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"Primavera de la noche" de Ricardo Bellveser

Calambur, 2017

lunes 22 de mayo de 2017, 13:57h
Primavera de la noche
Primavera de la noche

En el núm. 10 de la colección de Calambur, “Los solitarios y sus amigos”, dirigida por Sergio Arlandis, acaba de ver la luz el último poemario de Ricardo Bellveser, "Primavera de la noche". Se suma así la frescura de su voz a una selecta nómina de grandes poetas como Gamoneda, Vinyoli o Colinas, que, por ese orden, han ido inaugurando esta nueva colección.

Se trata de un poemario sincero y emotivo, que consta de unos pocos poemas (todos ellos bastante extensos), 21 concretamente, divididos en dos grandes bloques. El primero de ellos consta de 13 poemas y se titula LA DIMENSIÓN DESCONOCIDA, aquí el poeta aborda el tema de la muerte y la extrañeza que va causando en él su proximidad, de hecho en la pág. 19 nos dice: “Preludio sí, es cierto, aunque / sea la última de las primaveras, / el inicio de una nueva floración / que tiene postreros ecos, / que son algo así como el temblor / del tallo de la flor cuando siente / cercano el acero de las tijeras / que la poda”. Pero el poeta vive esta nueva etapa todavía con plenitud, vitalidad, esperanza e ilusión haciendo un buen repaso de lo que ha sido y es su vida, de hecho, encontramos en la pág. 31 toda una declaración de intenciones: “Un requien puede ser, aquí lo es / un hermoso canto a la vida, al gozo, / a la plenitud y al adiós en gloria”.

En cuanto al segundo bloque del poemario, el autor lo ha llamado TIEMPO PARA EL DESASOSIEGO y está formado por 8 poemas, donde el autor vuelve su mirada hacia atrás, y regresa al tiempo de la infancia, al recuerdo de los amigos y de las vivencias del pasado, constituyendo este el bloque más conmovedor de los dos, véanse si no los siguientes versos refiriéndose a sus amigos: “hablo con ellos después del fuego, / el nicho, la tierra, el humo, la nada / en la que desemboca nuestro caudal / de polvo, y me acompañan con sus consejos”.

Podemos afirmar que quizá este último bloque sea el que mejor recoja sus reflexiones más hondas y profundas acerca de la vida y de la muerte. En la pág. 55 a este respecto podemos leer: “También hay un camino hacia la sombra. / Viene de la vida y va hacia un extraño lugar / de fe antigua, donde tal vez todo continúe, / pues sería insensato pensar que aquí / se acaba toda pervivencia y la nuestra / está condenada a ser como la modesta / existencia de los vegetales”.

Todo el libro comparte cohesión temática y formal y un mismo estilo. Por otra parte, un ritmo íntimo, sosegado y muy personal impregna cada poema, el cual resulta idóneo para profundizar y adentrarse en las inquietudes, nostalgias, reflexiones y recuerdos que acompañan tanto al autor como a partir de ahora, a nosotros, sus lectores.

Bellveser demuestra una vez más que es una persona polifacética, inteligente, exigente consigo mismo y con su obra, y sobre todo osado porque no le ha importado desnudar poéticamente su alma para mostrarnos a su más auténtico “yo”. De ahí que logre ese alto grado de ansiada comunicación con el lector con el que perfectamente se conjuga completándose así el círculo de la escritura.

Y es que a pesar de que el verso esté siempre muy cuidado, el poeta sabe que no ha de renunciar a las necesarias dosis de espontaneidad y pasión para conseguir en todo momento asombrarnos y emocionarnos con sus versos.

En suma, un libro que podríamos situar quizá entre el debate posterior a los novísimos y la poesía de la experiencia pero teniendo en cuenta que marca ya un camino, muy diferente, y cuyo mensaje sin duda perdurará, sobre todo por su fuerza y por su claridad. Y, poco a poco, irá adquiriendo, más peso y lo que es mejor aún, más poso, el de la poesía verdadera.

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