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Ángela Vallvey
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Ángela Vallvey (Foto: Érika Perales)

Entrevista a Ángela Vallvey, autora de “Tarta de almendras con amor”

“Al lector hay que acercarse hablando su lenguaje, a través de personajes con los que pueda empatizar y simpatizar”

Por Javier Velasco Oliaga
lunes 20 de febrero de 2017, 21:20h

Tarta de almendras con amor” es el sugerente y dulce título de la nueva novela de la escritora Ángela Vallvey. Con esta obra regresa a la novela después de publicar un par de interesantes ensayos. Y regresa con una historia actual en la cual la protagonista es una joven que está saliendo de la adolescencia y enfrentándose a diversos problemas que aquejan a los jóvenes hoy en día.


  • Ángela Vallvey (Foto: Érika Perales)

Ángela Vallvey
Ángela Vallvey (Foto: Érika Perales)

El cambio de editorial le ha sentado realmente bien a la escritora, además de nuevos aires editoriales. Su nueva editorial Suma de Letras la propone como una de sus grandes apuestas para este año. La novela tiene muchos ingredientes que la hacen muy interesante. Divertida, tierna, sabia y amorosa es, ante todo, una novela dulce. Ángela Vallvey con su amabilidad característica nos desvela las motivaciones y secretos de su novela en esta entrevista.

Después de publicar dos ensayos vuelve a la novela. ¿Qué le ha motivado el regreso a la narrativa?
En efecto, “hacía” al menos un par de libros que no publicaba novela. Me apetecía mucho reencontrarme con una historia larga, de esas que le cortan a una el aliento cuando está componiéndola. La novela es un género que siempre llama a mi puerta. Hay que oír la llamada.

Parecen tiempos de cambios. También ha cambiado de sello editorial. ¿Qué le ha inducido a esta mudanza?
Como bien dice usted, son tiempos de mudanza. El panorama editorial ya no es lo que fue hace un tiempo. Tenemos que acostumbrarnos a que las cosas serán muy diferentes en adelante. Antaño, la fidelidad a un sello editorial estaba basada en compromisos, intereses mutuos y contratos, como el matrimonio. Pero esas épocas ya no volverán. Los escritores nos estamos convirtiendo en unos vagabundos. Aunque todo tiene también sus ventajas.

¿Cómo definiría “Tarta de almendras con amor”?
Una historia de iniciación y aprendizaje donde la comida y la enfermedad conforman un paisaje, no de fondo, sino “sin fondo”. Una historia compuesta con los mismos elementos con que se guisa una buena comida: alimentos de verdad, sanos y sabrosos, compasión, humor y… el amor como principal ingrediente.

En su nueva novela trata temas muy actuales, sobre todo, para los jóvenes. ¿Qué opinión le merece la lacra del bullying?
El acoso tiene todo mi repudio. Creo que debemos establecer un consenso de rechazo y desprestigio, sin fisuras, a la práctica de la violencia escolar. En la escuela, en la familia y en la sociedad entera. Deberíamos hacer un pacto integral que fomente la desaprobación generalizada de un fenómeno como éste, que solo aporta brutalidad y miedo a las vidas de los jóvenes que, más tarde, acarrean su carga de crueldad con ellos hasta la edad adulta, ya hayan sido víctimas o culpables del hostigamiento… Esta novela es mi manera de contribuir a ese necesario proceso de depuración colectiva.

Parece que el acoso escolar está más extendido que hace unos años. ¿Se ponen los suficientes medios para erradicarlo?
Yo creo que no. Ni de manera individual, ni en general, ponemos lo bastante. Y no lo haremos mientras la violencia continúe siendo un espectáculo que atraiga a mucha gente. Los actos virulentos tienen su público, expectante. Las peleas escolares se retransmiten por WhatsApp como si fueran gracias… Es sencillamente repugnante.

Otro tema que trata es el del sobrepeso. ¿Afecta este problema a muchos jóvenes? ¿Se come cada vez peor?
Sí, afecta cada vez a más jóvenes, y también a los adultos. Aunque los jóvenes adoptan las costumbres más insanas en una edad en la que condicionan su futuro. Y la razón por la que actuamos así es sencilla: nos hemos alejado de la cocina, recurrimos cada día a los alimentos procesados, rebozados hasta la demencia, tratados con tanta química que nadie sabe qué cosa son en realidad. Nos estamos convirtiendo en víctimas de una cadena alimenticia industrial, desquiciada y envenenada. En vez de ser la cumbre de la cadena trófica empezamos a arrastrarnos por un fango precocinado. Como sigamos así, pronto comeremos plástico. Ya corren por ahí incluso leyendas urbanas sobre alimentos que se dicen hechos de plástico, como ciertos arroces.

