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Sebastián Roa
Sebastián Roa (Foto: Javier Oliaga)

Entrevista a Sebastián Roa: “Me enseñaron que uno de los pilares de nuestra cultura era la filosofía griega, y sigo convencido de ello”

Autor de "Enemigos de Esparta"
Por Javier Velasco Oliaga
domingo 02 de septiembre de 2018, 01:00h

Con “Enemigos de EspartaSebastián Roa se ratifica como uno de los tres mejores escritores de novela histórica de nuestro país, aunque a él esta denominación le dé un poco de repelús. Su nueva novela está increíblemente bien escrita y tiene un ritmo y una fuerza que hace que nos devoremos el libro en cuestión de horas.

Si la mayoría de sus novelas se han centrado en el mundo medieval y, especialmente, almohade, el salto a la Grecia clásica le ha sentado de maravilla. Su protagonista, Prómaco, es un héroe clásico con todas las características y esencias que nos hacen amar a un personaje como él. Destaca, en la novela, también el gran guerrero y político tebano Epaminondas, el primero que fue capaz de derrotar hasta ese momento a los invencibles espartanos, sobrevalorados, sin duda alguna, en las producciones cinematográficas. En la entrevista, realiza un gran resumen de su novela y nos cuenta algunos de sus secretos.

Abandona el mundo almohade para centrarse en la antigua Grecia. ¿Qué le ha hecho cambiar de época y lugar?

La antigüedad clásica me ha atraído siempre, aunque las circunstancias me arrastraron hacia la novela histórica medieval, y me he movido a gusto en ella durante casi diez años. Con toda probabilidad volveré al redil, porque tengo más planes medievales a los que dar salida. "Enemigos de Esparta" responde a un proyecto que esperaba su momento, y lo cierto es que viene bien cambiar de aires. Tampoco descarto revisitar Grecia o moverme a otras épocas.

¿Le ha costado documentarse en la sociedad griega más que en la almohade?

La documentación es accesible en ambos casos, pero hay diferencias a favor de Grecia, tanto cuantitativas como cualitativas. O sea, existe mucha más documentación sobre la antigüedad clásica, y además está traducida y analizada de sobra. Lo que sabemos sobre los almohades, sin embargo, es de traducción relativamente reciente, no muy abundante y, además, responde a criterios panegíricos.

Filósofos como Platón, sobre todo, o Aristóteles están muy presentes en la novela. Han pasado 25 siglos desde entonces. ¿Sigue la filosofía griega vigente como el primer día?

A mí me enseñaron que uno de los pilares de nuestra cultura era la filosofía griega, y sigo convencido de ello. Contamos con las aportaciones de otros muchos pensadores a lo largo de los siglos, claro. De hecho, creo que las doctrinas platónica y aristotélica han llegado hasta nosotros en parte gracias a esos pensadores posteriores. Es más: tuve la oportunidad de comprobarlo al servirme de Averroes como personaje en la Trilogía Almohade.

El teatro está muy presente en su novela. ¿Ocurre lo mismo que con la filosofía?

Desde luego. Por ejemplo, tiene mucho de actual la escena del teatro en Atenas, con esa reposición de la Andrómaca de Eurípides. Usar la ficción para transformar la realidad, para excitar la pasión o invocar a la reflexión es lugar común a lo largo de la historia. ¿Te cuento un secreto? Cuando escribía esa escena, no se me iba de la cabeza otra: la del final de la película Ay, Carmela. No podía evitarlo: veía a Carmen Maura en lo alto del escenario, cubierta con esa bandera republicana.

¿Qué le ha atraído más el mundo espartano o el tebano?

Llevamos mucho tiempo abducidos por Esparta, ¿no crees? No es de extrañar. Fue una sociedad única; también pesa la forma en las que nos la han representado. Despojar de su aura a Esparta, apartarse de la idealización, disminuye su atractivo. En cuanto a Tebas, pasó por varios momentos, unos más delicados que otros. La Tebas de Pelópidas y Epaminondas es atractiva precisamente por su oposición a la peor Esparta.

Llevamos mucho tiempo abducidos por Esparta

¿Tenemos una idea equivocada de Esparta gracias al cine?

Más que por el cine, por nuestro empeño en juzgar historiográficamente lo que no deja de ser una ficción destinada a satisfacer otras necesidades u otros placeres. En cierto modo, estamos engrasando el picaporte del trastero con aceite de oliva virgen. Esa fea manía de aprehender históricamente la ficción —el cine, el cómic, la novela— es lo que ha deformado nuestro concepto de, entre otras cosas, la sociedad espartana.

