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Juan M. Corral
Juan M. Corral

Entrevista a Juan M. Corral, autor de "Cine erótico a la japonesa”

"El imperio de los sentidos" es más que una película erótica, pues fue escrita y dirigida para arremeter contra la censura

Por Javier Velasco Oliaga
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Juan M. Corral es uno de los grandes especialistas españoles en literatura y cine japonés. Sus libros sobre la gran pantalla nos han asombrado por la variedad de temas que toca y por sus registros históricos. Tanto escribe de Quentin Tarantino como de Peter Cushing o Cristopher Lee. Además, sus libros tiene la rara virtud de mezclar acertadamente la rigurosidad con la amenidad.

Entrevista a Juan M. Corral, autor de 'Cine erótico a la japonesa”

Ahora nos trae un nuevo libro, “Cine erótico a la japonesa”, donde nos desvela todo lo que queríamos saber sobre tan enigmático género, que ha sufrido muchas vicisitudes en un país donde la pornografía está prohibida en el cine. Ha podido escribir con total libertad, añadiendo unas fotografías que en el país de origen no se han podido publicar. Todo un libro para disfrutar de los placeres ocultos y de los saberes ocultos, que ahora salen a la luz, del autor gallego.

Cuando hablamos de cine japonés todos pensamos en Nagisa Oshima. Leyendo el libro nos damos cuenta de que es sólo una isla en un inmenso océano. ¿Es la mejor película erótica japonesa “El imperio de los sentidos?
"El imperio de los sentidos" fue rebajada en su día por el espectador y la crítica occidental a un mero ejercicio erótico, porque para entender su complejidad hay que tener un conocimiento amplio sobre la historia moderna japonesa. Es más que una película erótica, pues fue escrita y dirigida para arremeter contra la censura, contra ciertas conductas fascistas del gobierno nipón, contra la misoginia del macho de ese país, y precisamente contra el erotismo inocuo que había popularizado la productora Nikkatsu en esos momentos.

¿Por qué tuvo tanto éxito en su tiempo?
Porque sus creadores fueron acusados de obscenidad, sufriendo un juicio mediático descomunal. En Japón está prohibida la exhibición de genitales, y para criticar esto, Oshima decidió insertar secuencias pornográficas. La película fue producida con dinero extranjero, por lo que el director no tendría que haber sido reprendido; sin embargo, la publicación en Japón del libro que recopilaba las fotos del rodaje fue lo que llevó definitivamente a Oshima al estrado.

¿Qué moldes rompió en su época y cuáles fueron sus mayores logros artísticos?
En realidad, no logró su objetivo. Todo lo contrario, ya que Oshima y los directores socialistas no volvieron a ser los mismos, realizando a continuación un cine errático provocado con toda seguridad por miedo a las represalias. En todo caso, queda para la historia uno de los relatos de amor más bellos filmados alguna vez, donde al fin se cambiaba el role de dominación establecido.

¿Cómo fueron los inicios del cine erótico japonés?
Se considera a una película de 1962 titulada Flesh Market, como la que inicia el género, porque también fue censurada por obscenidad. A partir de aquí, el llamado Pinku Eiga ("cine rosa") adquiere connotaciones políticas, porque es monopolizado por los simpatizantes de izquierdas para hacer un cine combativo. El asunto es que Estados Unidos había utilizado la imagen de la mujer japonesa para imponer el capitalismo, a la par que el gobierno japonés se mostraba sumiso ante las imposiciones yanquis; los rebeldes nipones, deseosos de demostrar que su país no era la "hermana menor" de Estados Unidos, empezaron a realizar arte donde la mujer/América debía ser "destruida", en un ambiente de revueltas estudiantiles asociadas asimismo al Mayo del 68 de occidente.

¿Podríamos calificar de porno a este tipo de cine?
No, a veces, como acabamos de ver, ni tan siquiera erótico. Cuando las revueltas comunistas se acabaron, el Pinku Eiga desembocó en ese cine sicalíptico que la Nikkatsu empezó a presentar para salvarse de la bancarrota. Se denominó "Roman Porno" y su éxito fue tal que se llegó a filmar miles de cintas. Al pasar los años, se fue haciendo cada vez más explícito para competir contra el propio y naciente porno japonés. Al final, el verdadero XXX venció, y la Nikkatsu tuvo que cerrar sus puertas a finales de los 80.

¿Cuáles son las fronteras que los japoneses no pasan?
La prohibición de mostrar los genitales (y el vello púbico de la mujer hasta 1997), les ha obligado a utilizar mosaicos digitales y otros trucos incluso en el mismo porno duro, provocando una característica muy célebre en el mundo entero.

