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Juan Manuel Corral
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Entrevista a Juan Manuel Corral, autor de Cine de Samuráis

“El cine de samuráis es para Japón lo mismo que el Western para Estados Unidos”

Por Javier Velasco Oliaga
miércoles 17 de diciembre de 2014, 09:42h

Juan Manuel Corral es un joven escritor apasionado por la cultura japonesa y un profundo conocedor del cine, arte sobre el que ha escrito varios libros. En su última publicación, “Cine de Samuráis. Bushido y Chambara en la Gran Pantalla”, libro muy bien diseñado y con numerosas ilustraciones, se reúnen ambas pasiones, y nadie puede escribir en nuestro país un libro tan profundamente documentado como él lo ha hecho.
Juan Manuel Corral (Fotos: Javier Velasco)
Juan Manuel Corral (Fotos: Javier Velasco)

El autor gallego ha sabido confeccionar una enciclopedia rigurosa sobre un cine tan lejano a nosotros como interesante, no sólo por lo exótico, sino por sus cualidades cinematográficas. Sumergirse en el libro nos hace cabalgar por aquellas tierras lejanas del sol naciente mientras asistimos a unas luchas épicas que nada tienen que ver con la mediocridad de las cintas chinas. Un libro que nos hace disfrutar y querer conocerlo en profundidad. Juan Manuel Corral nos inocula este virus en la entrevista que mantuvimos.

¿Cuándo empezó el género de samuráis en el cine?
Comenzó en el mismo instante en que se introdujo el cine en Japón, a finales del Siglo XIX. Hay críticos, de todas maneras, que aseguran que arrancó un poco después, alrededor de 1908, cuando otro estilo cinematográfico llamado Ken-geki, "cine de espadachines", se puso de moda.

¿Es el género genuino de Japón?
En cierto modo, el cine de samuráis es para Japón lo mismo que el Western para Estados Unidos. Por su carácter épico y por su ligazón con la historia de estos países, los dos géneros se han considerado a veces como los genuinos de su industria, pero es evidente que tanto Hollywood como los nipones han producido otras ramas igual de privativas e influyentes.

¿Qué influencia tiene el kabuki u otras modalidades teatrales niponas en la producción de estas cintas?
Como señalaba en la primera pregunta, hay historiadores que relacionan el Ken-geki con el nacimiento del cine de samuráis, porque son de la opinión de que el kabuki es demasiado estático como para influir en el germen del estilo. Sn embargo, para mí, el teatro japonés estará constituido por historias nacionales del pasado, y por ende, por personajes que son samuráis, por lo que con toda lógica, el cine repescará las características de estos personajes a partir también del kabuki o de otras modalidades artísticas.

¿Expliquénos qué es el chambara?
Chambara define al género protagonizado por samuráis. El término es la occidentalización de la palabra japonesa chanbara, que a su vez es una contracción de la onomatopeya chanchan, que representaría el sonido que producen las armas blancas al chocar entre sí, y de barabara, que alude al corte o dispersión en piezas.

¿Hay alguna relación entre las películas de espadachines de Hollywood y las de los samuráis?
Sí. El nacimiento del cine en Japón provocó una efervescencia inusitada. Al principio, antes de que la industria patria se pusiese en funcionamiento, sólo se estrenaban cintas occidentales, casi todas provenientes de Hollywood. Es así, cómo los japoneses comenzaron a perfilar su cine siguiendo el patrón de las películas protagonizadas por Douglas Fairbanks o por otros primerizos galanes americanos. De esta manera, las primeras películas de samuráis presentan guerreros que tropiezan como Charlot, o que precisamente tienen más puntos en común con los espadachines saltimbanquis propuestos por los americanos que con los verdaderos samuráis de la cultura Zen y del budismo.

El gobierno militarizado japonés utilizó el género como enseña, ¿qué opina al respecto?
Al sofisticarse el género, y perder sus relación con este cine de aventuras de Hollywood, los samuráis cinematográficos adquirieron al fin las características reales, y el mundo del guerrero medieval nipón se apoya en elementos relacionados con el sacrificio, el culto al Shogun o Emperador, la estructura patriarcal de la familia y de capas en la sociedad, incluso en la misoginia y el abuso de poder. El carácter bélico del personaje, reflejado a la perfección en la pantalla, dio pie a que el gobierno que llevaría a Japón a la II Guerra Mundial convirtiera a este cine en propaganda, y en representación de los valores más antiguos que se deseaban preservar ante la intromisión de la cultura occidental.

