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El periodista de investigación alemán Thomas Kistner presenta su libro "FIFA MAFIA"

martes 07 de julio de 2015, 11:51h
FIFA MAFIA
FIFA MAFIA

Corrupción, sobornos, tráfico de información, blanqueo de dinero, chantajes, espionaje… forman parte de la historia de la FIFA y de sus protagonistas. El periodista de investigación Thomas Kistner los denuncia en "FIFA MAFIA", un libro apasionante y exhaustivo sobre la historia de la federación con documentación inédita.

Siempre rodeado del escándalo, Joseph Blatter ha sabido aferrarse durante décadas a la silla de la presidencia de la FIFA. Ahora, pese a haber renunciado a su cargo el dos de junio de 2015 tras una reelección sonada y en medio de un escándalo de corrupción (uno más), los medios especializados insinúan que quizás pueda volver.

No es extraño que el padrino de la FIFA quiera conservar su puesto después de décadas al frente de la Federación Internacional de Fútbol Asociación pues, como denuncia el analista Thomas Kistner en FIFA Mafia (Córner), el puesto en estos años le ha reportado unos beneficios millonarios. A él y a sus acólitos, por supuesto. Porque “la FIFA opera como Vito Corleone, repartiendo sus áreas de negocio entre los miembros de la familia”, afirma el autor que escribió el libro antes de que estallara el escándalo.

“¿Cómo se consiguió que el Mundial 2022 se dispute en la calurosa tierra desértica de Catar? ¿Cómo convencieron los rusos de Putin a los directivos de la FIFA para que les concedieran el Mundial de 2018?”, se pregunta el autor del libro. La respuesta puede ser que la FIFA “ha adquirido un rasgo amenazador. Concretamente el de una familia de la mafia, con un jefe que lo controla todo y que no tiene que rendir cuentas por nada, con miembros leales que cumplen con el código de silencio y que han convertido la FIFA en una tienda de autoservicio”.

Kistner desgrana en FIFA mafia la historia de la federación y cuenta la corrupción endémica que siempre ha habido entre la familia del fútbol, desde elecciones de sedes de mundiales amañadas, a sobres bajo las puertas de los hoteles para conseguir la reelección, pasando por pagos a árbitros para que favorezcan a una selección.

El libro empieza el 11 de julio de 2010 cuando Joseph Blatter se siente el hombre más poderoso del fútbol, tras la final del Mundial de Suráfrica y “cuando recibe a los futbolistas españoles, campeones del mundo en Johannesburgo”. “El mundo entero tiene la mirada puesta en él y vibra extasiado”, escribe Thomas Kistner, “ningún jefe de Estado conoce una autoescenificación similar”.

Y eso porque a pesar de la sombra de la corrupción que pesa sobre su figura, Blatter ha conseguido tener para él mismo y la familia de la FIFA más prerrogativas que cualquier jefe de Estado. Y mucho más poder. Por este motivo el autor lo define como “el potentado que desde hace décadas reina en el fútbol”. Un deporte que se ha convertido, a juicio de Kistner en “un negocio de miles de millones, marcado por crecientes agresiones y nacionalismos, por la infiltración de gánsteres y del crimen organizado”.

Thomas Kistner no ahorra en FIFA mafia críticas a la comunidad mundial del fútbol ni a las empresas multinacionales ni a los periodistas complacientes, y mucho menos a los líderes de la política mundial que han jugado con los intereses del fútbol, o los jueces y responsables jurídicos de Suiza, el país donde reside la sede de la FIFA. Todos ellos, afirma, tienen su pequeña parte de culpa de que Blatter y los suyos hayan convertido el fútbol mundial en un mercadeo de favores. Porque, afirma tajante el autor: “Con Blatter, el término FIFA se ha convertido en sinónimo de corrupción”. “En los 39 años que el suizo lleva como presidente, director o secretario general, la federación se ha convertido en una especia de instrumento privado. Blatter dicta las reglas. Es la ley”, recuerda Kistner.

De hecho hasta mayo de 2015 la trama de corrupción en la FIFA no había recibido un golpe tan duro, pese a las denuncias constantes. Fue entonces cuando el Departamento de Justicia de Estados Unidos, junto con el FBI y la agencia tributaria, desvelaron los detalles de una acción contra directivos de la FIFA y empresarios que estarían implicados en una trama de corrupción que duró más de dos décadas. Se presentaron cargos de sobornos, chantajes, fraude y de conspirar para el blanqueo de dinero; y entre los acusados estaban algunos coprotagonistas de FIFA mafia: Jeffrey Webb, Jack Warner, presidente y ex presidente de la CONCACAF, que representa a la FIFA en América del Norte, Central y el Caribe.

Los orígenes
Pero esta es sólo la punta del iceberg de una corrupción endémica que tiene sus raíces casi en el mismo origen de la organización y que el autor ha ido investigando a lo largo de los años convirtiéndose en la bestia negra de Blatter y sus socios.

Kistner se remonta a lo que considera los orígenes del escándalo, en 1974 cuando “concluye la época de los caballeros de la FIFA” y se alza João Havelange como jefe supremo de la federación “que gobernará con puño de acero hasta 1998. Luego su protegido, Joseph Blatter, subirá al podio. Durante la era del comercio y con este dúo encaramado en la cúpula directiva, la FIFA se convertirá en un consorcio de miles de millones. Y con el dinero vendrá el escándalo”.

