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"Cárceles imaginarias", de Luis Leante

Por Javier Velasco Oliaga
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h
Cárceles imaginarias
Cárceles imaginarias
La última novela del escritor murciano Luis Leante es una obra profundamente histórica y documentada. "Cárceles imaginarias" es un retrato de la España que se encuentra a caballo de dos siglos y de la pérdida de nuestras colonias de ultramar. Una de ellas, Filipinas, muy poco tratada, es la gran desconocida para la mayoría de españoles. El libro ya sido publicado por Alfaguara.
A estas alturas, no vamos a descubrir a un escritor tan sólido como Luis Leante, pero sí vamos a conocer, gracias a él, la pequeña historia de la colonia española más alejada y desconocida de nuestras tierras. Filipinas fue la hermana pobre de nuestras conquistas de ultramar, la más abandonada y la más ignorada. Allí, como hicieron los británicos con Australia, se mandaban a algunos presos a redimir sus condenas. En el caso hispánico, muchos anarquistas fueron enviados allí. En el caso de esta novela, el protagonista no fue un preso, pero sí un anarquista que tuvo que huir de su patria para ocultarse en el otro extremo del mundo.

Sobre el destino de Ezequiel Deulofeu trata la novela. Su comienzo como anarquista y las vicisitudes que tuvo que pasar en Barcelona fueron la causa de su huida a Filipinas, estancia que hubo de terminar por la independencia de la colonia y su posterior viaje a Valparaíso, ciudad costera de Chile. Es la parte principal de la trama. Una trama escrita a dos velocidades, a dos marchas, radicalmente distintas una de otra.

La primera parte es la investigación histórica de los hechos, realizada en una reciente época, la década de los ochenta del siglo pasado. Al protagonista Matías Ferré le llegan, por distintas vías, una serie de informaciones con las que realizará un libro sobre los anarquistas catalanes en Manila. Una vez publicado el libro se sigue encontrándosecon información de Deulofeu lo que hace, más que seguir investigando, atar los cabos que habían quedado sueltos.

La segunda parte es la novela histórica en sí. La ambientación de la Cataluña que se encuentra a caballo de dos siglos y el anarquismo campaba por una ciudad sin ley, los numerosos atentados, uno de ellos el del Corpus de 1986 es el desencadenante de la trama. Este atentado que nunca se llegó a resolver es el desencadenante de la novela. Deulofeu tuvo que huir por ser uno de los numerosos sospechosos que tras una represión brutal mereció una denuncia internacional y ser punto de mira de diversos medios periodísticos.

Su huida a Manila, su posterior periplo hacia Valparaíso y años después a Barcelona, en un viaje de ida y vuelta, es el desarrollo de una trama que es fiel a la historia en cuanto a los acontecimientos narrados, pero que tiene una gran dosis de ficción, al contar una vida que podía haber sido de muchas formas, pero a la que Leantesabe dar una gran intriga. La vida de Deulofeu tiene morbo, tiene un aspecto político, en cuanto a su militancia anarquista; un aspecto erótico, en cuanto a sus relaciones con las hermanas Santalla; un aspecto periodístico, en cuanto a sus muchas colaboraciones en diversas publicaciones; familiar, policial... Muchos aspectos que configuran una novela que nos deja sin aliento.

La forma con que encara ambas tramas es radicalmente distinta. La trama histórica está, sobre todo, muy documentada y su escritura es árida, intensa y fuertemente sugestiva. Escrita casi sin respiro, sin apenas signos de puntuación. Nos va describiendo de manera muy visual la sordidez de unas vidas descritas en blanco y negro, en color sepia, de las antiguas fotos de época, y todo está en un tono apagado como si la vida se viviese sin querer vivirla. Los hechos discurren de una forma, pero podrían haber discurrido de otra. Esas decisiones que se toman pueden encaminar la vida hacia un lado u otro.

Deulofeu toma decisiones y esas le llevan a una vida cambiante, insatisfecha, que no termina de manejar a su gusto y que le van conduciendo errante en diversos viajes, siempre en espiral, que más que hacerle avanzar en la vida, le meten en un laberinto del que no puede salir.

La trama contemporánea tiene más colorido. Si en la parte histórica es el sepia el color dominante, aquí nos encontramos con un technicolor de la película más actual y así está escrita, muy cinematográfica, con diálogos muy dinámicos y actuales; con escenas muy medidas y precisas que nos van dejando con la miel en los labios en cada cambio de escena hasta que al final todo encaja. Las dos tramas tenían un mismo objetivo, explicar el cómo y por qué de una investigación y su contexto. Todo queda unido por un nexo sorprendente que nos despeja todas las dudas y nos da todas las claves.

Estamos ante una novela muy interesante, de lo mejor que hemos leído en los últimos meses, de un escritor cada día más formado, sólido y pujante. Luis Leante nos dará, con toda seguridad, obras cada vez más y mejor elaboradas y que continuará buscando, tanto en el fondo como en el estilo, cómo sorprender al lector. Un escritor que narra con la precisión de un orfebre, atento a todos los detalles.

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