¿Hay cine de samuráis politizado?
En efecto, acabó siendo utilizado como moneda de cambio. Al ganar la guerra y entrar en el Japón para gobernar el país durante siete años, los americanos censuraron el género, así como todo lo relacionado con ese mundo samurái que sonase a belicista. Más tarde, los directores socialistas y comunistas de Japón, retomaron el género para crear historias donde se cotejaba la actitud del nuevo gobierno nipón en relación a los tratados que se estaban firmado con los americanos en los años 60; digamos que ahora, para directores como Tadashi Imai o Nagisa Oshima, los samuráis eran los funcionarios que agachaban la cabeza ante las imposiciones de Estados Unidos, y la plebe que se enfrentaba a ellos, los universitarios japoneses que luchaban en la década moderna por recuperar sus valores y el control total del país.

¿Es Los 7 samuráis la mejor película del género?
Sin duda es la más reconocida, y no sólo eso, ya que la obra maestra de Akira Kurosawa es una de las grandes joyas del cine mundial, a despecho de cualquier género. En todo caso, para mi gusto particular, hay otras piezas superiores como por ejemplo Harakiri (Seppuku, 1962) de Masaki Kobayashi.

¿Y qué tiene que decir sobre Akira Kurosawa y Toshiro Mifune?
Son por supuesto los dos personajes más célebres de la industria cinematográfica japonesa para los occidentales. Aunque los dos abrazaron todos los géneros, las películas de samuráis que realizaron juntos y por separado, son casi todas clásicos de la historia. Kurosawa, por ejemplo, transformó el género con Mercenario (Yojimbo, 1961), ideando una especie de aventura en el "oeste japonés" protagonizada por un ronin, que daría pie a que Sergio Leone le plagiara con Por un puñado de dólares (Per un pugno di dollari, 1964), lo que quiere decir más o menos que sin el japonés no habría existido el spaghetti-western. Luego se ha hablado mucho de los elementos que George Lucas repescó de La fortaleza escondida (Kakushi-toride no san-akunin, 1958) para realizar su saga espacial. En cuanto a Mifune, su modo interpretativo, entre rudo y contundente, también dejaría huella.

La edad de oro del género tiene lugar en los 60 con películas políticas filmadas en blanco y negro por directores como Masahiro Shinoda, Hideo Gosha o Masaki Kobayashi. ¿Qué aportaron estos directores que no hiciera Kurosawa?
Estos realizadores están ligados a la Nueva Ola japonesa, y fabricaron el cine politizado del que hablaba antes. Hay una facción de profesionales y aficionados que critican a Kurosawa, achacándole que abrazó la occidentalización en su obra para vender más entradas. Pues bien; el cine de Shinoda y de los otros, da la espalda a la vena comercial, recargando las propuestas con discursos mayestáticos y a veces cortos de acción.

En los años 70, el cine de samuráis se volvió más sangriento y erótico, ¿por qué? ¿Tal vez porque se dejó contagiar por las características imperantes en el cine de ese momento en todo el mundo?
Eso es; porque como muchas de las industrias cinematográficas del globo, la japonesa quebró a mediados de los años 60 con la llegada de la televisión, y el cine de samuráis fue tal vez el género que más sufrió el declive. Por otro lado, el manga y las viñetas para adultos disfrutaron de su mayor pico de popularidad en los entornos universitarios, y así muchas películas acabaron siendo adaptaciones de esas aventuras repletas de desnudos y luchas con gore. Uno de los ejemplos más claros es el personaje de Kazuo Koike, el asesino del shogun llamado Ogami Itto que vio trasladas sus aventuras desde las revistas hasta al cine bajo el título de El lobo solitario y su cachorro.

En los años 80 se desvaneció el género. ¿A dónde fue a parar?
Se refugió en la televisión, donde aún se mantiene con muy buena acogida. La NHK y otras cadenas de televisión japonesas incluso bautizaron a sus sagas históricas con el nombre de Taiga dorama.

¿Qué es James Clavell para el género?
El novelista británico James Clavell, que ya tenía prestigio como guionista en el cine, presentó a partir de los años 60 una serie de novelas de ambientación asiática que fueron muy célebres; Tai-Pan, publicada en 1966, es una de ellas. En 1975, su Shogun se convirtió en uno de los best-sellers más leídos de todos los tiempos, hasta el punto de provocar el nacimiento de una mini-serie de igual título, y protagonizada por Richard Chamberlain, que resultó ser otro éxito mundial, un clásico televisivo que hizo que se despertase el alicaído interés por la cultura japonesa en occidente.

En nuestros días el cine de samuráis se ha recuperado gracias a varios factores, ¿podría decirnos cuáles?
Hay tres grandes proyectos que volvieron a poner de moda al samurái fílmico. La saga Kill Bill de Quentin Tarantino; Zatoichi (2003) de Takeshi Kitano y sobre todo El último samurái (The Last Samurai, 2003) de Edward Zwick. A su vez, estas películas germinaron a partir del triunfo de El ocaso del samurái (Tasogare Seibei, 2002) de Yoji Yamada, largo japonés que a punto estuvo de ganar el Oscar a la mejor película extranjera de su año. Entre todas, como digo, recuperaron ese interés por el Japón turístico y medieval, que llevó a que se estrenasen piezas en Hollywood como Memorias de una Geisha (Memoirs of a Geisha, 2005) de Rob Marshall.

