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Entrevista a José Luis Gil Soto, autor de “La dama de Saigón”

José Luis Gil Soto
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José Luis Gil Soto (Foto: Javier Oliaga)

“Una novela histórica tiene que enseñar historia y no confundir”

Por Javier Velasco Oliaga
miércoles 04 de noviembre de 2015, 10:45h

La ubicación más alejada de España es Nueva Zelanda, nuestras antípodas. Sin embargo, cuando nos referimos para ir a un lugar lejano y desconocido no citamos ese país de Oceanía sino que citamos a la Cochinchina. El saber popular tiene un dicho: Irse a la Cochinchina. No hay un lugar más recóndito o alejado. Y precisamente en esa tierra que hoy conocemos como Vietnam, las tropas españolas realizaron una gran gesta militar, hoy olvidada. Precisamente, de esa aventura nos habla el escritor José Luis Gil Soto en su nueva novela “La dama de Saigón”.

  • José Luis Gil Soto

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  • José Luis Gil Soto en la Librería Antonio Machado

    José Luis Gil Soto en la Librería Antonio Machado

José Luis Gil Soto
José Luis Gil Soto (Foto: Javier Oliaga)

Pero no sólo de ese episodio militar, el escritor e ingeniero pacense nos narra varias historias que sucedieron por aquellos lares. Estamos en la mitad del siglo XIX. En España reinaba Isabel II, el desprestigio de España, a nivel internacional, era terrible. La pérdida de América nos había abocado en un pozo. Sólo nos quedaban Cuba y Filipinas. Y precisamente desde nuestra última colonia asiática partió una expedición mandada por el coronel Palanca para apoyar al ejército francés en aquellas tierras. Napoleón III había presionado al gobierno español para que le acompañase en esa aventura. 1.500 soldados partieron hacia Annam para intentar reconstruir nuestro maltrecho prestigio.

La dama de Saigón” tiene cuatro historias diferentes que confluyen. La primera es la de Isabel Ripoll y Vallespin, hija de un naviero gaditano arruinado; la segunda es la historia de Ylang una joven filipina que quiere salir de la prostitución; la tercera es la historia de los dominicos en tierras de la Cochinchina y la cuarta es la aventura del teniente Queralt y sus compañeros de armas en una guerra donde España no se jugaba nada y que no conseguiría ningún rédito. “Son cuatro novelas en una”, dice con convencimiento.

José Luis Gil Soto es un prestigioso ingeniero que en su tiempo libre estudia Humanidades en la universidad a distancia y que le gusta escribir sólidas novelas históricas. “La dama de Saigón” es su tercera novela. La primera, una biografía novelada de Manuel Godoy, conocido como Príncipe de la Paz, pacense como el autor, que fue mucho más que el amante de la esposa de Carlos IV. Personaje con muchas sombras, pero también con algunas luces, que retrató en “La traición del rey” que consiguió un notable éxito.

Con su segunda novela, “La colina de las piedras blancas”, fue finalista del Premio Caja Granada de Novela Histórica en 2010, en la que relata la odisea de los supervivientes de la Gran Armada en tierras británicas. Desde ese año en que publicó la novela, se ha dedicado a escribir “La dama de Saigón”. “El proceso de escritura fue mucho más fácil que las anteriores novelas ya que me ha valido de mucho el ensayo que sobre la guerra de la Cochinchina escribió el general Luis Alejandre Sintes”, reconoce el escritor en una entrevista que mantuvimos en una cafetería madrileña cercana a la Sociedad General de Autores.

Otro de los episodios de la novela, la quiebra de la naviera de Joan Ripoll, padre de la protagonista Isabel, también se basó en un hecho real. “En esos mismos años quebró la naviera Ignacio Fernández de Castro y Cía y me ha servido para describir la quiebra en mi libro. La calle donde vivía el propietario de la naviera era Ahumada, 7 de Cádiz y también la he utilizado como un homenaje. Por lo tanto, creo que es una justificación muy creíble ya que lo que relato con dos juntas de acreedores, también ocurrió en la realidad”, cuenta José Luis Gil Soto.

Estamos, pues, ante una novela histórica muy documentada y muy verosímil que tardó en escribirla un año, aunque por motivos de trabajo no ha podido rematar hasta este mismo año. Y en tan sólo un par de meses la ha terminado de dar forma y encontrar un final sugerente para la misma.

Para Gil Soto, “una novela histórica tiene que tratar episodios desconocidos y, sobre todo, enseñar historia. Las malas novelas históricas pueden, incluso, confundir”, afirma con rotundidad. La ficción y los hechos históricos tienen que tener cierta verosimilitud. En su novela se cumple esta premisa de manera muy satisfactoria. Sus personajes de ficción tienen esa credibilidad que pedimos en este tipo de novelas. De todos sus personajes, “son las dos mujeres, Isabel y, sobre todo, Ylang a las que tengo más cariño”, confiesa y añade “la historia de Ylang es muy real y muy del pueblo. Una historia de superación de una persona que no acaba de encontrar su sitio, que cuando parece que todo le va bien, la vida le da un palo”. La joven filipina se merecía un destino mejor pero José Luis Gil Soto ha querido dejar la historia “un poco en el aire”.

De las cuatro historias que narra en la novela, la de los dominicos es con la que tuvo más dudas para incluirla. “Pero esta historia es fundamental para explicar lo que sucedió en Oriente en esos años”, apunta. La historia militar de la expedición del coronel Palanca tuvo mucha polémica en el país. “Salustiano de Olózaga la tachó de ilegal en las Cortes ya que se vulneró el artículo 45 de la constitución no promulgada de 1856 que exigía la aprobación de las Cortes para entrar en guerra.

El motivo real, como hemos comentado anteriormente, fue que lo pidió Napoleón III, casado con la española Eugenia de Montijo, al gobierno español y éste, ávido de prestigio, aceptó la invitación. “Los españoles fueron unos meros auxiliares de los franceses. Acabamos la guerra con 200 soldados, diezmados por las fiebres y las infecciones. El coronel Palanca lo hizo bastante bien en el plano militar y económico. Llegó a conseguir ventajas comerciales, ya que el gobierno no quería territorio alguno en aquellas tierras”, cuenta el autor.

“Desde el primer momento que me puse a escribir tenía claro que tenía que haber una trama de vidas cruzadas que confluyesen y, por supuesto, que hubiese algún crimen”, refiere José Luis Gil Soto. Además, opina que hay muchos pasajes de nuestra historia que se merecen que los conozca la opinión pública, “parece que lo que no sale en la televisión es que no existe”. Para terminar concluye diciendo que “los artículos, los ensayos y, por supuesto, las novelas tienen que hacer reflexionar”. “La dama de Saigón” tiene esa virtud y muchas más.

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