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Imma Turbau
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Imma Turbau (Foto: Javier Oliaga)

Entrevista a Imma Turbau, autora de “El rostro del tiempo”

“El tiempo se mide por experiencias”

Por Javier Velasco Oliaga
jueves 04 de mayo de 2017, 08:28h

El rostro del tiempo” es la segunda novela que publica la escritora catalana Imma Turbau. Su primera novela “El juego del ahorcado” salió a la venta en 2005 y cuatro años después el director cinematográfico Manuel Gómez Pereira la llevó a la gran pantalla. Pese a ese éxito, la escritora ha tardado más de once años en dar a la imprenta una nueva obra suya. Y les puedo garantizar que en este tiempo sin publicar, han sido varias las novelas que ha escrito.

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Imma Turbau (Foto: Javier Oliaga)

En "El rostro del tiempo", juega la autora con diferentes tiempos, tanto cronológicos como sentimentales. Para ella, existe un tiempo para el enamoramiento, un tiempo de la ficción, etc. La novela tiene siete estadios, cada uno de los días de la semana en la que transcurre su novela. Por tanto, “el tiempo se mide por experiencias”, nos dice la autora en la sala de reuniones de su despacho profesional.

La novela que acaba de publicar la editorial Navona se la ocurrió a la autora hace algo más de veinte años. Fue, por tanto, la primera novela que escribió, pero que ha seguido reescribiendo numerosas veces hasta su versión final. “Durante muchos años la he estado dando vueltas. Lo último que escribí fue la ubicación”, reconoce Imma Turbau. Como en su anterior novela publicada, la cuarta de su producción, estaba ubicada en la Costa Brava, decidió situar “El rostro del tiempo” en Tossa de Mar, un lugar idílico para vivir y sobre el que narrar.

La autora cree en escribir mucho y leer mucho. “Yo no tengo la necesidad de sacar libros de ahí que tarde tanto en publicar. Lo que me interesa de la literatura son las historias, no los libros. Y que las historias provoquen al lector”, nos dice durante nuestra charla. Por eso, cree que sus historias tienen que aguantar el paso del tiempo. “Con la literatura pasa lo mismo que con el vino, o aguanta bien o se pica”, afirma.

Cuando escribe ficción lo hace a mano. “Creo que si lo haces a ordenador, se descompone porque se va más rápido y se suelen utilizar muchas muletillas. Para el trabajo, sí utilizo el ordenador”, señala y añade “me gusta mucho la ficción, pero no cuando está apoyada en la realidad. La autoficción no me parece muy creíble”.

Publicó su primera novela en una gran editorial, en esta ocasión ha preferido hacerlo en Navona. “Tienen una gran distribución y yo necesito tiempo para llegar al público, en una gran editorial van demasiado deprisa y muchos libros termina con el tiempo en la trituradora”, apunta con precisión. Además tiene una gran sintonía con el editor, al que realmente aprecia. El trato suele ser más personal y cálido en estas editoriales que en las multinacionales.

Para dar con la voz de su novela, ha tenido que hacer múltiples experimentos. “Adoptar la voz de un hombre es siempre complicado. Estamos habituados a que el hombre tome la voz de una mujer como han hecho de manera magistral Flaubert o José Luis Sampedro, pero no al revés, por lo tanto me apetecía hacerlo y tomar la voz de un hombre muy inseguro”, analiza con acierto. Además, reconoce que es muy feminista. “Estamos conquistando la razón y el pensamiento”, especifica.

En “El rostro del tiempo” plantea diversos misterios e intrigas para mantener la atención del lector, por eso, hay muchas ambigüedades aunque no ha querido hacer distintos niveles de lectura en su novela. Sus protagonistas son dos personajes en un mundo en crisis que tienen diferentes facetas. “Con eso consigo que tengan conversaciones más interesantes”, apunta. Además, mantiene varias tramas a la vez, “aunque el final es muy concéntrico”.

Su novela no deja de ser una historia de amor, algo diferente. “La historia de amor tiene que tener un punto extraordinario para que interesa al lector”, concreta con toda la razón. Para la escritora, “el corazón es un músculo que no tiene nada que ver con el amor. Este es un pensamiento muy atávico. El corazón no genera sentimientos, es una víscera a la que damos demasiada responsabilidad. Yo me enamoro por las orejas, otras personas por el tacto. La piel es un aparato de transmisión fantástico. Es donde vive el tiempo”, razona con increíble lucidez.

“El amor es como un herpes, cuando crees que lo has superado, bajas las defensas y te vuelves a enamorar”, revela entre risas. “No me gusta pensar en el ser humano como un ser desvalido”, señala y añade “me parecen más plenos los pensamientos. No sentimos nada que no pase por nuestra cabeza”.

Su novela va sobre el tiempo, sobre el paso de tiempo. “Pasa el tiempo pero no lo hemos perdido. El tiempo son experiencias en el cuerpo que permanecen. Hay que llevar con orgullo el paso del tiempo, ya que va muy rápido”, expone con rotundidad. Y esa rapidez del tiempo hace que vayamos vaciándonos de contenido. “Tenemos demasiadas distracciones en la vida, que ahora están en los móviles. Si la vida va ser esto. Tenemos un futuro muy triste por delante. Hay que trascender a la vida”, concluye Imma Turbau.

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