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Juan Pérez-Foncea
Juan Pérez-Foncea

Entrevista a Juan Pérez-Foncea: “El almirante Vernon no lo hizo mal. Lo que pasa es que Lezo era mucho Lezo”

Autor de “El héroe del Caribe”
Por Javier Velasco Oliaga
miércoles 23 de octubre de 2019, 18:48h

Juan Pérez-Foncea es donostiarra como Blas de Lezo, nació a escasos seis kilómetros. Tras licenciarse en Derecho, se especializó en Derecho Internacional y Europeo en las Universidades de Lovaina y Lieja (Bélgica).Trabajó como abogado de empresas en España y Francia durante 14 años, y así hubiera continuado hasta hoy, si no hubiera sido porque, un buen día de 2002, de un modo enteramente casual comenzó a escribir su primer libro, dando inicio su carrera literaria como autor de novelas de fantasía épica. Su paso a la novela histórica se produjo en 2012.

El héroe del Caribe
El héroe del Caribe

El héroe del Caribe” es su nueva novela histórica sobre el marino Blas de Lezo y la batalla más significativa de su vida: el sitio de Cartagena de Indias. Que sorprendiendo al mundo entero consiguió derrotar a la armada que dirigía el almirante británico Vernon. Los británicos siempre quisieron ocultar dicha batalla y en España pasó prácticamente desapercibida. En la entrevista, el autor nos cuenta algunas de sus motivaciones para escribir la novela y algún que otro secreto de la misma.

¿Cuándo surgió la idea de escribir sobre Blas de Lezo?

Cuando, de un modo enteramente inesperado, a través de una breve presentación que me envió un amigo por internet, conocí la figura de Blas de Lezo. Habiendo nacido a apenas seis kilómetros de la casa de este héroe, me quedé asombrado: ¿cómo podía ser que jamás hubiera oído hablar de semejante personaje? Sobre todo, porque su gesta afectó a la historia de la humanidad y, si hubiera salido derrotado, América habría perdido su españolidad en 1741, y entonces sí conoceríamos lo ocurrido. Lo estudiaríamos en el colegio (cosa que ahora no hacemos), y lo veríamos en las películas de Hollywood (cosa que tampoco hacemos).

¿Fue costoso documentarse sobre la batalla?

No. No excesivamente. Porque, aunque no conocemos nuestra historia, puesto que no la estudiamos como se debe, y a menudo nos llega deformada por la visión de nuestros multiseculares antagonistas (sobre todo anglosajones), hoy en día es relativamente fácil llegar a la verdad de los hechos: basta con dedicarle un mínimo de tiempo y esfuerzo.

¿Realizó algún viaje a Cartagena para documentarse sobre el terreno?

Sí, viajé hasta allí y recorrí cada rincón en donde estuvo peleando mi admirado paisano.

¿Qué vestigio histórico le llamó más la atención?

Tal vez el castillo de San Felipe de Barajas, y también las baterías que todavía se conservan en la isla de Tierra Bomba. Y, por supuesto, la inmensa bahía. Es un puerto natural de primer orden.

Hay varias novelas históricas que tratan sobre el marino de Pasajes, ¿qué cree usted que aporta de nuevo “El héroe del Caribe”?

Una pequeña observación localista: es verdad que era de Pasajes, pero Pasajes entonces pertenecía al municipio de San Sebastián, por lo que era donostiarra.

Aporto una manera cercana de relatar los hechos. Hay quien me ha dicho: “oye, parece que estabas allí”. Y en cierto modo es cierto, pues después de lo que he leído y estudiado, y después de recorrerme Cartagena de Indias de arriba abajo, me parece que veo lo que ocurrió. En cualquier caso, mi novela ya ha dado un fruto del que estoy especialmente orgulloso: pues fue uno de los primeros lectores de mi libro quien promovió la colocación de la estatua de Lezo que actualmente luce en la Plaza de Colón de Madrid.

¿Cómo definiría a Blas de Lezo?

Como un hombre de profundos principios y de carácter. Un hombre de una pieza.

En el siglo XVIII, el imperio español estaba en declive. ¿Qué aportó la victoria sobre el inglés en Cartagena de Indias?

Que Hispanoamérica haya continuado siendo católica y hablando español, y que el imperio perdurara casi un siglo más.

En su opinión, ¿cómo una guarnición de tan sólo 2.800 soldados pudo vencer a una fuerza compuesta por unos 180 barcos y 27.000 hombres?

Por la capacidad táctica de Lezo, que entre otras cosas se propuso prolongar la guerra todo lo posible, facilitando que las enfermedades tropicales culminaran su labor de devastación del enemigo.

¿Colaboraron en la defensa civiles y mujeres?

Colaboraron incluso los indios flecheros que había en la ciudad. Las mujeres y los niños rezaron como locos, por la cuenta que les traía. Y, gracias a Dios, sus oraciones fueron sobradamente escuchadas.