¿Cómo es el cine de samuráis en el siglo XXI?
Como gran parte del cine japonés, el género se dirige ahora al público juvenil, explotando la imagen de ídolos. Las películas sobre Kenshin son el ejemplo más claro.

Háblenos del personaje de Zatoichi: un samurái ciego parece insólito desde occidente. ¿Qué renovación aporta al mismo la película de Kitano?
En Zatoichi confluyen varios aspectos culturales de Japón. Por un lado, ese perfil de superhéroe inverosímil es una especie de homenaje a los hinin, la casta formada por los despreciados en la sociedad medieval por poseer algún defecto físico (muchos ciegos acabarán trabajando como masajistas, tamizando así un poco el vilipendio). Luego, el personaje se diseñó a partir de uno de los personajes televisivos y cinematográficos más exitosos de allí, el bobalicón Tora-San. Y por último, para borrar el carácter familiar de este buhonero, a Zatoichi se le aportó una lascivia, aprovechando la moda del cine erótico que se hacía en los años 60. A Kitano se le criticó en su día que transformara a Zatoichi en un villano, eliminado sus particulares humorísticos.

¿Ha habido muchas películas de samuráis (o con samuráis) fuera de Japón? ¿Cuáles han aportado alguna novedad o han sido importantes para el género?
Por supuesto que no hay chambara propiamente dicho, pero el cine de los países vecinos de Japón también han aportado sus géneros particulares sobre espadachines. Por ejemplo, para muchos el Wu Xia sería la respuesta china al Chambara. En occidente, el western y cierto tipo de cine policíaco, aprovechándose también del mundo de gánsteres japoneses, la Yakuza, se ha empapado de las características de los samuráis reales. Por ejemplo, en el Polar francés, Jean-Pierre Melville estrenó en su día El silencio de un hombre (Le samourai, 1967). Jim Jarmusch ofreció también la magistral Ghost Dog, el camino del samurái (Ghost Dog: the Way of the Samurai, 1999). Y por cierto, nuestro Paul Naschy llevó a su hombre-lobo al Japón de los Shogun, fabricando La bestia y la espada mágica (1983), co-producción con Japón, país donde fue titulada precisamente Ohmai-otoko to samurai

¿Qué diferencia hay en cómo se afronta la violencia en el cine de samuráis frente a otros géneros? ¿Y frente al cine occidental?
El credo principal del Samurái es el de servir a su amo incluso aunque pierda la vida por ello, y de proteger el propio honor. Por eso, sus historias y las películas están repletas de inmolaciones y venganzas sin éxito. Muchos largos terminan con lo que se llamó Dai-ketto, que es la escenografía de una batalla final formada por el protagonista contra todo un batallón de enemigos.

¿Por qué la publicación de un libro sobre un género tan poco conocido en España?
Cine de Samuráis. Bushido y Chambara en la Gran Pantalla (Editorial Líneas Paralelas, 2014) surgió con la misma meta que mi anterior Cine erótico a la japonesa (T&B, 2012), para cubrir un vacio en la bibliografía cinematográfica realizada en nuestro país. Pero es que además en este caso, y a diferencia del libro sobre Pinku Eiga, el género es injustamente desconocido en España desde el momento en que gran parte de él está constituido, como hemos visto, por obras transcendentales para el devenir del cine general y mundial, y está firmado por directores únicos como por ejemplo Akira Kurosawa.

¿Cuál ha sido el trabajo general de Editorial Líneas Paralelas en la edición?
El trabajo visual aportado por Editorial Líneas Paralelas ha sido espectacular, con el diseño de unos libros cuyo aspecto es completamente diferente a lo que se edita, desarrollando una iconografía Punk y vanguardista. La ilustración de la portada vale por sí sola el acercamiento a la obra. De la misma manera, la inclusión de fotografías nunca antes vistas, recuperadas de revistas de cine supuestamente desaparecidas, es otro elemento a tener en cuenta en esta edición.

Juan Manuel Corral es colaborador habitual en la prensa especializada, ha participado en cómics y en diversos cortometrajes. También es conocida su faceta como propulsor de la cultura japonesa en España. Ha escrito más de media docena de libros sobre cine, entre los que destacan Hammer: la Casa del Terror o Humphrey Bogart. De la A a la Z. También ha publicado obras sobre el mundo de la música como por ejemplo One-Hit Wonders y otras estrellas olvidadas del Pop, o New Wave & Post-Punk. De Depeche Mode a Franz Ferdinand, de esta última siendo además editor y co-escritor. Sus últimos libros hasta la fecha son Christopher Lee y Peter Cushing. Más allá del cine de terror, Cine erótico a la japonesa y Quentin Tarantino. Glorioso bastardo.

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