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Pablo Herreros Ubalde
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Entrevista a Pablo Herreros Ubalde, autor de “Yo, mono”

“El ser humano ha de fijarse en lo positivo para poder crecer”

Por Javier Velasco Oliaga
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Pablo Herreros Ubalde aúna dos profesiones aparentemente dispares: la sociología y la antropología. Pero al oírle hablar nos damos cuenta de que no son tan distintas como pueden parecer. Además, dirige la sección Yo, mono en el diario El Mundo de la que coge el título para su libro, un ensayo donde nos muestra que nuestros comportamientos se pueden predecir a partir de la observación de los primates.

Pablo Herreros Ubalde (Fotos: Javier Velasco)
Pablo Herreros Ubalde (Fotos: Javier Velasco)

Tenemos más similitudes con los primates de lo que creemos. Unos, claro está, más que otros. Pero muchos se comportan como auténticos primates, de ahí que decidiese poner como título a su blog del Grupo Punset, Somos Primates. Y ya que de primates hablamos, uno que lo es, no puede por menos que preguntar por nuestra manada. “España es una nación de tribus. No hemos sido capaces de encontrar unos elementos cohesionados y eso ha favorecido las facciones”, afirma decidido. “Nos ha faltado un objetivo común. Desde que se perdieron las colonias americanas ya no lo tenemos”, recuerda.

Antes, el que lo cohesionaba, peor que mejor, era el rey, pero ahora ya está viejo y, como los primates, va escondiendo sus heridas, sus caídas, sus tropiezos, con excusas vulgares. “El rey ha ido perdiendo su prestigio, la ejemplaridad del macho alfa y como los chimpancés, el hombre no olvida”, nos recuerda haciendo una analogía y añade convencido “los líderes, tanto humanos como animales, no se imponen, surgen cuando dan ejemplo”. Y el ejemplo parece ya agotado. Los primates, cuando llegan a una cierta edad, se apartan para dar oportunidad al joven macho alfa de la manada.

En nuestro país, hay diversas manadas, territoriales o de afinidad a unos principios. Las dos grandes manadas ideológicas tienen más concomitancias de lo que ellos mismos creen. En la actualidad están dirigidas por dos personas que acumulan bastante desprestigio tras de sí. “Mariano Rajoy, presidente de gobierno, es un líder pasivo, lo cual hace que el resto de la manada se una en contra de él. No marca una línea clara lo cual favorece a que conspiren en su contra. Esto hará que vayan surgiendo pequeños grupos de poder en su contra, lo que da lugar a eso que conocemos como barones”, analiza el antropólogo cántabro.

“Por el contrario, Alfredo Pérez Rubalcaba es un líder autoritario, inflexible, tipo Thatcher. No establece ninguna alianza con los miembros de su tribu”, razona con certidumbre. Es un líder que no necesita primarias, que escoge los cargos de forma digital, lo cual a la larga le acarreará muchos enemigos, como estamos viendo. El diagnóstico del antropólogo más seguido en nuestras redes sociales es clara: “Les quedan dos telediarios”. Ojalá tenga razón, aunque los otros líderes que están en pleno apogeo no son mejores que estos dos, incluso peores, ya que tienen esos mismos tics autoritarios que el primate Rubalcaba.

Los primates tienen un ritual muy sabio que deberían tener en cuenta nuestros líderes de las manadas. “En el ritual del rey payaso los líderes son sometidos a todo tipo de vejaciones. Se les insulta y todo para recordarles que no existe ningún monarca que esté por encima del pueblo”, nos ilustra Pablo Herreros en la charla que mantuvimos en un conocido hotel capitalino. En nuestra cotidianidad tenemos muchos ejemplos. Sin ir más lejos evoquen las fiestas del pueblo segoviano de Zamarramala.

Una sociedad de primates tiene, por tanto, muchas similitudes con nuestra desarrollada sociedad. Para escoger un buen líder hay que fijarse en unas ciertas cualidades que el autor de Yo, mono cifra en: “primero, el líder tiene que ser bueno en la resolución de conflictos internos; segundo, debe asegurar los recursos de la manada y, tercero, la cohesión del grupo”. Además, tendrá que organizar la defensa de la misma mediante patrullas, etc. Y siempre teniendo en mente que a quien más hay que proteger es a los débiles, lo que suele incluir a hembras, niños y ancianos.

Con Yo, mono, lo que ha querido su autor es “demostrar que podemos sacar al mono de la selva pero no a la selva del mono”. El componente innato está muy presente, de ahí que lo que busca con sus experiencias es “conocer las reacciones de los humanos y primates para poder combatirlas”, pero siempre teniendo presente que en los humanos la cualidad más importante es la “cooperación”, mucho más que la violencia, y en ese momento recuerda la famosa película de Kubrick cuando el mono alza una quijada en posición de ataque. Para Pablo Herreros sería todo lo contrario. Lo que nos define es “la generosidad, el altruismo y nuestra tendencia a la cooperación”, asevera. De hecho, los neardentales desaparecieron por una cierta incapacidad de socializarse.

“Los primates colaboran, cooperan, pero el grado de altruismo de los humanos es superior”, repite con rotundidad. En ocasiones se da en los primates pero, claro está, con menor frecuencia. Éstos se fijan más en lo negativo, “es muy adaptativo fijarse en lo que funciona mal para arreglarlo, pero creo que el humano ha de fijarse en lo positivo para poder crecer”, dice resuelto y continúa diciendo “los humanos somos buenos por naturaleza y aunque se nos conozca como el mono bipolar, el de las dos caras, mostramos, con más frecuencia, actos generosos que malos”.

Otra de las grandes cualidades de los primates humanos es la “flexibilidad”. Podemos comer casi cualquier cosa, somos vegetarianos o carnívoros. Los humanos somos muy versátiles, más que ninguna otra especie del planeta y nuestro cuerpo se ha adaptado a la cooperación y al altruismo, casi tanto o más que las hormigas, que son la especie animal más colaboradora.

A nivel emocional, el ser humano, es superior al primate. “La estructura cerebral está presente tanto en los primates como en los humanos, pero es el lenguaje lo que nos diferencia y la causa de nuestra mayor evolución. Esa capacidad de hablar nos hace interrelacionarnos y son las actuales redes sociales el culmen de esa capacidad. “Con las redes sociales compartimos información, nos relacionamos, pero también se facilita esa necesidad que tenemos de reconocimiento y prestigio”, concluye el autor de Yo, mono. Lástima que en algunas ocasiones las utilicemos de manera banal y pueril. Los primates no lo harían.

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