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El soldadito de plomo
El soldadito de plomo

"El soldadito de plomo" adaptado por Clara Luna Rodríguez

Por Víctor González
miércoles 07 de octubre de 2015, 12:02h

«Que la imaginación juegue su papel y permita que cualquier persona, sin importar la diversidad o capacidad lectoescritora, pueda interpretar una historia narrada únicamente con ilustraciones.»

De esta manera se nos presenta una original versión del famoso cuento escrito en su origen por Hans Christian Andersen y adaptado en esta ocasión por Clara Luna Rodríguez para la editorial La Topera. Y es que este no es ‘El soldadito de plomo’ que todos conocemos. Aquel que, sentados en el sofá o tumbados en la cama, dejamos leer a nuestros hijos o leemos nosotros para que ellos imaginen mientras sueñan. No, este es un libro donde, aunque parezca mentira, la palabra no es la protagonista. Y no lo es, porque en la vida de los niños a los que va dedicado el libro, tampoco es la palabra la protagonista. Clara Luna Rodríguez, mediante vivas y entrañables ilustraciones, crea una obra con la que poder abrazar a todo aquel con TEL (Trastorno Específico del Lenguaje) y llevarlo por el sendero alado de la imaginación. Imaginar es casi un imprescindible en la vida de los niños y no solo se traspasa la puerta que nos lleva a ello con las palabras. Este es un claro ejemplo de cómo mediante imágenes se puede contar una historia que ya es uno más de la familia en las casas, la del pequeño soldadito de plomo que siente, que ama, que tiene corazón. Tiene corazón, y este late para todos, ya sea para alguien que lee o para alguien que no puede hacerlo, porque todos tenemos derecho a saborear los cuentos, a sentir la Literatura, a soñar y sentir ya tengamos los ojos abiertos o cerrados. Todos tenemos derecho a leer, ya sea fijándonos en palabras, escuchando a alguien o simplemente creándolo todo en nuestras cabezas. Leer no es más que inventar historias propias y personales a través de la experiencia de otro, adaptar la vida de otros a la nuestra. Leer no es más que viajar sin moverse del sillón. Y este es un derecho universal.

Muchas veces, solo al cerrar fuertemente los ojos es cuando todo mejor se ve. Muchas veces es gracias a la imaginación por la que seguimos colgados de un tendedero que cada vez tiene menos pinzas cargadas de realidad. La imaginación es el sostén, es el darnos cuerda, es el seguir caminando. ¿Hasta dónde? Hasta donde nosotros queramos.

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