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Los hashshashin
Los hashshashin

LOS ASESINOS: UNA SECTA DEL ISLAM

Por Roberto Carlos Miras Miras
domingo 10 de mayo de 2020, 13:00h
Les llamaban los hashshashin, un término despectivo que significa consumidor de hachís. No había que tomarlo en sentido literal pues se trataba de una denominación que los musulmanes aplicaban a personas moralmente reprobables. Poco después de que Mahoma el gran Profeta fundador del Islam muriera en el año 632 se desencadenó una guerra civil que escindió al mundo musulmán en distintas facciones.

El Islam quedó dividido en dos grandes movimientos: los chiítas o partidarios de Alí, el yerno de Mahoma, y los sunnitas o partidarios de la sunna –codificación tradicional. Consideraban los primeros que la línea sucesoria al Profeta estaba en la línea de Alí y por lo tanto debía de ser el Califa mientras que los segundos consideraban legítima la sucesión de tres de los primeros Califas Abu Bakr –suegro de Mahoma-, Omar al Khattab y Othman. Siglos más tarde una de éstas, la de los chiíes, se fragmentaría a su vez y surgiría un grupo conocido como los ismaelíes, estos se escindieron a su vez. Su último líder era Nizar y sus seguidores se llamaron a si mismos nizaríes. Después del asesinato de Nizar en Egipto en 1905 este fue el nombre que adoptaron la mayoría de los asesinos. Los ismaelitas esperaban la llegada de un Mesías o Madhi que debía de establecer la justicia de los cielos en la Tierra.

CÓMO LLEGAN HASTA NOSOTROS

Ya Marco Polo hablaba de los ismaelitas de Persia como asesinos y de su jefe el Viejo de la Montaña. Ya eran conocidos en Europa. Al consultar las fuentes persas o árabes llegamos a la conclusión de que el término Asesino es una palabra local que sólo se aplica a los ismaelitas de Siria. Medio siglo más tarde la descripción de Marco Polo tuvo su continuación en un relato similar de Odorico de Pordenone. Era habilidad de los asesinos el disfrazarse y matar y esa aureola que envolvió a su jefe, el Viejo de la Montaña nos traslada a otras épocas. Encontraron su eco en la literatura europea. “Siempre que el Viejo de la Montaña- apunta el cronista Jean de Joinville-, salía cabalgando le precedía un pregonero que portaba un hacha danesa con un largo mango forrado de plata en la que habían fijado numerosos cuchillos. Al caminar a gritos decía: “apartaos del camino de aquel que tiene en sus manos la muerte de reyes” Para el periodista Luis Pancorbo en su abecedario de Antropologías, Siglo XXI-, “El vocablo asesinos procedería de hachiche, ‘hachís’, ‘hierba’ en árabe o bien los ‘fieles de Asás’ personas fieles al fundamento de la fe” El 19 de Mayo el mayor erudito en temas árabes Silvestre de Sacy lee en el Institut de France una memoria sobre la dinastía de los asesinos y la etimología de su nombre, y es Rousseau quien trayendo a Europa los primeros retazos de información de los propios ismaelitas publica en 1812 los extractos de un libro ismaelita conseguido en Masyaf; uno de los principales centros ismaelitas de Siria. En 1825, un viajero ingles, J.B. Fraser confirmó la presencia de ismaelitas en Persia y la permanente devoción que le profesaban a su jefe. En el siglo XIX a través de varios viajeros europeos y americanos visitaron aldeas ismaelitas de Siria y escribieron sobre sus ruinas y sus habitantes. Es en 1967 cuando, se publica la Bibliotheque Orientale, de Bartolomé d’ Herbelot una obra que recogía todo lo que hasta aquel momento se sabía del Islam. También Napoleón Bonaparte con su expedición a Egipto y Siria realiza nuevos contactos con el Oriente islámico, abre nuevas oportunidades para estudiar esa cultura. No era desconocido el asesinato en el Islam antes de que Hasan –i Sabbha lo utilizara. El propio Mahoma dispuso de la vida de sus enemigos al sugerir que no merecían vivir. Es posible afirmar que Hasan –i Sabbha fue el primero en poner en práctica la idea del asesinato aunque también es cierto que evolucionara por casualidad. Había existido un grupo chiíta conocido como los estranguladores debido a que este era su método de asesinato preferido.

