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Toni Hill
Toni Hill (Foto: Javier Velasco Oliaga)

Toni Hill regresa con "Tigres de cristal", una absorbente novela de suspense

Por Hermenegildo Verdugo
miércoles 30 de mayo de 2018, 01:00h

"Tigres de cristal" es la historia de dos amigos que cometieron un terrible error. También es la historia de cómo ese error destruyó una familia. Y de cómo las historias, por más que nos empeñemos en evitarlo, se repiten. Porque mientras sigan existiendo los verdugos, habrá víctimas. También es la historia de una época y un lugar, finales de los 70 en La Ciudad Satélite, un barrio de Cornellà tan alejado del centro que era un mundo en sí mismo, de cómo se crecía en el llamado cinturón rojo barcelonés, y de todo a lo que te exponías al hacerlo.

Es una historia de familias, y de familias condenadas, y también un intento de aferrarse a un presente tambaleante por todo lo que tiene de pasado horrible. Toni Hill mezcla crónica y retrato de época con un punzante domestic noir costumbrista, en su regreso al noir, esta vez, sin detective.

Víctor, Juanpe, Ismael y Joaquín comparten clases y calles en la llamada Ciudad Satélite, un barrio de Cornellà tan alejado del centro mismo de la ciudad que parece cualquier otra cosa, que podría ser otro planeta. Un planeta en el que casi podías dividir las calles por las provincias de origen de sus habitantes y, en algunos casos, incluso encontrar un pueblo entero de Andalucía, de Extremadura, de Galicia, de cualquiera que fuese el lugar del que provenían los inmigrantes en la década de los 70, en un único edificio. A Víctor, las cosas le van francamente bien, sin que sea consciente de ello: su padre, tan parecido al actor que interpretaba a Sandokán que todo el mundo en el barrio le conoce por ese apodo, es un líder nato, capaz de atajar la injusticia; – incluso en clase – a la mínima. Juan Pedro, Juanpe, apodado el Moco por su constante goteo de nariz, no tiene tanta suerte. Si su padre es conocido por algo en el barrio es por las palizas que le da a su madre. Ismael tiende a pasar desapercibido, y a fijarse más de la cuenta en los chicos. Joaquín es una auténtica pesadilla. Sus padres, los dueños de la papelería del barrio, quizá no pasaron todo el tiempo que debían con él, o pasaron demasiado, y no supieron decirle que no a nada, y ahora bascula entre la rabia del desprotegido y la sensación de que el mundo debe obedecerlo. Un mundo que empieza por los compañeros de su colegio, a los que hace la vida imposible.

A Joaquín le llaman el Cromañón porque es más un animal que una persona. En una época en la que el bullying aún no tenía nombre, el Cromañón lo ejercía a conciencia en todo aquel que encontraba mínimamente débil. Entre aquellos a quienes hizo la vida imposible figura Juanpe. El Cromañón lo tenía totalmente hundido. Y eso pese a que Juanpe era buen amigo de Víctor Yagüe. La suya era una amistad curiosa, porque entre todos, Víctor había elegido como amigo a alguien que no sólo no tenía nada que ver con él sino que prácticamente era su opuesto: inseguro, frágil, enfermizo. Pero a veces la amistad tiene más de incomprensible historia de amor que de otra cosa, y el caso es que Víctor le eligió a él. Y juntos hicieron algo horrible el día en que decidieron darle a Joaquín la paliza de su vida, una paliza que no olvidara jamás, y que permitiera a Juanpe vivir en paz. Sin saberlo, Ismael les espiaba, y se convirtió en testigo de su crimen.

Es precisamente Ismael quien toma la palabra en la novela cuando se habla del pasado, mientras que en el presente, la Navidad de 2015, Navidad de elecciones generales, un narrador omnisciente resitúa a los personajes en su vida futura, o presente. Víctor es, en el presente, un tipo de éxito, casado y con una niña, al que la apertura de un hotel, un hotel de su suegro, devuelve a Barcelona. Juanpe es un alcohólico que aún no ha superado el tiempo que pasó en el correccional cargando con la culpa de la que Víctor se libró. No tiene trabajo, pero lo está buscando, y eso le lleva a conocer a Víctor, que está seleccionando personal para el nuevo hotel. Ambos amigos se reencuentran, y Juanpe no le pide explicaciones por lo que ocurrió, lo único que quiere es recuperar esa amistad, pero Víctor no puede evitar querer dárselas, así que iniciará, por su cuenta, una incursión en el pasado que tiene como protagonista a Miriam, la peluquera del ahora barrio de San Ildefonso, la antigua Ciudad Satélite, hermana de Joaquín. Mientras, Iago, el hijo de Miriam, se enfrentará en clase a algo parecido a lo que le ocurrió a su tío en otra época, sólo que el odio, en este caso, de los compañeros, no irá dirigido a él, sino a Alena, la chica que le gusta, mientras su abuelo se pierde en el silencio del olvido, y se aferra al recuerdo del hijo que perdió en mitad de la oscuridad.

Toni Hill (Barcelona, 1966) es licenciado en psicología. Lleva más de diez años dedicado a la traducción literaria y a la colaboración editorial en distintos ámbitos. Entre los autores que ha traducido se encuentran Charlotte Brönte, David Sedaris, Jonathan Safran Foer, Glenway Wescott, Rosie Alison, Peter May, Rabih Alameddine y A. L. Kennedy. Su trilogía del inspector Héctor Salgado se ha publicado en más de veinte países y ha sido un éxito de venta y crítica: El verano de los juguetes muertos (2011), Los buenos suicidas (2012) y Los amantes de Hiroshima (2014). En 2016 publicó en Grijalbo "Los ángeles de hielo", una ambiciosa intriga psicológica de tintes góticos.

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