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Cyril Connolly
Cyril Connolly (Foto: Archivo)

La generación del "Twentyseven"

Una breve mirada sobre un grupo de escritores ingleses nacidos a principios del siglo XX, para ser leídos un siglo después
Por José Joaquín Bermúdez Olivares
sábado 14 de marzo de 2020, 18:51h

Puesto que en español el marbete ‹‹la otra generación del veintisiete›› se utiliza para agrupar a esos genios que, como López Rubio, Mihura, Jardel, Tono, Neville et al. Coinciden cronológicamente pero no estética (ni políticamente en muchos casos) con los del 27, usamos el barbarismo tuentiseven para referirnos a un conjunto de escritores ingleses nacidos a principios del siglo XX, y que en algún caso mantuvo estrecha relación personal. Me gustaría indicar, incidentalmente, que nunca he sabido porqué los García, Alberti, Cernuda… eran los unos y aquellos citados los otros, como no sea por el unamuniano ‹‹hunos y hotros››.

Evelyn Waugh
Evelyn Waugh (Foto: Archivo)

Toda división temporal es relativa, pero hay varios factores que me conducen a usar el 27 para caracterizar a los autores que a continuación citaré. Nacidos justo después del fallecimiento de la Reina-Emperatriz Victoria (1901) y por tanto eduardianos —término que pasaría después a ser casi peyorativo—, afectados en su adolescencia por el golpe bolchevique de 1917, demasiado jóvenes para luchar nl la I Guerra Mundial, universitarios hacia 1921 (el annus mirabilis de la Recherche, el Ulises, la Sra. Dalloway…, viven la huelga general de 1926 al acabar sus carreras y empiezan a publicar hacia 1928. Hablamos de grandes hombres (y mujeres) como George Orwell (Eric Blair), Cyril Connolly, Evelyn Waugh, Nancy Mitford, Henry Green, Anthony Powell… sin ánimo de ser exhaustivo.

Conviene dejar aparte a Eric Blair (la India 1903—Londres 1950), mejor conocido en España gracias a su Homenaje a Cataluña y Rebelión en la granja (realmente dos alegatos tremendos contra el comunismo), sino porque su modo de vida fue muy distinto de los demás. Siempre se sintió, y generalmente fue, pobre, y cambió la estancia en Oxbridge habitual por un trabajo en Birmania como policía, más parecido al de un personaje de Kipling que al destino social de sus compañeros de generación. Y es que además de contemporáneos era condiscípulos, Connolly de Orwell en Eton, luego de Waugh en Oxford así como de Powell durante algunos cursos; también fueron compañeros de piso y trabajos editoriales. Desde luego el caso de Mitford es distinto, más ‹‹noble›› que los otros, se educó como se esperaba de una señorita de su clase, aunque luego no llevase una vida nada convencional y diera incluso material para alguna novela de sus amigos. Curiosamente (los tiempos cambian), hay más estudios recientes sobre las Mitford que sobre sus contrapares masculinas, bien está.

Puede decirse que, en su momento, el de mayor impacto fue Waugh, mejor conocido ahora por Retorno a Brideshead (y la inolvidable serie de televisión, para quienes tenemos ya cincuenta y tantos) que por, en su momento, éxitos de venta masivos con sus novelas de juventud: Cuerpos viles, Un puñado de polvo, Decadencia y caída, Noticia bomba…, que el más culto Cyril Connolly (autor de La tumba inquieta y editor muchos años de la influyente revista Horizon), el más hermético Henry Green (seudónimo de H. Yorke, autor de Viajando en grupo) y el más fino y elegante Anthony Powell (al menos para su amigo Kingsley Amis) con su docena de novelas agrupadas como Una danza para la música del tiempo.

Si tomamos la muerte de Dickens en 1870 como una divisoria de la época victoriana, la segunda parte de ese periodo destaca por el realismo psicológico: James, Wilde, Hardy, Meredith…) y el decadentismo esteticista (otra vez Wilde, Dowson,Yeats, Huysman). Cuando nuestros protagonistas empiezan a leer encontramos también dos grupos —la literatura, como la vida, propende al maniqueísmo—, el de los católicos (Chesterton, Belloc, Barrie) y el de los socialistas (Wells, Shaw, Russell) con el grupo de Bloosmbury formándose y los poetas eduardianos triunfando. Como buenos jóvenes, se rebelan ante el statu quo y abrazan el modernismo (que en inglés tiene un sentido distinto al español, al igual que liberal significa cosas casi antagónicas en ambos idiomas). Precisamente Connolly efectúa un estudio perspicaz aunque poco riguroso del Modernismo inglés en varios de sus artículos y en Los enemigos de la promesa.