El SUEÑO DE HASAN –i SABBHA

En la ciudad santa de Qom a ciento cincuenta kilómetros de la actual Teherán nace un niño. Era Hasan –i Sabbha. “Había controversias y debates entre nosotros, y consiguió destruir mi fe que él desaprobaba. Nunca lo reconocí ante él pero sus palabras producían un gran efecto” -escribe su biógrafo. “Cayó enfermo y todos pensaron que no se podía hacer nada por él. Cuando el final parecía cercano estaba convencido de que se exponía a morir en pecado” o, como escribió “habré muerto sin alcanzar la verdad” Al recuperarse se adhirió apasionadamente a la causa ismaelita. En cuanto a sus sentimientos religiosos se había transformado, era un hombre que tenía una misión. Sus estudios teológicos en las ciudades místicas de Siria, Líbano y Egipto contribuyeron a que alcanzara una posición importante en el seno ismaelita persa con el grado de da’i –misionero- Regresa a Siria y pasa parte de una década viajando por el país y predicando la causa ismaelita con pasión y vigor, con sus enseñanzas tocaba la fibra sensible de sus seguidores. Pasaron los años, pero dispuso de una red de da’i (misioneros) extendida por muchas zonas de Oriente Medio, Persia y Siria. Lo primero que intentaban era integrarse en la comunidad local para dedicarse a la búsqueda de conversos potenciales a los que pudieran llevar a la senda de la verdad mediante sus ceremonias secretas de iniciación. Era necesario buscar alguna localización adecuada para realizar su sueño de establecer una base segura y permanente. Así fue como se fijó en el enclave del castillo de Alamut.

LA ENSEÑANZA DEL ÁGUILA

Se levantaba sobre una estrecha arista rocosa a unos 1800 metros sobre el nivel del mar. Cuenta la leyenda que fue la primera fortaleza que hubo en el emplazamiento de Alamut siendo construida por un antiguo rey de la región. El rey vio el valor estratégico del lugar y al momento hizo construir un castillo en él. Como había sido señalada por un águila recibió el nombre de Aluh Amut que en lengua daylamita significa “La enseñanza del águila” El castillo fue ampliado y reconstruido durante los primeros años de residencia de Hasan i- Sabbah que, además hizo construir sistemas de irrigación en los campos cercanos. Sus simpatizantes, los habitantes del territorio que se encontraban a su alrededor en la región de Daylan habían simpatizado durante mucho tiempo con la causa chií, un puerto seguro desde el cual los seguidores de la causa ismaelí podrían poner en marcha su revolución. Alamut repelió varios ataques mientras los nazaríes fueron sus amos. Es en 1090 cuando un extraño personaje fue escoltado e introducido en secreto dentro del castillo de Alamut, y se quedó a vivir entre sus muros, prácticamente sin llamar la atención de los que vivían allí con él. Decía que se llamaba Dihkhuda. Finalmente se dieron cuenta, era Hasan –i Sabbah Se dice que en Alamut existía una lista honorífica en donde eran inscritos los nombres de aquellos que habían participado en sus misiones.

SU PROPAGACIÓN

Eran los nazaríes un movimiento, político y religioso cuya historia es en todos sus aspectos tan interesante como su leyenda. Durante el período medieval la política y la religión estuvieron entre mezclados, tanto en el mundo islámico como en el cristiano. El uno no podía vivir sin el otro. Se extendió el credo Nazarie más allá de sus puntos de origen en Persia, pasando a Siria, Asia Central y la India. Encajaba de una manera espléndida con las aspiraciones de las clases desfavorecidas. No había clases sociales dentro de la jerarquía nizarie: los miembros de la comunidad se llamaban unos a otros camaradas (rafiq) Nombraban a sus dirigentes por sus méritos y no por su estatus social.

