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Víctor del Árbol
Víctor del Árbol (Foto: Javier Velasco Oliaga)

Entrevista a Víctor del Árbol: “Cualquiera que haya vivido una infancia violenta, será un adulto que tiene una sensación de orfandad”

Autor de “Antes de los años terribles”
Por Javier Velasco Oliaga
martes 28 de mayo de 2019, 06:59h

Si hubo unos años terribles, esos fueron los de la Segunda Guerra Mundial, desgraciadamente ha seguido habiendo años terribles en este nuevo siglo y en esa cuestión África se lleva la palma. La tragedia de los niños soldados de Uganda ha sido monumental y ahora Víctor del Árbol se ha decido a contar uno de esas historias protagonizada por Isaías Yoweri, un pre adolescente enrolado a la fuerza en esas milicias, después de haber sido secuestrado por el ejército del sanguinario Joseph Kony.

Víctor del Árbol
Víctor del Árbol (Foto: Javier Velasco Oliaga)

“Cualquiera que haya vivido una infancia violenta, será un adulto que tiene una sensación de orfandad”, afirma con todo conocimiento el escritor barcelonés Víctor del Árbol, criado en un barrio de chabolas de Collserola. "Los niños soldados, han vivido situaciones de una violencia extrema, sienten que han sido verdugos, pero también víctimas. Piensan que son unos impostores, se culpabilizan por esa vida de verdugos”, subraya el autor de “Antes de los años terribles”.

En opinión del antiguo mosso d´esquadra, “las personas que han sufrido este tipo de situación piensan que no se merece ser felices, que pueden traicionar a sus seres queridos en cualquier momento”. Y esto, es precisamente lo que le sucede al protagonista de su nueva novela Isaías. “Pese al amor incondicional que siente por él su pareja, siempre guarda en su interior esa sensación y no consigue contarla su vida anterior hasta que no se desencadena un acto fortuito ocurrido en su vuelta a Kampala. La aparición del viejo fantasma de Samuel Abu”, cuenta de manera pormenorizada el autor barcelonés.

La novela se desarrolla en dos espacios temporales, lo que ocurre en la actualidad y los hechos acaecidos en 1992, cuando Isaís Yoweri era un niño. “Todo lo que ocurre después de ese año es la forma que tiene de darle la vuelta a la tortilla a todo lo que le sucede. La parte de las ONG está basada en hechos reales. Isaías emprende un largo viaje de tres años para huir del infierno en el que vivió. Siempre hay que tener una razón para ser capaz de salir de tanto dolor”, expone Víctor del Árbol durante la entrevista que mantuvimos en la Casa del Libro de la Gran Vía madrileña.

Aunque narrada la novela en primera persona. “Era la única forma de meterme en esta historia y en el pellejo del protagonista”, reconoce. Hay dos Isaías Yoweri diferentes, uno en cada parte de la novela. “Cuando recordamos acontecimientos de la niñez, nos volvemos un poco niños. Hablamos e, incluso, pensamos de otra forma. Nuestros recuerdos son diferentes y vemos el pasado con otros ojos. Recordar al padre, supone para Isaías retrotraerse a un tiempo doloroso. Cuando regresa a Kampala, lo hace como un espectador y puede ver la corrupción política, el racismo que continúa habiendo e, incluso, la violencia que sigue existiendo”, analiza de forma certera.

Víctor del Árbol sostiene que su novela africana está muy lejana de la literatura clásica del continente que solemos recordar. “No hay ningún parecido con historias del tipo de Memorias de África. En Uganda no hay una gran tradición literaria, lo que funciona en aquel país es la tradición oral, de ahí que haya incluido leyendas o historias como la de los dos corazones que cuenta la abuela de Isaías. Mi intención ha sido crear un personaje con vocación universal, que es lo que tiene que hacer la literatura”, sentencia el autor de “Un millón de gotas”.

“Yo voy donde las historias me llevan”

Los personajes de Víctor de Árbol tienen esa clara vocación universal. “Yo voy donde las historia me llevan. Las historias me llegan a mí sin buscarlas, siempre intento hacer algo nuevo, tanto referente a las culturas como a sociedades diferentes. Lo que realmente más me gusta es descubrir todo eso. Me siento un poco explorador en ese sentido”, puntualiza.

Las historias me llegan a mí sin buscarlas

“Lo que me movió a escribir Antes de los años terribles fue la historia de Joseph Kony, un cruento asesino que no ha sido capturada hasta hoy. Me gusta meterme totalmente en su historia y su cultura. He querido conocerlo todo sobre Uganda, he viajado a Kampala para impregnarme de la atmósfera del país y de ese tiempo. Tuve que hablar con muchísimas personas para capturar esas escenas que no tienen nada de la típica estampa africana que no suele llegar a nosotros”, desarrolla de forma locuaz y acertada.

La escritura del libro, “me ha cambiado de alguna manera, tanto como persona o como escritor. Ahora me siento capaz de cualquier cosa. Ha sido una catarsis y jamás me he sentido tan feliz con el resultado de una novela. Me ha dado clarividencia y ternura. Creo que hay un Víctor del Árbol antes de la escritura del libro y otro después de escribirlo”, apunta con emoción el autor de Collserola. Y para terminar da un consejo a los lectores: “La novela hay que leerla con el corazón abierto. He querido que el lector se enamoré y que la historia le sirva como catarsis. No sé si lo conseguiré, pero a mi ya me ha servido”, concluye.

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