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Jorge Luis Borges
Jorge Luis Borges

Borges el dogmático

Por Eduardo Zeind Palafox
martes 28 de marzo de 2017, 12:54h

Hay, dice Kant, tres tipos de objeciones que todo buscador de verdades conocerá en su andar por el necio mundo, a saber: las dogmáticas, las escépticas y las críticas.

Expliquemos, ayudándonos con unas palabras de Borges, cada una de ellas. Borges, ya ciego, dice a un empírico que no es menester la tristura condolente, pues sólo ha perdido la "vana superficie de las cosas". Su refutante ha dicho, según nuestras inferencias, que la superficie de las cosas es lo que importa de las cosas, y no su esencia, quid, estructura, etc.

La objeción del superfluo puede ser dogmática, encaminada a refutar una demostración ("lo superficial vale más que lo otro"). También puede ser escéptica, enderezada a refutar tesis y antítesis ("es posible que ni superficie ni esencia sean importantes"). Y finalmente puede ser crítica, dubitativa ante la carencia de fundamentos de lo dicho ("¿cómo se sabe que la proposición "todo objeto ostenta una superficie" es verdadera?").

Tres respuestas podría dispensar Borges: o necea afirmando que según su magín lo superficial es vano o argumenta históricamente afirmando que según la filosofía occidental todo objeto padece accidentes, que acaecen en lo superficial, o dialoga afirmando que él lleva en la memoria otra superficie, no la vana, sino la esencial, y que la tal no es subjetiva, acorde a lo sensorial, sino objetiva, acorde a lo lógico.

Todo dogmático o escéptico, enseña Kant, cree conocer absolutamente el objeto que está enjuiciando. El crítico, en cambio, acepta que sólo pregunta por el fundamento de lo dicho.

Borges ha dicho "cosas", es decir, admite que existen, y haciéndolo es dogmático. Borges ha dicho "vana", es decir, acepta que hay algo esencial y algo existencial, y haciéndolo es escéptico. Borges ha dicho "superficie", es decir, busca lo fundamental detrás de cada superficie, cara, faceta. El sujeto de la frase "la vana superficie de las cosas" es "cosas", luego, Borges es dogmático.

El dogmático, sostiene Kant, cree comprobar sus asertos rastreando "influencias físicas", "armonías" y "fuerzas sobrenaturales". El escéptico, en cambio, piensa que todo es simple "forma". El crítico, distinto, siempre pregunta si lo pensado se originó afuera, en el mundo exterior, o adentro, en el mundo interior.

¿Pueden las cosas ser influenciadas careciendo de superficie? ¿Podemos pensar sin formas? ¿Cómo sabe Borges que lo que quedó en su magín, eso sin superficie vana, es lo que cree que es?

Borges, véase, no duda de la línea que separa el mundo exterior del interior, esto es, no es crítico, y además desdeña las formas, lo que lo hace no escéptico. Borges, de acuerdo con este análisis pluralista de sus palabras, es dogmático y por eso posee el encanto bíblico.

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