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"Te dibujaré una armadura", de Viviana Fernández-Pico, la exaltación de la infancia y del amor entre una madre y su hijo ‘neuroAtípico’

Por Briseida Zenobia
viernes 15 de febrero de 2019, 14:01h
Te dibujaré una armadura
Te dibujaré una armadura
Viviana Fernández-Pico reflexiona en "Te dibujaré una armadura" sobre la vida, la belleza, la mezquindad del ser humano, el concepto de normalidad, la medicina…, mientras intenta descifrar el gran enigma de su existencia: su hijo.

Esta sobrecogedora y lírica narración describe los desafíos en la crianza de Otto, un niño muy especial que sufre un trastorno en el espectro del autismo. Su madre consigue transformar esa situación de incertidumbre y angustia en un fuerza creativa arrolladora para descubrirnos una realidad compleja y profunda en la que «a la felicidad hay que ponerle anzuelos porque está por todas partes, pero rara vez en la superficie».

OTTO A TRAVÉS DE LOS OJOS DE SU MADRE

El año en el que nació Otto pasaron por lo menos dos cosas extrañas. La primera, que el ayuntamiento de Villalba, el pueblo de Lugo en el que mi bebé pasó sus tres primeros meses de vida, hizo llegar a todos los hogares el libro ‘Don Otto de viaxe pola Chaira’. La segunda, que un amigo me regaló el libro ‘Otto Grows Down’ (Otto crece al revés), sin saber que aquel título sería premonitorio. Todos los niños son un enigma indescifrable, pero Otto lo sería todavía más.

[…] Mi niño no dibuja ni escribe, tampoco lo intenta. Coge el lápiz o la cera, hace una raya y con eso es suficiente. Entonces le obligo a hacer sus cuadernos de caligrafía, a unir puntos, a crear formas. Se concentra, se esmera, pone interés y después vuelve corriendo a su lado de la orilla, adonde quiera que él vive, adonde no puedo acompañarle.

Otto desclasado entre los niños, fuera de su tribu es, sin embargo, poeta y hace juegos de palabras. Dice, por ejemplo, que quiere ir al bosque encantado de conocerte y nos ponemos contentos, un rato, y nos reímos, apenas unos segundos, y después nos quedamos tristes y pensativos mucho tiempo; ningún poema ha conseguido emocionarnos tanto, ni hacernos reflexionar, ni Salinas, ni Neruda, nadie. Ottiño nos lleva a donde no hemos estado nunca y quisiéramos regresar con él lo antes posible a casa.

[…] Otto, amor infinito, un océano de vocales y consonantes nos separa y no consigo traerte a la orilla, a mi lado del mundo, que es el único que conozco. Y tú me llevas de tu manita a lugares inexistentes que solo tú ves, a mi propia infancia que has despertado y alejado para siempre, al dolor más profundo porque en él te quiero aún más fuerte.

Ottiño, avivas lo que en mí hay de salvaje y bárbaro, para protegerte, lo más dócil y tierno, cuando me abrazas y nos encontramos fugazmente en el lenguaje universal del amor. Mi Otto, eres la medida de mi alma y de mi universo, no hay nada entre tú y yo, salvo el mar de palabras que te tiene preso en tu isla mágica, y vas al encuentro de la vida y no puedo acompañarte nunca del todo, con tu risa inmensa, con tus ojos inmensos, con tu amor inmenso, y tu genio, y tu curiosidad y tus rabietas.

El mundo es un enigma para ti y tú, para el mundo. Deidad, ninfa, sirenas, Otto. Quererte en tu orilla de luz, secar este mar, separarlo, llegar hasta ti, al encuentro efímero de mis dos carnes. Te veo crecer, jugar, sonreír y me enamoro más de ti, si cabe, de tus ojos redondos y de tu piel blanca y el mar de palabras ahogadas e inertes me atraviesa y me deja sola, terriblemente sola en mi lugar del mundo.

[…] Ottiño, mi rey, me encantaría contarte tantas cosas; por ejemplo, cómo era yo a tu edad. Yo tampoco estaba muy anclada en el mundo corriente, siempre he tenido desapego a la realidad, siempre he sentido la irresistible tentación de evadirme, de desaparecer en mí misma, de encontrar mi sitio en lugares imaginarios. ¿Sabes que mi profesora quería que repitiese segundo? Les dijo a tus abuelos que yo estaba siempre en la luna, “como si fuera autista”. Autista, la palabra comodín antes y ahora, ¡qué coincidencia! ¿No te parece?

[…] ¿A dónde vas a ir mi niño con el corazón tan blanco y el alma tan rubia? Si por lo menos tuvieses espinas. Como el Principito, eres puro y vienes de una estrella, no comprendes a las personas grandes, no mides el peligro, no te dejas interrogar y jamás olvidas una pregunta una vez que la hayas formulado.

Mi principito. Que viajas por los planetas y buscas tu puesta de sol. Yo te dibujaré una armadura, con espada y escudo.

Viviana Fernández-Pico (Lugo, 1980) es licenciada en Periodismo (Universidad San Pablo CEU), en Traducción e Interpretación (Universidad Pontificia de Comillas-ICADE), mención de honor en Marketing Digital (IE Business School) y traductor jurado (inglés-español).

Desempeñó diversos trabajos en marketing y comunicación en Haití, Luxemburgo y Madrid hasta la fundación de su empresa, Lolita Blu, en 2012. Premio mujer empresaria del año 2017 categoría PYME por la Asociación Española de Mujeres Empresarias de Madrid (ASEME).

Es autora de las novelas Taradas (2010) y La voluptuosidad de la tristeza (2012).

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