El sucesor de Hasan, Kiya Buzurg – Ummid, fue un ejemplo de nazarie que procedía de unos orígenes humildes. Como idioma religioso del movimiento Hasán utiliza el persa, no el árabe, lo cual con respeto a los usos anteriores suponía una diferencia importante. Sería en el futuro por las acciones de aquellos fida’i (que en Occidente serían conocidos como asesinos), por lo que los partidarios de Hasan llegarían a ser conocidos. Algunos misioneros ismaelitas adquirían y consolidaban posiciones de fuerza en otros lugares, otros llevaban su doctrina religiosa hasta los mismos centros de la ortodoxia sunnita y el poder seljúcida. Sus víctimas consideraban a los asesinos como fanáticos criminales embarcados en una conspiración contra la religión y contra la sociedad. En 1094, los ismaelitas se enfrentaron a una crisis importante. El Califa fatimita al-Mustansir, Imán del momento y cabeza visible de la fe, murió en El Cairo dejando cuestionada su sucesión. La identidad del Imán era un problema crucial al ser la figura central de todo el sistema político y teológico ismaelita. Nizar debió de ser el Imán legítimo a la muerte de al –Mustansir, pero fue muerto en una prisión de Alejandría. La toma en 1096 de un castillo de Elburz occidental siguiendo la tónica general de sus primeros intentos. Se enviaron emisarios a la región de Damghan, donde Hasan había estado predicando antes de ir a Daylam. Recibieron mucha ayuda por parte del Gobernador Damgham, un oficial llamado Muzaffar convertido en secreto al ismaelismo. Al sur de Damgham estaba la fortaleza de Girdkuh apropiada por su solidez y posición. En esa misma época se llevo a cabo un golpe más audaz aún: la captura de una fortaleza Shahdiz situada en la colina de la gran ciudad de Ispahán, sede del sultanato seljúcida. A la muerte del Sultán Muhmmad en 1118 sucedió otro intervalo de conflictos internos entre seljúcidas aprovechado por los asesinos para reponerse de los contratiempos sufridos y recuperar sus posiciones en Quhistan y el Norte. Y eran una mezcla de asesinos, templarios y gnósticos.

ASESINOS, TEMPLARIOS Y GNOSTICOS

Los templarios habrían copiado métodos de los hashashins en cuanto a Guardianes de Tierra Santa, guerreros místicos que podrían consumir hachís y juramentarse para matar (asesinar), a sus enemigos. Siempre con una fe ciega en el Gran Maestre del Temple, una versión templaría del Sheik-al-Jabal o Viejo de la Montaña no encarnado en la figura de Hasan –i Sabbah sino en la del misterioso Rashid –al Din Sina que habitaba en el refugio de Asfya, su particular Alamut. Viven un nuevo auge tras la estela de Brown o Gillord, quien en su novela Assassini propone que fue el Papa Calixto IV Borgia quien les dio poder en su lecho de muerte. Nuevos hassassin son los que aún tramarían sin descanso apoderarse del Vaticano y de aquellos intereses que encierra. En 1920 estalló una guerra abierta entre varias Órdenes que culminó en la mítica ciudad de Tiro por parte de los Hospitalarios de San Juan. Parece que los seguidores de Hasan –i Sabbah pagaron tres mil monedas de oro a los templarios por su ayuda en la consecución del territorio donde nació el constructor del Templo de Salomón. Consideraban que la evolución religiosa del Hombre había tenido lugar en siete años bajo la dirección de siete profetas mensajeros, Adán, Noé, Abraham, Moisés, Jesús y Mahoma. Cada uno de los cuales reveló una ley religiosa en forma esotérica que no tardó en ser interpretada por los no iniciados: esto es el zahir o aspecto externo. Pero cada mensaje contenía una verdad interna, esotérica que requería una interpretación por parte de un número pequeño de iniciados: es el batin o verdad esotérica. Una teología ismaelita de carácter revelador. El haqa’ip trascendió a la Razón humana y su último término derivó de las doctrinas gnósticas, consideraban los principios en términos Neoplatónicos. La existencia de un mundo físico que había sido creado por una divinidad inferior; el Yahvé del Antiguo Testamento hasta que se le permitió cierta laxitud, hasta que Dios decidió enviar a su hijo para ocupar el cuerpo de Jesús y liberar al mundo de las enseñanzas falsas era algo sostenido por los gnósticos. Algunas de estas enseñanzas gnósticas pasaron al Islam. Mahoma, adoptó la idea gnóstica según la cual el cuerpo que fue crucificado tan sólo era un fantasma al que los judíos y los romanos no podían causar daño alguno. Las verdades esotéricas, denominadas, haqa’ip, fueron explicadas por un sucesor de cada uno de los profetas mensajeros, conocidos como wasi (legados), o por el sami (el silencioso), cuya idea consistía en explicar el batin de la Ley y de las Escrituras.

