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El escritor chileno Diego Zuñiga publica su segunda novela, "Racimo"

martes 29 de septiembre de 2015, 08:57h
Racimo
Racimo

El protagonista de "Racimo", la segunda novela del escritor chileno Diego Zúñiga, es un fotógrafo de un periódico local que se ve envuelto en la misteriosa desaparición de unas adolescentes en el norte de Chile. La novela es un thriller personal y muy emotivo.

Tras el éxito de crítica obtenido con su opera prima Camanchaca (Literatura Random House, 2012), el escritor chileno Daniel Zúñiga regresa a las librerías con una novela que, sin abandonar el tono intimista de su anterior libro, se adentra en otros géneros literarios, como la denuncia social, la crónica narrativa y el thriller de suspense. "Racimo" confirma la solvencia y el talento de uno de los escritores latinoamericanos más jóvenes del momento y nos recuerda que, después de Roberto Bolaño, hay vida en la literatura chilena

Racimo es la historia del fotógrafo Torres Leiva que, el 11 de septiembre de 2001 y por tanto el mismo día en que dos aviones cambian el rumbo de la Historia al estrellarse contra las Torres Gemelas de Nueva York, viaja al norte de Chile, en concreto a la región de Iquique, para retratar un extraño suceso de carácter religioso: la Virgen de una iglesia llora sangre. Le acompaña García, un redactor de la revista La Estrella que también debe cubrir el acontecimiento.

Sin embargo, mientras circulan por la carretera que atraviesa el desierto, Torres Leiva y García ven a una niña caminando por el arcén y, cuando se detienen para recogerla, descubren que «tiene un corte en la cabeza y el jumper del colegio lleno de tierra», además de estar perdiendo sangre entre las piernas. Rápidamente la llevan al hospital, donde la chiquilla, que resulta haber sido violada y maltratada reiteradamente, entra en coma.

Inmediatamente se personan dos carabineros que, además de hostigar a los periodistas con toda clase de preguntas y de tratarlos con un desprecio evidente, les informan de que la chica responde al nombre de Ximena y de que, según consta en los archivos policiales, desapareció hace dos años. Y es que Ximena fue una de las víctimas de la oleada de secuestros de mujeres que acaeció, durante un periodo próximo a la década, en la comuna de Alto Hospicio, una zona del país altamente depauperada en la que viven obreros y parados sin más futuro que la miseria.

La reaparición de Ximena, a quien todo el mundo daba por muerta, despierta las esperanzas de las madres de las otras niñas secuestradas, quienes enseguida se organizan para manifestarse ante el ayuntamiento exigiendo una investigación sobre lo ocurrido con sus hijas. Tal vez no estén muertas, quizá aún estén a tiempo de encontrarlas.

Los secuestros que golpearon a los habitantes de Alto Hospicio se produjeron entre 1994 y 1999, y todas las víctimas eran estudiantes del liceo Pedro Prado, tenían entre 9 y 15 años y vivían en La Negra, uno de los barrios más marginales de Alto Hospicio. Para llegar al colegio o para regresar a sus hogares, las estudiantes usaban un colectivo público, pero, cuando se les escapaba, tenían que aceptar esos taxis piratas que las llevaban al centro de enseñanza o las devolvían a casa por cien
pesos.

Entre las desaparecidas estaba Ximena, una niña que poco tiempo antes había iniciado una campaña para impulsar la búsqueda de su prima Daniela, otra menor secuestrada a quien los carabineros no buscaban por considerar que se había fugado con un hombre treinta años mayor con quien mantenía una relación sentimental.

Con esta explicación, los políticos y carabineros de Alto Hospicio se sacaban el muerto de encima, llegando a resultar tan cómoda que, al final, aducían que las otras niñas de Alto Hospicio tampoco habían sido secuestradas, sino que todas habían huido de sus hogares para iniciar una nueva vida lejos de la miseria a la que estaban sometidas.

Sin embargo, la reaparición de Ximena remueve todos los cimientos y obliga a las autoridades a investigar un tema que García, el compañero de fatigas de Torres Leiva, conoce sobradamente. Él publicó un reportaje sobre esas desapariciones en La Estrella y ahora está preparando un libro en el que, además de denunciar la situación de desprotección en la que se encuentran las menores de la ciudad, muestra la ineficacia de los carabineros y la indiferencia de los políticos. Además, García está convencido de que muchas de esas chiquillas fueron llevadas a la ciudad fronteriza de Tacna (Perú) para ser explotadas sexualmente y, también, de que algunas de ellas pasaron por el rancho de la familia Biagianni, un lugar donde se organizaban fiestas con menores de edad para gozo y disfrute de los hombres influyentes del país, entre los que podrían destacar, según se rumorea, los hijos del mismísimo Pinochet

Pero todas las hipótesis sobre el destino de las niñas se convierten en una única certeza cuando Ximena sale del coma y relata su propio secuestro.

Sus palabras permiten que la policía detenga a Miguel Ángel Paz Solís, un obrero en paro que se ganaba algunos pesos haciendo de ‘taxi pirata’ y que un día, sin tenerlo siquiera planeado, decidió llevarse a una niña para violarla y matarla. Así empezó su oleada de crímenes: más de una docena de adolescentes murieron lapidadas por aquel salvaje después de haber sido violadas, pero Ximena se salvó de la muerte porque, en vez de matarla, Miguel Ángel Paz Solís decidió encerrarla en una cabaña para convertirla en su esclava sexual.

Con estos elementos compone Diego Zúñiga una magnífica novela que aúna todos los géneros literarios que ahora mismo destacan en la literatura latinoamericana: la novela de investigación al estilo Piglia, la novela intimista al estilo Zambra, la novela social al estilo Bisama, la novela polifónica al estilo Bolaño y la crónica periodística al estilo Guerriero. Géneros a los que tal vez habría que añadir la novela de suspense que se está escribiendo en todo occidente. Zúñiga regresa a un territorio desértico y empobrecido muy parecido al que ya reflejó en su anterior novela, Camanchaca, pero esta vez lo hace con una historia en la que nos habla del silencio, la soledad y la pobreza que rodea a quienes habitan esas regiones.

Diego Zúñiga (Iquique, 1987) es un escritor y periodista chileno. Ha publicado la novela Camanchaca (La Calabaza del Diablo, 2009; Random House Mondadori, 2012), traducida al italiano y al francés, y el libro sobre fútbol Soy de Católica (Lolita Editores, 2014). También ha participado en varias antologías de relatos, como por ejemplo Todo es cancha (Alfaguara, 2014). Ha merecido el Premio Roberto Bolaño por su novela inédita Malasia y la Beca de Creación Literaria del Consejo de Cultura y la Artes, los Juegos Literarios Gabriela Mistral y el Premio a las Mejores Obras Literarias de 2013 otorgado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (en la categoría ‘Novela Inédita’) por Racimo. Ha sido miembro de la editorial Montacerdos, colabora regularmente en la revista Qué Pasa y es parte del equipo editorial de 60 watts.

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