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La singular isla del tesoro de Robert L. Stevenson de Graphiclassic

La singular isla del tesoro de Robert L. Stevenson de Graphiclassic

La editorial regresa con un segundo volumen magníficamente ilustrado

Por Javier Velasco Oliaga
martes 17 de febrero de 2015, 09:01h

Graphiclassic vuelve con un segundo tomo de su colección. En esta ocasión se han centrado sobre la obra de Robert Louis Stevenson y “La isla del tesoro”. La visión que dan de la obra del escritor es totalmente holística. El libro desmenuza su obra como nadie hasta ahora ha hecho y para ello se han apoyado en diversos autores que tratan la novela, estandarte de las obras de piratas, de manera integral. Nada se escapa a las plumas de tanto escritor ilustre.

Reunir a escritores de la talla de Mario Vargas Llosa, quien reconoce que su novela favorita es La isla del tesoro, Alberto Manguel, Alejandro Jodorowsky, Rosa Montero, Javier Marías, Jordi Sierra i Fabra, Pilar Pedraza, Fernando Savater, Luis Alberto de Cuenca, Alberto Vázquez-Figueroa, Juan Madrid, Constantino Bértolo, Antonio Tabucchi y tantos más; o lustradores como Fernando Vicente, Federico del Barrio, David Pinto, Ángel Domínguez, Darío García, etc. No es tarea nada fácil ni sencilla.

Pero cuando vemos el resultado no podemos dejar de reconocer el maravilloso trabajo que han hecho los integrantes del Consejo Editorial, Carlos Uriondo Muñíz, Luis Conde Martín, Guillem Díez Guirao y Vital García Tardón. Con los dos primeros coincidí hace casi un año en el programa radiofónico cultural de Gestiona Radio El Marcapáginas que dirige David Felipe Arranz, cuando fueron a presentar el primer tomo que trataba sobre Moby Dick. Con mi amigo Luis Conde he coincidido tantas veces y hemos hablado tanto de literatura que ya he perdido la cuenta.

El volumen dedicado a Rober L. Stevenson es otra obra maestra que nos retrotrae a nuestra infancia, a las primeras lecturas de los clásicos juveniles que publicaba la editorial el Molino, a las primeras adaptaciones al cómic que se publicaron en los años sesenta y a las adaptaciones que se realizaron en el cine. La primera y la mejor, sin duda alguna, fue la que dirigió Victor Fleming en 1934 con Wallace Berry y Jackie Cooper, Jim y John Silver. Siempre irán asociados a esos dos actores. Las versiones posteriores fueron meros pastiches de la primera. Decir que la película de Fleming se hizo para lucimiento de ambos actores es no saber lo que se dice.

La isla del tesoro está asociada a nuestra infancia, a la de millones de niños que soñaron que ese pirata, al que le faltaba una pierna y bebía ron mientras buscaba un tesoro por las islas del Caribe. Era el arquetipo de lo que todos queríamos ser de mayor. El escritor escocés supo transportarnos a un tiempo, para él reciente, lleno de misterio y aventuras. Algo que supo hacer con genial maestría en todas sus obras, tales como El Señor de Ballantrae o Extraño caso del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde. Obras tan maestras como la que tratamos.

Este bucanero honesto, como lo califica con acierto Alberto Manguel, fue todo un enigma en vida, un misterio viviente. De ahí que tanto millones de lectores se hayan querido mimetizar con él y, sobre todo, con los personajes de sus obras. Javier Marías lo explica muy bien en su colaboración. Stevenson fue una persona enferma que luchó casi toda su vida contra la enfermedad, contra esa pertinaz tos que le dejaba los pulmones secos. En ocasiones, la enfermedad nos acerca a la creación. Stevenson fue uno de ellos, que si no hubiera muerto prematuramente nos abría legado muchas más increíbles historias.

Stevenson siempre se movió con una doble moral. Hijo de padres presbiterianos, fue un moralista que renegaba de serlo. Sus personajes tenían muchas características de él. Lo mismo ocurría con su graciosa majestad que nombraba caballeros y sires a los más despóticos y crueles corsarios británicos.

Rosa Montero escribe un excelente artículo sobre la esposa de Stevenson, Fanny, a la que la historia no ha tratado como merece. Los problemas mentales que arrastraron los dos durante su vida hicieron que sus relaciones no fuesen idílicas. Fanny, una vez viuda, se dedicó a vivir la vida con algún que otro amante, alguno más joven que ella, hasta su muerte, como señala la periodista y escritora madrileña, “Fanny debió ser una gran mujer”, la mentalidad machista de la época hizo que quedase postergada.

Página a página vamos conociendo a Robert Lewis Balfour, tal era su verdadero nombre hasta que decidió cambiárselo, desde todas las perspectivas posibles. Con su obra ocurre lo mismo y cada autor va aportando curiosidades de su vida que se han mantenido ocultas. Con su obra pasa lo mismo y con todo lo que después ha generado. Sus múltiples ediciones editoriales, los cómics que dieron lugar de la novela original. Todo queda plasmado sobre este gran escritor y viajero. Señalar un artículo sería una necedad ya que todos tienen una innegable calidad.

Los libros de la colección de Graphiclassic están llamados a convertirse en clásicos. Una auténtica delicia para los sentidos. Sus ilustraciones son prodigiosas, algunas rescatadas del olvido y otras originales que hacen del libro un placer. Afortunadamente, quedan personas que quieren legar trabajos que permanezcan en el tiempo. El libro gusta tanto a los que ya dejamos la adolescencia en un recodo perdido del pasado y a los jóvenes que descubrirán las obras maestras del pasado que por su calidad y calidez no se quedan en él y trascienden en el tiempo, bien sea a bordo de galeones o ingenios voladores que llegan a Selene. En el próximo volumen lo descubriremos.

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