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Pablo Simonetti
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Entrevista a Pablo Simonetti, autor de “La soberbia juventud”

“Escribo con total libertad sin ningún tipo de prejuicio

Por Javier Velasco Oliaga
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Después de publicar su última novela La soberbia juventud, el pasado diciembre en Chile, Pablo Simonetti ha venido a España para presentar una nueva edición en nuestro país. Su novela es un canto de libertad, a la libertad individual que traspasa ideologías y convenciones. Es una novela moderna y arriesgada aunque él, modestamente, se quita méritos.

 (Fotos: Javier Velasco)
(Fotos: Javier Velasco)

“Escribo con total libertad sin pensar en nada en particular y sin ningún tipo de prejuicio”, afirma cuando le pregunto si cree que su obra es valiente por tratar temas polémicos como la homosexualidad o las relaciones de poder del Opus Dei y el estado. Para el escritor chileno, que guarda un cierto parecido con el actor estadounidense George Cloony, “la escritura es una experiencia muy íntima. Es como cuando llegas a casa, te desnudas y te quedas en calzoncillos. Estás alejado de inflamaciones intelectuales o emocionales. Es entonces cuando escribo sin pudor, sin miedo, sin medir si ofende a alguien”.

La soberbia juventud es una novela autobiográfica donde todos los personajes tienen un poco de él. “Tiene un corazón, un núcleo autobiográfico, en el hecho de forjar un espacio, pero el contexto es pura ficción”, sostiene. El narrador, Tomás Vergara, escritor y homosexual, guarda claras similitudes con el autor, pero Pablo Simonetti afirma rotundo que “el narrador no soy yo. Me sentiría estrecho por el ego y por una obligación de la norma autobiográfica”. Sin embargo, añade que “Tomás me da una serie de libertades que yo alimento con mis gustos y hábitos literarios”.

El narrador de la novela guarda ciertas similitudes con Nick Carraway, el narrador de la novela de F. Scott Fitgerald, El gran Gatsby, pero el ámbito y las tramas divergen totalmente. También se pueden apreciar influencias de El filo de la navaja de William Somerset Maugham o de la propia Edith Wharton que al propio autor le gusta señalar y de las cuales se siente orgulloso.

Lo que ha querido hacer en gran medida ha sido una crítica social a su país, como en sus obras anteriores. “Soy muy intransigente con las identidades de las personas y me fastidian las instituciones que propugnan una forma de buen vivir, como hace la Iglesia católica y más concretamente el Opus Dei en mi país”, señala. Ahora, también ve que la influencia de la iglesia ha caído mucho por culpa de los abusos sexuales a menores. “Antes una llamada de un obispo al gobierno podía modificar hasta leyes. Ahora con Michelle Bachelet todo ha cambiado y se respira más libertad”, opina.

“El Opus Dei intenta que las personas no vivan su sexualidad plenamente. La homosexualidad la siguen viendo como una enfermedad y un pecado”, advierte. En la novela, la madre de Felipe, Tara, es la que se encarga de recordarle lo que para ella son desviaciones. Todo lo contrario que opina el autor, que “la sexualidad es un punto de plenitud en el ser humano”.

“En Chile estamos a punto de que aprueben una ley de unión civil entre personas del mismo género. El apoyo es superior al 70% y un 67% está a favor de una ley sobre el aborto terapéutico”, explica Pablo Simonetti. Caminos radicalmente diferentes se están tomando en España, ya que muchas de las libertades individuales están retrocediendo en el tiempo volviendo a postulados del siglo pasado.

El núcleo del conflicto de la novela es el amor desesperado, sobre todo del joven Felipe Selden, que se debate indeciso sobre su compromiso hacia ese amor. “Felipe es el verdadero protagonista de la novela. Se conduce de manera soberbia al no querer comprometerse con su amado Camilo por si viene después algo mejor”, cuenta y agrega que su postura personal es diferente, “yo siempre quiero disfrutar de lo que la vida tiene para ofrecerme. Coger el amor cuando viene sin demoras”. De aquí el título, La soberbia juventud. Con los años se va mirando la vida con cierta distancia, por eso cree que “la novela no la habría podido escribir antes, hasta no tener la certeza de haber perdido mi juventud”, refiere.

Felipe reacciona en la novela de manera inmadura. “El amor es un camino pleno que cuando te cae encima no hay manera de oponerse. Es una de las fuerzas existenciales más potentes que hay y de las que menos poder ejercemos”, aseguró el novelista chileno sobre su forma de ver el amor, opuesta al protagonista de su novela. “Una vez aceptamos la explosión del amor, tenemos que ser conscientes de que es algo valioso y no podemos dejar escapar la oportunidad. Cuando aparece el amor hay que tomarlo, ya”, enfatiza.

De ahí su alegato contra la inmadurez de la juventud, la soberbia, como titula. “Los jóvenes actúan con una seguridad que no está asentada en algo. No se conocen a sí mismo y son muy taxativos. La seguridad de lo que somos se adquiere con los años, con el conocimiento de la vida”, alega, pero siempre con respeto hacia todo tipo de opiniones divergentes.

Cuando Pablo Simonetti se expresa, lo hace de forma rotunda pero ecuánime. No trata de imponer sus opiniones, sólo las refiere de forma tranquila, incluso en ocasiones tímidamente, con expresiones pausadas y gesticulando con las manos, entrelazándolas, para dar expresividad a lo que cuenta. Incluso cuando cuenta que su país sigue dominado por una clase oligárquica y conservadora, que influye en la identidad de las personas pero, también, de la cultura. “No se dan cuenta de que Chile no es un país uniforme, es un país multicultural”, subraya.

La soberbia juventud es una novela coral, con personajes de largas parrafadas, que no muestran una sociedad poliédrica y compleja”, especifica. Todos los personajes están bien representados y definidos. Cuidados con mimo, incluso Santiago Pumarino, el más canalla de la novela o la madre de Felipe, la más discordante. Algunos, como la hija de Elvira Tagle, Josefina, adquieren un protagonismo estelar en el último capítulo. Todos los secundarios son importantes para enriquecer una trama valiente, donde la elegancia, tanto en la forma como en el fondo, es su especial cualidad.

Si tuviese que escoger un personaje predilecto, tanto el autor como yo nos decantaríamos por Alicia, la tía abuela de Felipe, “un personaje que fue saliendo y que creció de manera espontánea. No creía, al principio, que iba a tener tanto peso, pero lo adquiere por azar. Son personajes que salen desde alguna esquina de tu mente y cambian todo”, concluye. En esas esquinas de la mente del creador es donde nacen historias que nos transmiten el amor por la literatura, como nos lo proporciona la obra de Pablo Simonetti, que es profundamente literaria y respetuosa.

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