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John Aubrey: "Vidas breves"

Ed. La Uña Rota, Segovia, 2017

Por Ricardo Martínez
viernes 02 de junio de 2017, 18:29h
Vidas breves
Vidas breves

En su inocencia, o su osadía, acaso tenga razón el bueno de Aubrey cuando piensa en los hombres (en los hombres importantes, significativos, de la cultura inglesa) como breves artífices, acaso continuadores de una tradición cultural, que siempre ha pensado la vida como un ejercicio puramente material, curioso, donde, en ocasiones, surge el humor como intérprete mejor de la realidad.

Anthony Powell un minucioso y exquisito observador de hombres (he ahí su novelística) creo que ha descrito con precisión el contenido de este libro instructivo, original, simpático, evocador, distinto en el mejor sentido, cuando ha escrito que en estas ‘Vidas’ están “entretejidos con naturalidad, en toda su rica complejidad, el bien y el mal, el ingenio y la estupidez humana, la integridad y la hipocresía, la excentricidad, la melancolía y la grandeza de la raza inglesa” Una impecable breve definición avalada por su magnífica literatura que conocemos.

El anecdotario que alimenta las vidas –las muchas vidas, sobre todo masculinas- aquí recogidas es vario y curioso. De Ben Jonson, por ejemplo, el gran dramaturgo, se dice que “mató al sr. Marlow, el dramaturgo (…) después volvió a escribir teatro, y esta vez sí que dio en el clavo; se trata de Every Man… que fue su primera obra buena” Él fue, por lo demás, quien, a la expresión de Shakespeare de que no había tachado un verso en su vida, respondió: “Ojalá hubiera tachado mil”.

Resulta particularmente original y reivindicativo el autor hacia una mujer, Mary Rich, la condesa de Warwick; en un texto bastante escueto escribe con un cierto tono de rotundidad acerca de sus virtudes al parecer incontestables: “ella no necesitaba sombras prestadas, ni luces reflejadas para destacar, pues personalmente era rica en todas las dotes y cualidades de cuerpo y alma: sabiduría, belleza, buena voluntad y virtud”. Nos dice que era Grande como “fundadora e inventora, de una ciencia nueva: el arte de complacer” Y continúa: “Grande en su destreza para administrar. Grande en otras mil cosas más, que el mundo admira, pero ella las despreciaba todas, y las tenía por naderías y por estiércol, comparadas con el temor de Dios y de la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús”.

En fin, del propio Shakespere leemos que “Era un hombre apuesto, bien formado; un excelente conversador, con un ingenio muy vivo, suave y placentero” Y de tal ingenio deriva un razonamiento, según Aubry, que me parece muy culto y atinado: “Sus comedias seguirán siendo ingeniosas mientras se siga entendiendo la lengua inglesa, porque él escribe sobre mores hominum (las costumbres de los hombres)” Y concluye, a modo de didáctica: “Nuestros escritores de hoy se empeñan tanto en reflejar personas en particular y las modas de los petimetres, que dentro de veinte años no se entenderán sus obras” .
Amenidad y perspectiva de futuro: un genio.

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