¿Tiene algo que ver la estricta y anticuada legislación que mantienen desde hace más de un siglo?
Sí. El artículo 175 del código penal, que se convirtió en ley a partir de 1907. Al principio fue redactado para proteger al emperador y a su familia de que fueran objeto de burlas obscenas y de chistes eróticos en las revistas de la época. Al entrar el cine en el país, se fue amoldando siguiendo el modelo de Hollywood, adquiriendo toda su virulencia a partir de 1960.

¿Qué otros cineastas se dedican a este género?
Koji Wakamatsu (y su colaborador Masao Adachi) es considerado el "abuelo del Pinku Eiga". Otros reyes de este género (del que a duras penas sobreviven películas) serían Hiroshi Mukai, Kinya Ogawa, Shinya Yamamoto o Mamoru Watanabe. Del Roman Porno de la Nikkatsu podemos destacar a Chusei Sone, Noboru Tanaka, Tatsumi Kumashiro o Masaru Konuma. Y del Pinku Eiga actual, el cual resucitó en los 90, a Hisayasu Sato, Takahisa Zeze, Shinji Imaoka, Mitsuru Meike o Takao Nakano. Hay que señalar que bastantes directores japoneses de prestigio que trabajan ahora en la Serie A, comenzaron como meritorios en el Pinku Eiga, véase por ejemplo Kiyoshi Kurosawa o Yôjirô Takita, el director de la célebre y premiada Despedidas (Okuribito, 2008).

¿Qué películas señalaría como fundamentales del género? ¿Cuál es para usted la mejor?
La mejor por su gran influencia es sin duda Koya no dacchi waifu/Dutch Wife of the Wasteland (1967) de Atsushi Yamatoya, una cinta de Cine Negro surrealista que hablaba antes que nadie sobre el Snuff o las cintas de muerte en directo. Toda la filmografía de Wakamatsu y Adachi es imprescindible, llegando incluso a la obra maestra United Red Army (2007), la visión del primero sobre el suceso que acabó con el Ejército Rojo Japonés. Ya hemos visto El imperio de los sentidos, producida entre otros por Wakamatsu. Mitsuru Meike dirigió la Pinku que a Tarantino le hubiera gustado firmar, una The Glamorous Life of Sachiko Hanai (2003), que fue la causante de resucitar al Pinku Eiga. Y luego la Nikkatsu ha dejado muchos clásicos, por lo que por nombrar sólo uno, diríamos Flower and Snake (74) de Masaru Konuma, luego recuperada por Takashi Ishii en nuestros días para concretar otro capítulo importante en el devenir del Pinku Eiga.

¿De qué forma ayudaron las revueltas comunistas en la creación y consolidación del género erótico en Japón?
Como expliqué antes, el Pinku Eiga adquirió elementos privativos a partir de los deseos de muchos universitarios con un bagaje cultural muy alto de arremeter contra Estados Unidos. Los argumentos se reducen muchas veces a la exposición de la violación y del sufrimiento de la mujer, lo que dejó en bandeja a la facción de derechas el criticar a Oshima y compañía; y ya no digamos, cuando se relacionó el terrorismo de extrema izquierda con varios de ellos. Algunos como Masao Adachi llevaron su activismo hasta la última consecuencia; por ejemplo, éste dejó el cine y se trasladó al Líbano para ayudar a la OLP.

¿Cómo ha influido Koji Wakamatsu en este género?
Firmó varias de las cintas que dieron más beneficio, y por lo tanto acabó siendo protagonista constante de las revistas del género. Esto le llevó a formar su propio sello, y por si fuera poco, comandó una troupe de fieles colaboradores que acabarían siendo también célebres guionistas o directores dentro de la industria japonesa.

¿Cuáles serían las obras que señalaría como imprescindibles?
Wakamatsu sorprende por primera vez con Resume of Love Affairs (1964), que impone además un sub-género conocido por exponer siempre el mismo argumento: la llegada de una pueblerina a la gran ciudad, para ser extorsionada allí por gánsteres. The Embryo Hunts in Secret (1966), de la cual Gonzalo López dirigió una adaptación española. Violent Angels (1967) y Violent Virgin (1969). Y luego, Ectasy of the Angels (1972), que se adelanta a United Red Army en tocar el devenir de las fuerzas terroristas japonesas.

