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Regresan Mortadelo y Filemón con un caso sobre la corrupción
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Regresan Mortadelo y Filemón con un caso sobre la corrupción

“Los políticos hacen competencia desleal a los humoristas”

miércoles 08 de abril de 2015, 00:53h

Con “El tesorero”, Francisco Ibáñez ya ha publicado 200 álbumes de Mortadelo y Filemón y ya son sesenta años los que han pasado desde que aparecieron sus primeras aventuras en aquel mítico tebeo Pulgarcito. Desde entonces siguen igual de jóvenes, casi igual que el propio autor. Por él, que parece que los años no sólo no pasan, sino que sigue tan joven y dinámico como cuando se le ocurrieron estos dos personajes de leyenda.
Francisco Ibáñez (Fotos: Javier Velasco)
Francisco Ibáñez (Fotos: Javier Velasco)

Tan en forma están los dos agentes de la TIA que antes de salir al mercado el nuevo álbum, ya se ha tenido que imprimir una segunda edición. 50.000 ejemplares serán colocados en todas las librerías y kioscos del país, garantizando unas sustanciosas ventas a Ediciones B, hasta tal punto que no quieren que Francisco Ibáñez se jubile, lo cual sería una catástrofe para el humor patrio, que se quedaría sin su representante más longevo. Desde luego, la relación calidad precio de nuestro humor se resentiría de manera clamorosa con su retiro.

Los records de Ibáñez son portentosos: 200 álbumes de 44 páginas arrojan más de 12.000 páginas de humor y lleva más de 29 millones de álbumes vendidos, algo inusual no sólo en España sino en el mundo entero. En la editorial ya están preparándose para cuando lleguen a los 30 millones, que sin duda celebrarán por todo lo alto.

El tesorero no es una historieta sobre un señor; es una historieta de Mortadelo y Filemón donde aparece un tesorero”, dice el autor en la rueda de prensa en la que ha presentado el álbum que ha tenido que ser reeditado antes de ponerse a la venta debido a la demanda de las librerías y añade que “no es un libro sobre este individuo”. Lo quiere dejar muy claro porque él no va contra nadie, sólo contra “los políticos que hacen competencia desleal a los humoristas”.

Y tiene toda la razón, el leer las declaraciones de muchos políticos nos hace, en ocasiones, carcajearnos. Ibáñez, sin embargo, les está muy agradecido. “Los periodistas me hacéis casi todo el trabajo y sin pagarles derechos de autor”, reconoce riéndose. La actualidad le da tanto material para sus libros que él sólo tiene que trasladarlo al papel pero, eso sí, añadiendo mil y un gags para que los lectores se diviertan.

“Mi humor es muy antiguo, como lo que hacía Harold Lloyd en las películas de cine mudo o Jaimito. Todo a base de gags y más gags que hagan reír al lector”, nos confiesa. Por eso, Ibáñez proclama las veces que sea necesario que “no quiero hacer con mis historietas crítica sangrienta de ninguna persona, ni crítica social, ni crítica política, sólo quiero hacer reír y que la gente se divierta”. Y claro está que lo consigue. Cuando empiezamos a leer “El tesorero” la sonrisa se apodera de nuestros labios y no nos abandona hasta que se termina su lectura.

El tesorero es fácilmente identificable, como el ministro del peculio y alguno más. Pero eso no es lo importante, lo que sí es importante es el tono con el que lo aborda y siempre teniendo en cuenta que “tratar personajes de actualidad tiene sus riesgos porque ahora están pero dentro de poco pueden no estar”, señala recordando lo que le pasó con algunos líderes soviéticos que duraban menos que un caramelo a la puerta de un colegio.

Recordó los tiempos en los que empezó con este par de agentes y sus primeras aventuras de unas olimpiadas –o limpiadas con jabón o limpiadas con estropajo…- decía Mortadelo en aquel volumen convirtiéndose desde aquel preciso instante en el rey del pareado y desde entonces no lo ha tenido que hacer tan mal por todo lo que ha vendido y “por todas las personas que esperan colas interminables para que les dedique mis álbumes”, dice en tono humilde.

“Si hay dos personajes tan bien avenidos como Mortadelo y Filemón son mi trasero y mi taburete”, apunta entre risas. No le ocurre lo mismo con el ordenador, ¡qué horror! Nunca ha podido con ello y ha seguido haciendo sus dibujos a mano. Otra cosa son las adaptaciones que se han hecho de sus obras con ordenador, que están teniendo un éxito arrollador. “Casi todas las adaptaciones han tenido la aceptación del público, tanto con personajes reales como con dibujos animados. Aunque algunos más parecían dibujos desanimados, sobre todo los hechos por los chinos. Un trabajo de chinos, por cierto”, evoca entre carcajadas.

“Nunca he tenido ningún problema con nadie. Nunca me han querido denunciar. Sólo tuve algún problemilla con la dictadura, lo cual era lógico”, recuerda. Se mostró agradecido con todos ellos y añade “alguno como Felipe González le hacía mucha gracia que le dibujasen”. Ahora no sabemos si en el Partido Papilar les hará gracia, porque no sabemos si ese partido tiene sentido del humor, pero lo que sí sabemos es que lo retrata de una forma un poco tergiversada, pero real.

A la pregunta de si debería haber algún representante del cómic en la Real Academia Española su respuesta es fulgurante: “el más risueño de los académicos se parece a la momia de Lenin”. Todo queda dicho. Y concluye que “sigo en esto para seguir aprendiendo”. Sincero, modesto y con un envidiable sentido del humor. Muchos tendrían que aprender.


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