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Entrevista con Juan Vilches, autor de "Te prometo un imperio"

"El duque de Windsor fue una marioneta en manos de Wallis Simpson"

Por Javier Velasco Oliaga
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

El último libro de Juan Vilches, Te prometo un imperio, es una novela sobre Eduardo VIII, el duque de Windsor, y su esposa americana Wallis Simpson. Un monarca que abdicó por amor o que fue obligado a abdicar por el gobierno británico, en aquel tiempo presidido por Stanley Baldwin. El libro ha sido publicado por la editorial Plaza & Janés.

"Eduardo VIII fue una marioneta en manos de Wallis Simpson, aunque la realidad fue más complicada, pues ambos fueron dos personajes muy complejos", apunta el escritor afincado en Alcalá de Henares. El duque de Windsor fue un rey muy popular, muy querido; era alegre, se divertía constantemente, pero tenía un carisma increíble. "Era tan popular como lo pudieron ser los galanes de Hollywood en los años treinta. Le arrancaban el pelo, le quitaban los pañuelos y daba tanto la mano, que en una ocasión se le llegó a dislocar", nos cuenta el escritor. Pero la novela, además de tratar sobre ellos, incluye más facetas.

Juan Vilches lo explica locuazmente: "una novela histórica tiene que tener tres elementos esenciales. El primero, es una historia que guste a los lectores; el segundo, es que haya un misterio que resolver y qué mejor que un asesinato y el tercero, una historia de amor. Con esos elementos, si los sabes llenar bien y combinar sabiamente, a los lectores les gustará la novela". Y la verdad es que la novela le ha quedado redonda.

Te prometo un imperio tiene esos tres elementos. La historia de un monarca que abdica para casarse por amor, el asesinato del mayor Sinclair, ayuda de cámara del duque y la extraña historia de amor de Eduardo VIII con Wallis Simpson, una complicada historia donde hubo de todo, pues ella fue acusada de adulterio e, incluso, de pseudohermafroditismo masculino, en el famoso Expediente Chino sobre su vida y que fue esencial para que le impidiese llegar a reina. En él se llegaba a decir que en dos años que estuvo en China sólo aprendió a decir en ese idioma: Chico, trae más champán.

En la novela hay más expedientes, como el Carrara sobre los masones españoles republicanos. Pero para conocerlos tendrán que leer la novela. Eduardo VIII se volvió literalmente "loco por ella". Con sexualidad ambigua, Wallis Simpson enajenó al duque y en el texto queda reflejado fielmente. Una sexualidad ambigua que se basaba en masajes orientales que encandilaban al duque que, por otra parte, fue acusado en su juventud de homosexual. Quizá de ahí su gusto por una persona de una constitución hombruna, extremadamente delgada que si bien no era guapa, sí tenía una belleza exótica, como puede apreciarse en la portada del libro con el madrileño hotel Ritz al fondo.

Los duques de Windsor llegaron el 22 de junio de 1940 a Madrid huyendo de la Francia ocupada, aunque las autoridades nazis les habían tratado francamente bien, buscando una ciudad donde asentarse. Madrid y las autoridades franquistas les acogieron con los brazos abiertos. El general Francisco Franco pensó que podía sacar partido de la residencia de ellos en España, de hecho les llegó a ofrecer el palacio del Rey Moro de Ronda para que se quedasen aquí. Los acontecimientos que se narran en la novela están basados en la realidad. "Entre libros y artículos que he consultado, la cifra se acerca a los dos centenares, muchos de ellos en inglés, aunque tengo que hacer mención de uno que me gustó bastante: es el de Martin Allen que se titula El rey traidor", comenta Juan Vilches.

Pero la novela tiene más tramas, no sólo la de los duques. Tiene una que es la crónica social de la posguerra española y otra que es un thriller donde hay que resolver un asesinato que se complica gracias al trabajo de los servicios de inteligencia del ejército español, con un bonito juego de espías, tanto españoles, como británicos y alemanes, y la policía. Todo lo cual nos llevará a un final sorpresivo, explosivo diría yo, que nos sorprende.

La crónica de la posguerra está muy fielmente reflejada, "se ha escrito mucho sobre la Guerra Civil Española y no sobre la posguerra inmediata. Y esos años de 1940 y siguientes fueron unos momentos muy importante para España. En ellos se decidió si se entraba en la Segunda Guerra Mundial o se mantenía neutral", razona el escritor y abogado en ejercicio que ha sido profesor de Historia del Derecho en varias universidades. "Me interesa este periodo mucho más que la guerra, prefiero escribir sobre esto", recalca.

