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BEST SELLERS COMO CHURROS

Por Begoña Ameztoy
martes 19 de mayo de 2020, 14:00h

Procuraré no ser tan pedante y narcisista como un escritor al uso. No te escandalices, todos los escritores lo somos, además de competitivos, envidiosos y dispuestos a cualquier aberración con tal de mejorar las ventas de los bodrios que parimos. Y el que diga lo contrario miente. Es verdad que siempre ha habido clases. No es lo mismo Jane Austen, Nabokov o Graham Greene, que J. K. Rowling, Dan Brown, o E. L. James y sus infumables “cincuenta sombras”.

Pero no estamos hablando de eso. No nos interesan las altas o bajas pasiones que sus obras despierten en lectores ávidos de adentrarse en los laberintos del alma humana. Cada cual alimenta su alma como quiere. EL LECTOR ES INOCENTE, EL ESCRITOR, NO. El lector paga el libro y lo interpreta como le da la gana. El escritor no va a sentirse ofendido. No escribe por altruismo ni por delirios mesiánicos (salvo algunos iluminati, pero de esos quedan pocos) Al escritor le basta con dar rienda suelta a su ego, exhibicionismo, etc. ya lo hemos apuntado al comienzo. O sea, se divierte y gana dinero (los que ganen dinero, quiero decir).

Espero no ser malinterpretada. Todo esto no es una crítica, ni un juicio moral, sino un comentario oportuno y necesario. Vamos a desterrar para siempre ese equívoco concepto que preconiza “Un gran escritor, es un gran hombre que escribe”. Puta bola, tío, eso sería en otro tiempo. Todo está dicho y escrito mucho mejor y mucho antes que llegáramos nosotros al business. Ahora la literatura solo es un negocio. A los editores con tal de vender, les da igual vender libros, bragas, o calcetines. Bueno, vale, será lícito pero que nos lo digan, que no vayan de guais y de puristas. Que se atrevan a decirnos que los best sellers NO NACEN, SE HACEN. Y para eso solo necesitas una editorial que esté en el “top ten” (Planeta, Alfaguara, Random House) o una agente literaria implacable que sepa negociar tu producto. No pensarás que los que están en el Olimpo de los dioses (Almudena Grandes, Javier Castillo, Juan Gómez Jurado, Dolores Redondo) son mejores que tú o que yo. Desde luego mejores que yo, ni de coña. Y no es mi intención subirte la moral, ni siquiera la libido. Es la despiadada realidad.

¿De qué estamos hablando entonces? Buena pregunta. Hablamos de la necesidad de acotar el tiempo y el espacio. El tiempo que perdemos leyendo novelas estúpidas, historias repetidas, parecidas, idénticas las unas a las otras. Gillipollescas, detectivescas, sensibleras, cursis, eróticas, demagógicas, nostálgicas, guerracivilistas ¿Cómo no va a haber superávit, inflación y overbooking en el mercado editorial? Pues igual que en el mercado del arte. Todo está saturado, petado, kaput. Es un signo de los tiempos.

A ver si nos vamos enterando que un gran escritor tiene que ser un gran hombre que escribe SOLO DE SÍ MISMO y SOLO si tiene algo realmente interesante y original que transmitir, que decir, que escupir. Estamos hartos de las mismas novelas con distintos títulos. Todos esos escritores oportunistas y copiones de las trilogías escandinavas, de las hazañas bélicas contadas exclusivamente desde un lado de la trinchera (infinita, of course). Todos esos amanuenses y amanuensas de historias rurales, garbanceras y pseudofeministas, de puro entretenimiento pueril rebozado de pátina cultureta, tendrían que reconocer humildemente sus limitaciones y dedicarse a escribir guiones de telefilms para las tardes de los domingos de Antena 3. Que no se crean que por publicar en alguna de esas editoriales “intocables” lo suyo tiene otro nivel. Que lo sepan, lo suyo es pura filfa y “entertainment”.

En el argot judicial terminaría este exordio elevando las conclusiones expuestas, a definitivas. Y a eso voy.

En el año 1974 Ernesto Sábato publicó su última novela “Abaddón, el Exterminador”, la secuela de “Sobre Héroes y Tumbas” En sus líneas hay una originalidad, una belleza, un escalofrío, una indagación, una introspección real, una autoficción apabullante, auténtica, insultantemente moderna que estremece el alma. Esto sí es literatura, la publique Agamenón o su porquero y de esto te estoy hablando en este comentario.

Así que toma nota y no me cuentes la misma historia otra vez, que me saturas el mercado y me aburres hasta el infinito y más allá.

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