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Ignacio Fernández de Bobadilla
Ignacio Fernández de Bobadilla

Entrevista a Ignacio Fernández de Bobadilla, autor de “Una pluma en el Beresina”

"Soldados españoles participaron con Napoleón en la conquista de Rusia"

Por Alberto Pertejo-Barrena
martes 06 de enero de 2015, 19:23h

Ignacio Fernández de Bobadilla novela en “Una pluma en el Beresina” la retirada de las tropas rusas por la estepa rusa, sintiendo en el cogote el aliento de los caballos cosacos. Son lo que queda del medio millón de hombres a cuyo frente Napoleón había invadido el Imperio Ruso en junio de aquel mismo año.

Una pluma en el Beresina” es una novela de histórica donde el amor entre un hombre y una mujer tiene un especial protagonismo y la mezcla de hechos históricos y de ficción que hacen que su argumento sea original y con una creciente intriga. El autor explica en la entrevista los pormenores de su novela.

Usted ha situado esta novela “Una pluma en el Beresina” en la Rusia de la invasión napoleónica ¿qué le impulsó a ello?
Por razones personales he estudiado profundamente este episodio de la Historia moderna. No es la primera vez que toco el tema.

¿Ha escrito usted ya algo sobre este tema?
Pues sí. Aunque no soy historiador, soy muy aficionado a la Historia. Particularmente me interesa esta época y este teatro de operaciones, por la razón que expongo en el prólogo de este libro. Uno de mis antepasados participó con su regimiento en la invasión de Rusia por Napoleón y conservo su diario manuscrito en que narra todas las vicisitudes de aquellos soldados hasta su regreso a España tras la derrota de los franceses.

Mucha gente no tiene ni idea de que hubieran participado tropas españolas en la invasión de Rusia ¿cómo ocurrió?
El asunto es un tanto enrevesado. Veamos. A principios de 1806 mi antepasado salió con el Regimiento de Infantería de Guadalajara y otras fuerzas españolas para guarnecer Etruria donde reinaba una hija de nuestro rey Carlos IV.

Pero eso está muy lejos de Rusia...
Desde luego, pero las cosas fueron complicándose. Aquellas eran unas tropas escogidas y muy bien adiestradas y a Napoleón le molestaban allí, quería sacarlas de Italia, donde tenía otros planes. Invocando el Tratado de San Ildefonso pide al valido Godoy que cumpla el compromiso adquirido de apoyarle con 14.000 hombres, entre los cuales exige que se incluyan los casi 5.000 acuartelados en Florencia, que deben ser enviados al Norte de Europa para defender Alemania de un posible ataque anglo-sueco.

Sigo sin ver qué relación tiene esto con Rusia.
Eventualmente las tropas de Etruria se incorporan a la División del Norte del Marqués de la Romana y son enviadas a Dinamarca para participar en un utópico ataque a Suecia. Estando en Dinamarca ocurre el levantamiento del Dos de Mayo en Madrid y el Marqués, tras una serie de vicisitudes, logra embarcar a los españoles en la flota británica y regresar a España. Pero en la isla de Seelandia han quedado dos regimientos, el de Asturias y el de Guadalajara, que no han podido embarcar. Son apresados y desarmados por los daneses, entregados a los franceses y encerrados en prisiones militares en Francia por negarse a reconocer a José Bonaparte como rey de España.

¿Y cómo termina la aventura?
A aquellos españoles se les ofrece como señuelo enrolarse en un regimiento para ir a luchar en la guerra de España. Naturalmente se enrolan prácticamente todos, pensando que una vez en España, ya tendrían ocasión de tomar partido. Pero en lugar de enviarlos a España, con la que tienen cortadas todas las comunicaciones, los van moviendo hacia el Este y cuando se dan cuenta están cruzando el río Niemen y penetrando en el Imperio Ruso en junio de 1812. Son casi 4.000 hombres divididos en cuatro batallones que los franceses, que con razón no se fían de ellos, procuran mantener separados y siempre en vanguardia del avance. Después de múltiples vicisitudes y en la terrible retirada del invierno de 1812, mi antepasado con sus soldados se pasa a los rusos, que para su sorpresa los reciben con los brazos abiertos y forman con los retazos de la unidad española un regimiento que el propio Zar patrocina y da su nombre, Regimiento Imperial Alejandro, con el que por fin regresan a España en Octubre de 1813.