¿En qué se equivocó el almirante Edward Vernon para perder su gran ventaja numérica?

A mi modo de ver, Vernon no lo hizo mal. Lo que pasa es que Lezo era mucho Lezo.

“El 99% de los indios de Hispanoamérica no murieron en guerras, sino como víctimas de las enfermedades que involuntariamente llevamos los españoles”

¿Cómo fue la relación de Blas de Lezo con el virrey Sebastián de Eslava?

Muy tirante. Como he dicho, Lezo tenía un carácter muy fuerte. Y Eslava, que era el Virrey, y por tanto estaba sobre Lezo, veía las cosas de manera diametralmente distinta, así que el choque estaba servido.

¿Por qué sintió la necesidad de incluir personajes ficticios en la trama?

Es una técnica que he copiado de Pérez Galdós. Me gusta su primera serie de los Episodios Nacionales, la que empieza con Trafalgar y termina con la Batalla de los Arapiles y, de alguna manera, me ha servido de modelo.

En una novela bélica como la suya, ¿no puede faltar una historia de amor?

Viene muy bien para dar humanidad a la historia, para hacerla cercana al lector, para que la vea a través de los ojos de unos personajes que están inmersos en ella, y que padecen y gozan con lo que ocurre a su alrededor. Es un modo de hacer ameno lo que de otro modo podía caer en un tipo de narración más propio de un ensayo que de una novela.

¿Qué papel jugaron las enfermedades, como la fiebre amarilla, en el sitio de Cartagena de Indias?

Un papel fundamental, como he dicho más arriba. Pues, en contra de lo que dice la leyenda negra antiespañola, el 99% de los indios de Hispanoamérica no murieron en guerras, sino como víctimas de las enfermedades que (involuntariamente, claro está) llevamos los españoles. Pero lo mismo nos pasó a nosotros con las enfermedades americanas: Blas de Lezo llegó con 6.000 hombres para defender Cartagena, y al cabo de unos meses habían muerto más de la mitad. Por eso Lezo alargó la guerra, para que el “general epidemia” le ayudara a luchar contra la abrumadora superioridad numérica de los ingleses.

Los ingleses han ocultado esta derrota todo lo que han podido

¿Cómo fue el comportamiento británico después de la derrota?

El rey Jorge II prohibió terminantemente que se hablara, y todavía menos, que se escribiera de esta guerra. Hasta el punto de que, al menos hasta hace pocos años, y supongo que continuará siendo así, la voz “Blas de Lezo” no aparecía en la enciclopedia británica.

Vernon, el promotor del ataque inglés, no se atrevió a regresar a Inglaterra y se quedó a vivir en Jamaica por miedo a las represalias de la monarquía.

Los ingleses han ocultado esta derrota todo lo que han podido. Incluso, cuando no han tenido otro remedio que referirse a ella, han acudido al eufemismo para quitarle importancia: así, se refieren a ella como la “guerra de la Oreja de Jenkins”, para que parezca un episodio menor, casi cómico, y no una humillante y tremenda derrota. Una derrota, por supuesto infinitamente superior a la batalla de nuestra Gran Armada, que los ingleses han magnificado hasta el surrealismo y que fue un episodio que en realidad quedó en tablas, dentro de una guerra que ganó España.

¿Por qué la monarquía española suele tratar mal a sus héroes y valedores?

Para responder a esta pregunta habría que extenderse mucho. Tiene que ver con la leyenda negra antiespañola, que existe y que no se puede negar. Y que, por un cúmulo de circunstancias, que tienen mucho que ver con la llegada de la dinastía borbónica, se terminó instalando en la propia España y, por ende, en toda Hispanoamérica. Pero, además, en el caso concreto de Lezo, ocurrió que inmediatamente después de la guerra fue, a mi modo de ver injustamente, desautorizado ante el rey por el propio virrey Eslava. El motivo de la desautorización proviene de las diferencias de criterio entre ambos durante los combates.

¿Por qué los españoles nos avergonzamos de nuestras grandes gestas? ¿Tenemos complejo de inferioridad?

Como he dicho, la leyenda negra, a pesar de ser falsa, ha calado en nosotros. Y mientras no seamos capaces de superarla, nos va a seguir lastrando como sociedad. Sí que en muchos casos estamos un tanto acomplejados. Aunque basta estudiar nuestra historia en serio (no la que, desgraciadamente se estudia en los colegios y la que fomentan nuestras mediocres élites) para darle la vuelta a este sentimiento que, aunque pueda parecer inocuo, nos causa daño y entorpece nuestro desarrollo como nación. Me atrevo a decir que muchos nacionalismos locales tienen su origen aquí: “si España es un desastre y tiene mala prensa, yo no soy español, soy… vasco, catalán, mallorquín, etc., etc.”

Pero, insisto, si se estudia nuestra verdadera historia, para lo que no hay que ir muy lejos, pues la mayoría de las veces bastaría casi con leer Wikipedia, entonces desaparecen los complejos y aparece una sana autoestima.

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