EL CORAN, LOS ASESINOS Y EL PARAÍSO

Una madre en cierta ocasión se ennegreció la cara para demostrar la vergüenza que sintió cuando su hijo regresó de una peligrosa misión en la que sus colegas habían hallado su muerte. En el Corán se habla del Paraíso en términos que nos recuerdan al Jardín judío o cristiano. Esa Morada de los Justos se le denominaba el Jardín. Descrito en ocasiones como un jardín a través del cual fluyen los ríos pero también como el “Jardín del Edén” Lo más interesante, para ellos es “experimentar el perdón, la paz y la satisfacción del alma en Dios” Sacrificar sus vidas era percibido como el cumplimiento de un deber y por lo tanto constituía un honor. Los fida’i esperaban entrar en el Paraíso como consecuencia del cumplimiento de una misión suicida. En este sentido las enseñanzas de Hasan –i Sabbah tocaban la fibra sensible de sus seguidores al crear una imagen de autoridad suprema en este mundo a la cual se debía obedecer y cuyas instrucciones, resultaban infalibles. Hasan configuró la visión de alguien por la cual los hombres renunciarían a muchas cosas incluso a la propia vida con tal de seguirle.

¿Y, ERAN ASESINOS?

No inventaron el asesinato tan solo le cedieron su nombre. El homicidio es tan viejo como la raza humana. Su antigüedad está simbolizada en el cuarto capítulo del Génesis, donde el primer homicida y la primera victima aparecen como hermanos, hijos del primer hombre y de la primera mujer. A veces el asesinato es concebido como un deber y se justifica con argumentos ideológicos, tanto por quien los comete como por otras personas. En la antigua Atenas, Harmodins y Aristogeiton, conspiraron para matar al tirano Hippias. Representaban los asesinos una forma de extremismo militar y nacionalista, similar a las sociedades secretas terroristas de la Italia y la Macedonia del siglo XIX. Cuando un asesino mataba a su victima no era sólo un acto religioso; también efectuaba un acto ritual de cualidades casi sacramentales. Era casi siempre atrapado y habitualmente, no había ningún intento de escapar; incluso como hemos visto anteriormente hay implicaciones de que sobrevivir a la misión era vergonzoso.

SINÁN Y SALADINO

Alcanzaron el poder una década antes, habían necesitado que interviniera el tiempo para poder establecer su propia autoridad militar y espiritual. En 1175/76 ambos se encontraban en la cúspide de su poder; Sinán se había consolidado como el Viejo de la Montaña y Saladino se había apoderado de Damasco y estaba a punto de convertirse en el gobernante principal del Islam. Sinán nació en un pueblo cercano a Basora en el Sureste del actual Irak. Descrito como un maestro de escuela siendo joven se interesó por el chiísmo y tras una disputa con sus hermanos se trasladó a Alamut, donde llegó durante el gobierno de Mohamed Ibn Buzurg’ Umid. Estudió en Alamut las ciencias de los filósofos y leyó mucho, así como las Epístolas de los Hermanos de la Sinceridad. En cuanto a Saladino nació en 1138 en la ciudad de Baalbek (al Este de Beirut cerca de la moderna frontera con Siria), donde su padre era Gobernador. Se pasó los 24 años estudiando Árabe, Retórica y Poesía. Comenzó a utilizar el título de Sultán del Islam y de los musulmanes, un líder sunnita tan poderoso constituía un peligro para los asesinos. Al mismo tiempo, Sinan se trasladó al castillo de Kafh, donde permaneció hasta que falleció el líder sirio Abu Mohamed. Alrededor del año 1162 el propio Sinán se convirtió en jefe da’i Los asesinos lograron entrar en el campamento de Saladino y disfrazados de soldados intentaron matarlo pero la armadura de Saladino, lo protegió.

Para saber más:

  • Los asesinos W.C. Bartlett (Editorial Crítica)
  • Los asesinos Bernard Lewis (Biblioteca Mondadori)
  • Los asesinos, la secta de los guerreros santos del Islam (Martínez Roca)

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