Si tuviéramos que buscar influencias intelectuales de estos autores, yo me fijaría en sus ‹‹hermanos mayores›› Aldous Huxley (1894), Dorothy Sawyers (1893) o Maurice Bowra (1898). Cabe advertir que el medio social, el milieu, es para ellos más importante que la ideología: escribían unos sobre otros, vivían en contacto cotidiano, frecuentaban los mismos lugares en Londres e idénticos destinos vacacionales… eran una elite dentro de un grupo social muy reducido. Nancy Mitford se entretuvo en compilar un glosario de términos usados por la upper class…resumiendo, o caricaturizando, estamos en el final de Arriba y abajo. O pueden leer Contrapunto de Huxley (1928).

También bastaría con leer Una educación incompleta de Connolly sobre Waugh, En casa de lady Molly de Powell o Amor en clima frío de Mitford (el mismo Waugh estuvo enamorado de su hermana Diana y, tras su boda con el heredero de la cervecera Guiness, dedicó a la pareja su Cuerpos viles de 1930). No todas estas obras son necesariamente del tipo roman á clef, pero los ‹‹alegres lechos de muerte››, por usar una expresión de Connolly, que los llenan, son a menudo sus propios lechos compartidos o solitarios.

Un punto importante sería ¿a quién podemos considerar como influencia de este grupo? Parece evidente que la noción de maestro (en el sentido jamesiano) había quedado en entredicho tras la Gran Guerra y, sin embargo, puesto que la literatura era el tema a veces único de este grupo, alguien debía ser su referente literario. Curiosamente, esos referentes parecen ser todos poéticos: Eliot, Pound, Yeats, Apollinaire, Valéry… pero solo Connolly practicó ocasionalmente el poema; bien es cierto que Eliot y Valéry fueron importantes críticos. Por otra parte es curioso que esos referentes fuesen políticamente ‹‹reaccionarios››, al menos en sentido estético y, en el caso de Pound incluso con consecuencias penales, mientras que Mitford, Orwell y Connolly fueron, nominalmente marxistas, con un fuerte compromiso durante la Guerra Civil española.

Así parece que, como la mayoría de los grupos estos del twentiseven se alineaban más ‹‹a la contra›› que ‹‹a favor de››. Connolly lo expresa muy bien en El movimiento moderno (1965):‹‹la relación tan próxima, casi dependencia, de los autores de ladécada de 1890 con París, se extinguió (…) no hay nada equivalente al eje Picasso/Apollinaire o Jarry/Bonnard ni a salones como el de Gertrude Stein (…) sobre el Londres literario cae un telón de provincianismo›› —la traducción es de Miguel Aguilar. Curiosamente, el propio Connolly cita como obras del periodo contra el que ellos se rebelan: El agente secreto (Conrad, 1907), Los embajadores (James, 1903), El viaje más largo (E. M. Forster, 1907)…o las obras de Lawrence, Hardy y Madox Ford. La pregunta que surge de inmediato es si hoy, un siglo después, resultan más provincianos Conrad y James que Waugh o Powell.

O tal vez es que la literatura es un continuum, donde cada obra ocupa su lugar, como una tesela, en el gran mosaico que los contemporáneos, demasiado próximos, no podemos ver; y los grupos, escuelas y generaciones son meros pretextos mnemotécnicos para ahorrarnos el esfuerzo de la lectura detallada y consciente. Por fortuna, muchas obras de estos autores han sido recientemente rescatadas en español, como se indica más adelante. Tal vez sea este tiempo de aislamientos buena ocasión para su (re)lectura.

Datos cronológicos

Cyril Connolly (1903-1974)

Evelyn Waugh (1903-1966)

Nancy Mitford (1904-1973)

Anthony Powell (1905-2000)

Henry Green (1905-1973)

Bibliografía seleccionada en español

Cuerpos viles. E. Waugh, Anagrama

Cuentos completos. E. Waugh, RBA

Una danza para la música del tiempo. A. Powell, Anagrama

Obra selecta. C .Connolly, Lumen

Viajando en grupo. H. Green, Lumen

Trifulca a la vista. N. Mitford, Libros del Asteroide

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