Rueda ha escrito un thriller intenso y palpitante que pone de manifiesto tanto los ríos ocultos y espurios que inundan los servicios secretos de cada país, como los puntos más calientes que marcaban la Guerra Fría en aquellos años. En esa espesa y conflictiva atmósfera El Lobo se mueve como pez en el agua, cauto y sigiloso, desplegando toda su ingeniosa y aguda capacidad observadora. Cualidades que ciertas autoridades militares dentro de la Contra parecen no querer valorar en su justa medida.
Corrupción, engaños y alta traición se concentran en una historia que acorde con su ritmo convulso e inquietante, hace reflexionar al lector sobre la posible verosimilitud de los hechos que aquí se narran. Todo se presenta tan sumamente razonado que hasta los agentes del CSID parecen sacados de la realidad. Los debates y las conversaciones están alejados de cualquier fingimiento o afectación que rompa con la línea argumental; sólo de esta manera el autor consigue construir personajes creíbles y con un perfil psicológico claramente identificable.
El dosier del rey podría compararse con clásicos del género de espionaje. El gran genio de Frederick Forsyth, Greene o de John le Carré se cuela entre las líneas de una novela que acaba convirtiendo a un espía real como es Mikel Lejarza –el más famoso de la historia de España–, en un personaje protagonista a la altura de otros inolvidables agentes de ficción. La faceta del autor como periodista de investigación se hace patente entonces para recrear el aspecto más humano del personaje: cómo siente, qué le empuja cada día, cómo se sobrepone al miedo, cómo sobrelleva la renuncia a una vida normal…
A través de esta novela el lector puede ponerse en la otra parte del cristal, el que permite observar desde dentro todas las enmarañadas intrigas que los servicios secretos de las grandes potencias –incluida España– practican para hacerse con el poder, ocultar intereses o abrir caminos en su lucha contra el fanatismo. En manos de un hombre como Fernando Rueda, que sabe más que nadie de espías, el viaje no puede plantearse más interesante.
A diferencia de los escritores de novelas de espías John Le Carré, Ian Fleming, Graham Greene o Frederyck Forsyth, Fernando Rueda (Madrid, 1960) nunca ha trabajado para un servicio secreto. Se lo ofrecieron, pidiéndole informes sobre su trabajo diario como hizo el MI6 con Forsyth, pero no aceptó: quería ser periodista y escritor, no agente secreto. El máximo especialista español en asuntos de espionaje ha trabajado como periodista en prensa, diarios digitales, radio y televisión, dedicándose desde sus inicios al Periodismo de Investigación. Lleva 18 años colaborando en el programa La Rosa de los Vientos, de Onda Cero, y algunos más trabajando en nómina o por libre en el semanario Tiempo. Es Doctor en Periodismo por la Universidad Complutense y actualmente imparte clases en el Centro Universitario Villanueva. En 1983 recibió el premio Ejército a la mejor labor informativa sobre las Fuerzas Armadas.
Como escritor tiene una larga trayectoria. Sus libros de no ficción sobre espionaje rompieron los tabúes de la censura: La Casa (1993), Espías (1995), KA: licencia para matar (1998), Por qué nos da miedo el CESID (1999), Operaciones secretas (2003), Servicios de inteligencia: ¿fuera de la ley? (2006), Las alcantarillas del poder (2011) y Espías y traidores (2012). Además participó en la biografía de Juan Antonio Cebrián Fuerza y honor (2009). Es autor de tres novelas más, la última El regreso de El Lobo (2014), antecesora de esta que nos ocupa, obtuvo gran éxito entre los lectores.
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