De entre todos los personajes históricos que hay en su novela. ¿cuál le atrae más?

Difícil respuesta. Pero me inclinaré por Epaminondas, que ya me llamó la atención hace muchos años.

En su opinión, ¿Epaminondas fue más guerrero o político?

A juzgar por lo visible de su legado, debería inclinarme por el Epaminondas guerrero. En la sombra queda, paradójicamente, su brillante actuación en lo que hoy llamaríamos política internacional. Sobre todo los asuntos de la Liga Arcadia, de Mesene y de Megalópolis. Trazas de magnífico estadista.

¿Qué es lo que más le llama la atención del ilustre tebano?

La combinación entre arrojo y astucia. No solo en la batalla o en la toma de decisiones políticas. Existe un delicioso episodio relacionado con una grave acusación ciudadana en Tebas y la petición judicial de la pena de muerte. Fue un placer recrearlo en la novela.

La historia del Batallón Sagrado es un hecho realmente insólito. ¿Tiene más de leyenda que de realidad?

Ese tipo de unidades de élite era más frecuente de lo que parece, lo que otorga verosimilitud a todo lo que rodea al Batallón Sagrado. Contamos incluso con el testimonio admirado de algún que otro enemigo. Lo más llamativo a mi juicio es el hecho de que se tratara de 150 parejas de amantes homosexuales. Tanto por el fundamento como por sus connotaciones actuales.

“Todos los personajes de todas las novelas son ficticios. Incluso los que, por decirlo de algún modo, reproducen a personas que vivieron realmente”

La inclusión de Prómaco en medio de tanto personaje histórico, ¿a qué es debido?

Todos los personajes de todas las novelas son ficticios. Incluso los que, por decirlo de algún modo, reproducen a personas que vivieron realmente. Y todos, también, han de servir al objetivo dramático del autor. Como ya he dicho en alguna ocasión, la verdad literaria es lo que me interesa. La verdad histórica la dejo para los historiadores.

¿No podría faltar en su libro una insólita historia de amor?

Yo diría más: el amor es el tema principal de la novela. Amor en sus diferentes formas y estilos. ¿Puede parecer extraño entre tanta acción, tanta batalla y tanta intriga política? Ahí estaba parte del reto

¿Qué valores representa este luchador mestizo?

Algo que debería contestar cada lector por separado. Creo que Prómaco, más que para dar respuestas cocinadas, sirve para sembrar dudas y para hacerse las preguntas adecuadas.

En la novela hay cierta crítica a esa democracia ateniense, dice que la democracia es una sucesión de tiranías. ¿Rompió Tebas con esa inercia?

La democracia nunca es perfecta. No lo fue la ateniense, tampoco la tebana. No lo es la nuestra. Pero no creo que debamos renunciar a ella, así que lo deseable es buscar y descubrir sus defectos. Espero haber creado un buen reflejo de esos defectos en la novela. El populismo, el totalitarismo, la demagogia, el fanatismo e incluso las pulsiones nacionalistas no se inventaron anteayer.

La etiqueta de histórica me da cada vez más repelús por la tergiversación del adjetivo

¿Qué queda en la sociedad actual de la herencia griega?

¡Todo! Somos Grecia. Por eso somos Roma. Por eso somos Europa.

¿Tiene algún protagonista preferido de “Enemigos de Esparta”?

Siento un cariño especial por Agarista, la rebelde hermana de mi Pelópidas. Me suele ocurrir con algún personaje femenino en cada novela. Cuento mis obras por amores de papel: María de Montferrat, Catalina, Zobeyda, Urraca de Haro, Raquel…

¿Es difícil encontrar la argamasa necesaria para compaginar personajes históricos con los ficticios?

No es fácil. Requiere mucha planificación, decisiones drásticas y algún que otro momento frustrante. Pero creo que tiene más que ver con el buen encaje en la trama que con lo mucho o poco que se adapte cada uno a la historia.

Novela histórica, coral, de aventuras. ¿Qué género prefiere que quede en la mente del lector?

"Enemigos de Esparta" es una novela clásica, con una sola trama y un solo protagonista. Y aventuras no faltan, ni mucho menos. La etiqueta de histórica me da cada vez más repelús por la tergiversación del adjetivo: por el daño que ha hecho componente literario del género. Yo animo al lector a que se despoje de prejuicios y se deje caer en el universo de la novela. Es la mejor forma de disfrutar una ficción literaria, se llame como se llame la estantería en la que reposaba antes de comprarla.

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