¿Qué soluciones aportaría para erradicar este moderno mal?
Volver a cocinar alimentos de verdad con nuestras propias manos. Aprender a guisar aunque se trate únicamente de platos sencillos. No hace falta ser un chef con estrellas Michelín para eso. Hay que encender los fogones. Alrededor del fuego los seres humanos empezaron a construir sus hogares hace miles de años y a averiguar quiénes eran. Ahora, el fuego del hogar empieza a apagarse… sustituido por cosas saladas e indefinibles, retractiladas y empaquetadas en colores chillones.

También nos encontramos con problemas más universales como la soledad. ¿Nos estamos convirtiendo en una sociedad cada vez más solitaria?
Es una contradicción, pero en este mundo “hiperinterconectado”, muchas personas se sienten muy solas. El ruido es ensordecedor, y parece que todos seamos amigos dándole a la casilla del “me gusta”, pero ocurre justo lo contrario. La soledad es atronadora.

¿Las redes sociales están colaborando a ello?
Sí. La tiranía de la interconexión social puede ser brutal. Genera mucha ansiedad y aislamiento, por no decir que multiplica el daño: acoso, insultos, desprecios… Todo es amplificado por las redes sociales. El perjuicio de la soledad, y el abandono, también.

¿Ha escrito el libro pensando en un público juvenil o es una lectura para todos los públicos?
Creo que el libro lo puede leer cualquiera, habla de asuntos que quizás interesen, independientemente de la edad del lector.

En la novela incluye numerosas etiquetas o hashtags, ¿qué le ha inducido a hacerlo?
Me gusta el juego poético que favorecen los hashtags. Creo que se le puede sacar mucho provecho. Es algo que está entre el verso y la greguería, y que con un toque de modernidad traviesa puede resultar iluminador, incluso.

Su protagonista, Fiona, es una joven al final de la adolescencia. ¿Por qué ha escogido un personaje cómo ella?
Porque encarna bien la idea que tengo de la impotencia, la vulnerabilidad y el desconcierto que sufren muchas personas en nuestra época.

¿Es difícil meterse en la piel de alguien tan joven?
No creo que sea algo difícil para quien recuerde cómo era su vida a esa edad, o para quien hable aún, de tú a tú, con el adolescente que fue. Ése que se siente expectante, o ilusionado, también decepcionado, por el adulto en que se ha convertido…

¿Una escritora si no tiene la facultad de adoptar distintos roles de los protagonistas, no es una verdadera escritora?
Se trata de una cuestión de empatía. Un escritor debe hacer el esfuerzo de habitar otras pieles, no solo la propia. De ponerse en el lugar del “otro”, por mucho que ese otro se encuentre a años luz de sí mismo. Escribir es un trabajo de extrañamiento. Y de extrañeza.

¿Es la falta de autoestima uno de los males modernos más extendidos? ¿Tiene la culpa de esto, el sistema de educación actual?
La falta de autoestima es una lacra solo comparable con el exceso de autoestima, o el narcisismo patológico. Encontrar el equilibrio entre uno y otro extremo es una tarea difícil y delicada que tiene un nombre: educación. El sistema actual es imperfecto, pero no solo por eso, sino porque sus resultados así lo indican.

La novela está escrita en primera persona y numerosos pasajes a modo de dietario. ¿Cree que hacerlo así favorece la cercanía con el lector?
Eso espero. Al lector hay que acercarse hablando su lenguaje, a través de personajes con los que pueda empatizar y simpatizar, que le murmuren casi al oído. Como lo harían sus amigos.

También nos encontramos con un juego metaliterario en la misma. ¿Por qué ha realizado ese juego en el que usted misma se cita como autora?
Eso es una pequeña broma para consumo personal, que puse en la primera versión del manuscrito. Pensé en borrarla, pero luego, después de darle mil vueltas al original, ahí seguía y ahí decidí dejarla siguiendo un impulso que no soy capaz de explicar, y que tampoco tiene importancia.

¿Se ha encontrado cómoda escribiendo este tipo de novela? ¿Va a seguir por este camino o va a volver al ensayo?
La experiencia de escribir esta novela ha sido muy grata. Pero estos días, precisamente, estoy acabando otro ensayo. Le he cogido el gusto a la no-ficción. Aunque la novela me espera con la puerta abierta… Me temo que no podré resistir la tentación.

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