo contar una historia, que, bueno, sucede en otra época histórica, como he dicho no soy lector de novela histórica, ni me interesa de un modo general. Pero no me da miedo que me incluyan dentro del género, detrás están todos mis demás libros, los cuentos, las novelas, los libros de viajes, los diarios, el humor, la crítica social… Lo que sí me sorprendió fueron algunos comentarios que escuché cuando la novela se publicó, como decir —y como algo positivo— que esta que una novela histórica ¡literaria! No sé, novela literaria debería de ser algo redundante ¿no? Por lo demás, sí aparecen algunos personajes reales, el escritor vasco Axular, el inquisidor Pierre de Lancre… Y uno de los personajes principales está basado en uno real, la joven vidente Morguy, que se decía que era capaz de ver las marcas del diablo en los detenidos, pero la documentación que existe no pasa de un párrafo, así que lo que en realidad he hecho con ella es literatura, contra una historia e intentar hacerlo bien, y esa era, en definitiva, también la pretensión con esta novela, proporcionar al lector algo más que un puro entretenimiento, emocionarlo, compratir sentimientos con los personajes, reconocerse en ellos…


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