¿Y en eso ha basado usted el libro?
Este no; bueno, sí en parte. Lo primero que hice fue transcribir el Diario de mi antepasado que cubre desde su salida de Barcelona en Enero de 1806 hasta su regreso a Santander en Octubre de 1813. Empecé a investigar en archivos militares, me molesté en aprender el idioma ruso, para recorrer los lugares donde estuvo mi antepasado y estudiar la otra cara de la moneda. Incluso me contactó la televisión soviética que me ofreció correr con todos los gastos a cambio de la exclusiva, pero no llegamos a ningún acuerdo. Eran los coletazos finales del régimen soviético y el horno no estaba para bollos. Pero publiqué el diario comentado que titulé “Un español en el Ejército de Napoleón”. Más adelante, basándome en ese diario escribí una novela histórica que se publicó con el título de “Huellas de sangre en la nieve” en la que mezclé realidad con ficción, rellenando con imaginación los huecos que mi antepasado había dejado en blanco. De todas formas la historia es real en un noventa y cinco por ciento, así como los personajes. Toda la aventura es ya de por sí bastante novelesca.

Entonces ¿de qué trata el nuevo libro?
Pues mire usted, en el proceso de buscar datos de fuentes rusas me aparecía con frecuencia el nombre de una mujer singular, Nadeshda Durova que, disfrazada de hombre y asumiendo una personalidad masculina, combatió en aquella guerra y llegó a alcanzar el grado de capitán de caballería. Fue protegida y condecorada por el propio Zar Alejandro I, y revelada su identidad al terminar la guerra, se le concedió el retiro con todos los honores, incluso el de uso del uniforme. En Rusia adquirí el libro de sus memorias y después de leerlo se me ocurrió la idea de ligarla de alguna forma con un oficial español, de los muchos que no regresaron de Rusia y entretejer un romance. Y ese es el libro en el que aparecen algunos personajes del anterior.

Pero entonces ¿se trata de un personaje real?
Cien por cien real, al igual que su “partenaire” español, el capitán José Aragón que es de los que desaparecieron tragados por la vorágine de aquella terrible guerra, pero que existió. He cambiado muchas de las circunstancias de la vida de Nadeshda Durova, especialmente la parte sentimental. Pero los detalles de sus correrías bélicas son auténticos casi al cien por ciento, en cambio he dejado correr mi imaginación en cuanto a sus sentimientos y personalidad como mujer. Nadeshda Durova es una verdadera heroína en Rusia y creo que su figura se merece el máximo respeto. Por eso he cambiado el nombre de pila de la heroína. En otras circunstancias las cosas pudieron haber ocurrido así...

Así ¿se trata de una nueva Monja Alférez?
Bueno, guardando las diferencias, podría decirse que su proceder fue similar al de Catalina Erauso. Pero éstas no son las únicas mujeres-soldado que ha habido. Tenemos el caso de Ana María de Soto que se enroló en 1793 como infante de Marina con el nombre de Antonio de Soto y fue licenciada con honores en 1798. En la mar sí que ha habido bastantes más mujeres que brillaron como corsarias o piratas: la almeriense Malinka ben Salvador, la francesa Juana de Belleville llamada “la tigresa bretona”, la china Ching Shih, la sueca Ingela Cathenhielm, las terribles piratas del Caribe Anne Bonny y Mary Read, y otras muchas.

Y ¿qué es eso de la pluma y el Beresina?
El Beresina es un río que actualmente discurre por Bielorusia. En la terrible retirada de Rusia, el ejército francés se vio cogido entre este río, cuyo único puente había sido destruido por los rusos y tres ejércitos rusos que le atacaban desde el norte, desde el sur y desde el este. Todo parecía perdido cuando surgió el genio de Bonaparte y la profesionalidad y maestría de sus generales. Con las maderas de las casas del pueblo de Studienka y tras engañar a los rusos sobre el lugar por donde pretendía pasar, el general Eblé construyó dos puentes de fortuna por los que evacuó al ejército francés. De todas formas en el cruce se calcula que perecieron alrededor de 25.000 personas especialmente acompañantes y familiares de los soldados. Fue terrible.

¿Y la pluma?
Eso es más bien simbólico y forma parte de la aportación de mi propia imaginación. En mi primer libro utilicé unos gansos migratorios como nexo de comunicación entre los amantes, en este he utilizado una gaviota...

¿Completará una trilogía con otro libro?
Tentado estoy y algo tengo pergeñado. Quizás aporte algún personaje de los otros libros y sitúe la acción en la Primera Guerra Carlista...

¿Y qué ave esta vez?
No lo sé... ¿Le parece bien un águila?

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