¿Los escritores Ryu Murakami o Natsuo Kirino, cómo contribuyeron en la creación del género?
Con el díptico Topaz, Murakami puso de moda en Japón lo que se conoce como enjo kosai (citas sexuales entre colegialas y señores), y luego Kirino, que es conocida como "la reina del crimen", cimentó un estilo de literatura underground y negra que toca muchos de los lados oscuros de la sociedad nipona.

¿Cuál le parece mejor de los dos?
Murakami utiliza una prosa muy sencilla; a veces experimenta como Burroughs. Su temática predilecta es el sexo e incluso el terror. En España se han publicado muchas de sus novelas al disfrutar de un éxito internacional provocado también por sonadas adaptaciones cinematográficas (Sopa de miso, Audition, Piercing, Azul casi trasparente,...). En Japón, ha perdido fuelle.

Natsuo Kirino es una superventas en su país, y a veces escribe sobre otras temáticas. Por eso, en un principio, parece que debería ser despreciada por los amantes de la cultura alternativa. Sin embargo, sus obras, aún comerciales, denotan una inteligencia insuperable. Su Grotesco (editado aquí por Emecé/Planeta) es una joya que todo lector tiene que abrazar algún día. Out, llevada al cine, es menor, pero provocó una serie de imitaciones no menos famosas, concretado entre todas el moderno thriller literario japonés (véase, Villano de Shuichi Yoshida. Esperemos que Crónicas de una diosa, no sea lo último que se publica de su trabajo en España.

¿Cómo llega un español a especializarse en un género tan exótico?
En puridad, muchos fuimos influenciados por los primeros occidentales que hablaban sobre el tema, allá en los 80 y principios de los 90: Ian Buruma, Romain Slocombe, Trevor Brown, Thomas Weisser y Pete Tombs. Por mi parte también me tocó la popularidad que Hisayasu Sato y otro director conocido como Gaira Komizu alcanzaron en España, en plena efervescencia de las cintas gore. Además, gran parte del cine de Sato se apoya en su interés sobre la Música Industrial y Electrónica, algo que nadie a denotado, ni tan siquiera los críticos más atrapados por el personaje; este género musical, así como mi ideología política, concretaron el interés.

¿Qué motivaciones tuvo para escribir el libro?
A partir del boom de Kill Bill (un homenaje al Pinky Violence, la línea ideada por la productora Toei para competir contra el Roman Porno) de Tarantino, el mundo anglosajón recuperó piezas del género, y cambió la perspectiva del mismo. Con la llegada de nuevos críticos en este mundo marcado por Internet y las redes sociales, el género se volvía a mitificar y a tergiversar más, mientras los Slocombe y Weisser eran olvidados. En lo que se refiere a España, no existía ninguna obra publicada sobre el género, y sigue sin haber blogs especializados. Había que publicar el libro que llenara el hueco. Por desgracia, me costó mucho convencer al editor, y luego tuvo la maqueta parada en el ordenador durante años. Por lo menos, al salir en el 2012, se cumplía el objetivo, y además se podía añadir un estudio sobre un nuevo fenómeno, el J-video erótico, que nacía un par de años antes y que por lo tanto no había sido revisado por las últimas obras extranjeras sobre Pinku Eiga.; esto es importante remarcarlo, porque el J-video erótico disfruta hoy en día de una relativa buena acogida entre los aficionados más jóvenes, incluso en España donde se han publicado en DVD varios títulos importantes como los referentes a la saga Rape Zombie.

En la actualidad, ¿qué nuevos directores y actrices japoneses destacaría?
Aunque Shinji Imaoka y Hisayasu Sato anuncian de vez en cuando proyectos enclavados en el Pinku Eiga clásico, como explicaba en la anterior pregunta, éste vive aletargado. El J-video erótico es el que ha estallado con mucha fuerza, de la mano directores como Takao Nakano o sobre todo Noboru Iguchi. Esta mezcla de erotismo y gore gamberro está protagonizado normalmente por estrellas porno, para aprovechar que el XXX japonés también está de moda en el mundo entero; así, las grandes estrellas del Pinku Eiga de los 60 y 70 como eran Tamaki Katori, Noriko Tatsumi o Takako Uchida han sido sustituidas por starlettes del hardcore videográfico como Rei Mizuna, Sora Aoi o Maria Ozawa. También ha vuelto Takashi Ishii, que ha dejado el cine de gánsteres que le hizo popular en occidente para presentar una serie de filmes donde la actriz luce desnudo integral a lo largo de todo el metraje, en una especie de fagocitación de la filosofía rebelde que llevó a Nagisa Oshima a firmar El imperio de los sentidos.

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Juan Manuel Corral
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