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"Regular, gracias a Dios" de José Antonio Labordeta

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

REGULAR, GRACIAS A DIOS de José Antonio Labordeta: memorias compartidas

Por Felipe Velasco

Tras el éxito de Memorias de un beduino, Ediciones B propuso a José Antonio Labordeta que escribiera otro libro sobre ciudades, sin embargo el exdiputado por la Chunta Aragonesista puso otra carta sobre la mesa: "¿Por qué no me dejáis hacer unas memorias?". Fruto de esta iniciativa ha surgido la obra Regular, gracias a Dios
.


En Regular, gracias a Dios
, José Antonio Labordeta recuerda su infancia durante la Guerra Civil, los años pasados en Teruel recién casado, su breve estancia parisina, sus vivencias como cantautor durante la Dictadura, la vida en Zaragoza y aquella experiencia maravillosa recorriendo España con una mochila al hombro para realizar la serie de documentales de Un país en la mochila. También reflexiona sin sentimentalismos sobre los días pasados y el cáncer que le ha postrado en esta última etapa de su vida.

Dejando de lado su actividad política —ya cubierta en su anterior libro, Memorias de un beduino en el Congreso de los Diputados, con más de 50.000 ejemplares vendidos—Labordeta va hilvanando un retrato sentido y vital de los años pasados y sus amistades en un libro definitivo, escrito con una de sus hijas (y escrito con alegría por parte del autor ya que retomaba la escritura cada vez que salía del hospital), y que aparece con motivo de su 75 cumpleaños.

El libro incluye decenas de fotografías de su archivo familiar que nos muestran distintos momentos de su vida y que abarcan desde su infancia hasta su lucha contra el cáncer, que no ha conseguido vencerle hasta hoy, aunque el propio autor reconoció que durante el duro tratamiento lo ha pasado “regular, a veces” y que pese a su situación en esos momentos, aseguraba que éste es un libro optimista, que no cuenta tragedias.

Labordeta dedica su libro a todos los de la planta octava: "Hay gente con problemas muy graves". Durante la propia narración del libro lo ilustra con lo que aconteció a alguien que conoció en la habitación del hospital. Cuando Labordeta regresaba a casa tuvo la sensación de que no iba a verlo más y cuando le llamó para felicitarle las Navidades, su amigo ya había fallecido.

En definitiva, el escritor ha encontrado el tono para celebrar la memoria desde un difícil presente del que sigue extrayendo motivos jubilosos para vivir, él escribe bajo el grado de reflexión de una persona que se encuentra postrada bajo una complicada enfermedad que hace que apenas pueda salir de su casa. Resumiendo, una novela que es “regular, gracias a Dios” (Apunte: “digo esto para que no sigan preguntando, si dices bien o mal te cuestionan el porqué”- eso dijo él-).


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