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"La fundación de Roma. Rómulo y Remo", de Tito Livio (Traducción de Arturo Echavarren)

Editorial Edhasa

Por José María Manuel García-Osuna Rodríguez
sábado 15 de febrero de 2020, 20:04h
La fundación de Roma. Rómulo y Remo
La fundación de Roma. Rómulo y Remo
Este librito, manejable como pocos, narra la Fundación de Roma, por la intervención de los dioses y el designio de dos hermanos Rómulo, luego Quirino divinizado, y Remo. Todo parte de la Guerra de Troya entre troyanos y aqueos-micénicos, por aquello de: “Desconfía de los griegos aunque te traigan regalos” o “timeo danaos et dona ferentes”. Texto que define la conquista imperialista, y subsiguiente destrucción de la enemiga Troya por parte de los helemos de Micenas.

Este texto es citado por Virgilio en su obra LA ENEIDA, y la narración del caballo griego destructor de Troya se produce en la obra de Homero LA ODISEA. Algún troyano eximio consiguió salvarse, y uno de ellos perteneciente a la familia priamida regia, se llamaba Eneas y era hijo de Anquises y de la diosa Venus. Estos supervivientes llegarán a Italia, concretamente a la ciudad de Alba Longa, donde se mezclarán con los lugareños, con el paso del tiempo irán hacia la fundación de otra nueva ciudad, la futura Roma. El rey Latino, de la zona del Lacio, quedará impresionado por la prestancia y la alcurnia de aquel personaje y del pueblo que le acompañaba, hasta tal punto que sellará un pacto con el caudillo troyano, con un ritualista apretón de manos, lo recibirá en su casa, y ante el altar de sus dioses familiares, los Penates, le entregará a su hija Lavinia en matrimonio. Fundará una ciudad llamada Lavinia por el nombre de su esposa, enseguida tendrán descendencia, la cual será un varón al que impondrán como nombre Ascanio. Desde aquí el hijo de Eneas y Lavinia irá a la fundación, al pie de los montes Albanos, de una nueva ciudad llamada Alba Longa.

Con la evolución de la leyenda, llegamos a un soberano de nombre Rómulo Silvio que fallecerá fulminado por un rayo, le substituirá su hija de nombre Aventino, el cuál será sepultado en la colina que lleva su nombre. A continuación el nuevo régulo será Procas, padre de Numítor y de Amulio; al primogénito le legará el antiguo reino patrimonial de la dinastía, pero el segundogénito no aceptará el testamento paterno, se revolverá contra su hermano mayor, lo derrotará y lo expulsará, añadiendo a este hecho tan grave la eliminación de todos sus sobrinos varones, mientras que a su única sobrina Rea Silvia la elegirá como virgen vestal, de esta forma les cerraba el paso al trono a los hijos que una vestal nunca podría tener, con esta engañifa pretendía convencerla de que así la honraba, la maternidad era imposible, ya que la virginidad era, por ley, a perpetuidad. Pero, los hados no estaban de acuerdo con ello, y la virgen tras ser violada alumbraría dos gemelos varones, atribuyendo, motu proprio, a Marte la paternidad del hecho. Cuando su crudelísimo tío se enteró, apresó y encadenó a la vestal y ordenó que sus hijos fuesen arrojados al río Tíber; pero, el azar está directamente dirigido por los dioses, ya que el río está estancado, y las charcas abundan.

Los servidores del monarca de Alba Longa arrojan a los dos hermanos a una charca de agua estancada. La tradición mitológica de los romanos indica que una loba sedienta de agua, y atraída por el llanto de los niños comenzó a amamantarlos y a amansarse, mientras lamía con su lengua a los hermanos, se acercó al lugar el pastor-mayor de los rebaños regios llamado Fáustulo y los encontró, los prohijaría en su casa y serían criados por su esposa llamada Laurencia. La habitual ironía maliciosa de los romanos correría la voz de que esta mujer era una prostituta, a la que los pastores de la región llamaban Loba-Lupa, de aquí proviene el vocablo lupanar o prostíbulo. Cuando los dos hermanos crecieron se dedicarían a la caza fortaleciendo cuerpos y espíritus, además atacaban a los ladrones cargados de botín, que pululaban por la zona, repartiendo lo robado recuperado entre los pastores lugareños, lo que conllevaría que muchos jóvenes les siguieran como sus líderes.

Tras devolver el trono de Alba Longa a su abuelo, se marcharán para fundar otra ciudad, en el mismo lugar en que fueron abandonados y recogidos-criados por Fáustulo y Laurentia. Como eran gemelos encargarán a los dioses que, por medio de augurios, designen a cuál de los dos le corresponderá dar el nombre a la nueva urbe y gobernarla. Remo sería el primero en recibir los augurios, seis buitres, pero Rómulo vería doce; cada uno fue proclamado por sus respectivos partidarios; lo que conllevó un enfrentamiento fratricida y sangriento. Remo saltó las murallas de la nueva ciudad construidas por Rómulo, este encolerizado mató a su hermano: “Así muera en adelante todo aquel que traspase mis murallas”. El vencedor daría nombre a la ciudad, y partir de este momento comenzaría a gobernar. Pero, Roma tiene varones para seguir creciendo y venciendo en las batallas, pero no posee mujeres que sean las madres.

Entonces, Rómulo organiza unos juegos, y en un momento dado los romanos raptan a las sabinas, al paso del tiempo y gracias al buen trato dispensado por sus esposos ellas se calman. La guerra es inevitable, pero Roma vence, el rey enemigo es muerto y enterrado en el primer templo de los romanos sito en el Capitolio. La esposa sabina de Rómulo se llama Hersilia, y ella será la encargada de la paz entre suegros y yernos. Desde aquí la historia de Roma está salpicada de sangre, sudor y lágrimas, ya que todos los pueblos que los rodean suelen desconfiar de su estilo imperialista expansivo, hasta que Rómulo fue arrebatado al cielo por una tempestad. Desde ahí regresará para anunciar a los romanos que: “Ve y anuncia (Julio Próculo) a los romanos que, pues así lo quieren los dioses del cielo, Roma, mi ciudad, será la cabeza del orbe”. Delicioso relato que se lee con fruición en sus 78 páginas.

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