Y la verdad es que las páginas donde cuenta cómo se desarrolla la posguerra son magistrales. Por ellas pasa el mismo general Franco, que contemporiza la decisión de entrar en la guerra, llegando a enfadar a Hitler por su indecisión y esperanzar a los británicos que podrían ver la pérdida de su colonia europea, el peñón de Gibraltar, a manos de los nazis y perder el control del estrecho. Pero también pasan sus ministros, el cuñadísimo Ramón Serrano Suñer, conocido popularmente como Jamón Serrano Suñer, por su fama de conquistador, que incluso tuvo relaciones extramatrimoniales o los ministros Beigbeder, Varela, Yagüe, etc. O los intelectuales falangistas, Antonio Tóvar o Dionisio Ridruejo, que pronto se mostrarían críticos con el dictador.

La tercera trama es la investigación policial que llevan a cabo sobre la muerte de Sinclair el comisario Fontecha con la ayuda del inspector Azcona y el capitán del ejército Sotomayor. La llevan juntos, pero todos se guardan ases en la manga. En esa investigación las sorpresas son constantes, los espías acompañan a los duques y se mueven en Madrid a sus anchas.

"Los duques tuvieron realmente un espía nazi en su séquito, el agente Fox, en la novela lo denomino el agente Foster. No quería que se pareciese a la agente Fox de una conocida serie de televisión, pero yo lo resuelvo de otra forma", cuenta el novelista y que el lector lo sabrá cuando llegue al final de la novela que esta vez sí tiene un final feliz. "Me atacaron mucho porque mi anterior novela tenía un final trágico, así que esta vez no lo podrán hacer", añade en tono picarón. Aquí se encuentra el personaje quizá más atractivo de la novela, la secretaria de miss Simpson Rebecca Fontaine. "En un momento dado creí que se convertiría en la auténtica protagonista del libro", desvela el autor.

Todos estos ingredientes dan como resultado una novela vigorosa que gira sobre los duques de Windsor. Él, "un flojo", como lo denomina en un momento dado Franco, "no se abdica por amor", dice en otra ocasión y ella, una mujer complicada que quiso tener un imperio. Reina de la Gran Bretaña y emperatriz de la India. Al final se quedó con un título más modesto, "la mujer mejor vestida del mundo", durante diez años en los que se paseó por París rodeada de un lujo extremo. Pero antes, tuvieron que sufrir muchas humillaciones. Les obligaron a abandonar España porque se creía que Eduardo buscaba un armisticio que aplacase a Hitler, y por ello fue acusado de pro-nazi y traidor. Se le nombró gobernador de las Bahamas, el territorio más pobre del imperio británico, para sacarle de Europa y hasta pudieron haber ido a las islas Malvinas. Esa vida no era para ellos y al finalizar la guerra mundial se establecieron en París.

El monarca británico mandó quemar toda la documentación sobre su hermano en la que podía haber pruebas de Eduardo VIII sobre sus simpatías nazis; sesenta kilos de documentación llegaron a destruirse, aún así sus relaciones se mantuvieron distantes e incluso inexistentes hasta el final de sus días.

Dos cuestiones para finalizar ¿qué grupos poderosos estuvieron detrás de la abdicación? Un reciente reportaje de la BBC nos da algunas pistas que no vamos a desvelar y ¿los monarcas tienen el privilegio de casarse con quien quieran? En aquellos tiempos, evidentemente, no. En la actualidad, casos como los príncipes de Asturias o los monarcas suecos son normales, pero, es lícito pensar que si quieren privilegios de monarcas estos han de ser públicos. Antes acababan en fracaso, ahora, de momento, parece que no.

Wallis Simpson arruinó la vida de Eduardo VIII, que se encontraba mal por renunciar a demasiadas cosas por ella. Eduardo VIII arruinó la vida de Wallis Simpson, que nunca llegó a tener un imperio. Ésta se resarció con una vida de lujo. Su máxima: nunca se es demasiado rica ni demasiado delgada, nos dice cómo era, pero no todo. Te prometo un imperio nos ayuda conocer a unos personajes y a una historia que merece ser narrada. Lo ha hecho Juan Vilches con rotundidad.

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