Pero ya antes, Horst Dassler, hijo de Adi Dassler, fundador de Adidas, “cambió el deporte y lo convirtió en un negocio”, y tras su muerte en 1987, “sus hombres de confianza se han repartido el deporte mundial sobre el que siguen reinando”. Porque de hecho fue Dassler el maestro de los que gobiernan el fútbol y “la herencia personal de Dassler es Joseph Blatter”.

El autor relata la pugna entre los dos hermanos creadores de Puma y Adidas, y sus herederos, y cómo el joven Horts aprendió pronto que podía llenarse los bolsillos con sobornos e información personal de algunos directivos del fútbol.

De hecho ya en esa época la policía secreta de Alemania del Este, la Stasi, va detrás de ellos y uno de sus espías relata cómo “el departamento de política del deporte dirigido personalmente por Dassler es, al mismo tiempo, el departamento de espionaje en el deporte más importante que opera hoy en día en los países capitalistas”. Y así seguirá siendo a lo largo de los años, hasta cuando Blatter logra que la mismísima Interpol entre en su juego.

Además, ya no le basta sobornar a los atletas para que lleven su marca sino que entiende el deporte en sí mismo como un producto de mercado con el que hacerse millonario. Y cuando empiezan a comercializarse los derechos para televisión de los partidos ve su oportunidad de oro y crea la International Sport and Leisure (ISL), que años después provocará el mayor colapso financiero de la historia de Suiza y que dejará a la FIFA sin capital. El autor de FIFA mafia relata cómo durante la investigación de la quiebra se descubre que la ISL tiene una fundación en Liechtenstein dotada con miles de millones de francos que seguramente se destinan al soborno de altos directivos de las federaciones deportivas.

Pero en esos primeros años, Dassler consigue los derechos de explotación comercial del Mundial de 1986 por 45 millones de francos y los vende a los patrocinadores con una facturación final para la ISL de 200 millones de francos. Pero para conseguir esos derechos debe sobornar a muchos directivos.

En esta época Blatter llevaba mucho tiempo a la sombra de su maestro. En 1975 era director de programas y desarrollo de la FIFA y se convirtió en el hombre de Dassler y Havelange dentro del mundo del fútbol. Y entre 1974 y 1975 ya fue instruido en el cuartel general de Adidas, donde conoció a Jean-Marie Weber, más conocido como el hombre del maletín.

El ascenso de Blatter:
Finalmente, tras un episodio de tragedia griega, Blatter es elegido en junio de 1998 como nuevo presidente de la FIFA, tras una noche donde los sobres marrones llenos de dinero corren por las habitaciones de la delegación africana del Hotel Méridien. Ya entonces suenan tambores de corrupción contra el nuevo presidente que hace caso omiso y “desde el primer día se dedica a protegerse con teléfonos intervenidos…”, según Kistner, y “a formar un gobierno paralelo denominado Tripulación de Mando”.

Ni las acusaciones de soborno y estafa ni las luchas intestinas ni el cambio de auditores (la compañía KPGM pasó a auditar a la FIFA), pueden con Blatter que “procede a su antojo respecto a las finanzas de la FIFA”.

De hecho son los analistas de la KPGM los que ya descubren intentos de lavado de dinero por parte de Ricardo Teixeira, el que sería presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) y organizador del Mundial de Fútbol de Brasil 2014, y cuyo socio sería años después el ex presidente del FC Barcelona, Sandro Rosell. Teixeira está siendo ahora investigado por la Policía Federal brasileña, acusado de blanqueo de dinero y de haber movido hasta 146 millones de dólares obtenidos de forma fraudulenta.

Pero a pesar de las denuncias de algunos directivos de la FIFA que acusan a Blatter ante la fiscalía de Zúrich por “sospecha de estafa y prácticas comerciales desleales” ya en 2002, el jefe del fútbol mundial sigue siendo reelegido elección tras elección y mostrándose ante el mundo como el más ético de los hombres. Claro que, según Kistner, lo consigue cambiando a su antojo las normas.

El autor denuncia los sobornos generalizados, el tráfico de información y la venta ilegal de entradas de esos años y afirma que “las adjudicaciones de las sedes mundialistas son la rueda de la fortuna más grande que los directivos de la federación mundial de fútbol pueden hacer girar” y recuerda cómo en el congreso de Sidney de 2008 Blatter se saca de la manga la doble adjudicación de sedes para los Mundiales de 2018 y 2022, a Rusia y Catar, nada menos: “Es tiempo de negocios, chanchullos, pujas y sobornos”.

Thomas Kistner (1958) es colaborador del Süddeutschen Zeitung y jefe de la sección de política deportiva. En 2008, recibió el Premio Theodor Wolff, y en 2006 fue elegido mejor periodista de deportes del año. Se le reconoce internacionalmente como uno de los más prestigiosos periodistas de investigación en política deportiva y crimen organizado en el deporte. Además, es comentarista de la emisora de radio Deutschlandfunk y participa en tertulias televisivas sobre dopaje y corrupción en el deporte.


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