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"Pero Ansúrez. El conde, su época y su memoria", coordinan Mª Isabel del Val Valdivieso y Olatz Villanueva Zubizarreta

EDITORIAL: INSTITUTO UNIVERSITARIO DE HISTORIA SIMANCAS/UNIVERSIDAD DE VALLADOLID/AYUNTAMIENTO DE VALLADOLID
Por José María Manuel García-Osuna Rodríguez
martes 02 de junio de 2020, 13:00h
Pero Ansúrez. El conde, su época y su memoria
Pero Ansúrez. El conde, su época y su memoria
Este es un magnífico trabajo, del que analizaré algunos epígrafes, que se hizo en la antañona y medieval ciudad leonesa de Valladolid (2018-2019), que es lo que era en el momento en que el conde y dux del Regnum Imperium Legionensis, llamado Pedro Ansúrez, era el factotum fidelísimo de la corte del rey-emperador Alfonso VI de León.

Es una pena no haber aprovechado el momento para haber podido realizar un estudio histórico-forense sobre aquel gigante de 2’03 metros de altura. Está claro que su oponente Rodrigo Díaz de Vivar ha estado sobredimensionado, siendo el de Vivar uno de los muchos condotieros existentes en la Europa del momento, entre otros de mayor o menor enjundia verbigracia Mercadier y Geraldo Sempavor. La obra narra, de forma pormenorizada, todo lo que se debe escribir y conocer sobre la época y la memoria del gran magnate leonés.

1º: “Pedro Ansúrez y Rodrigo Díaz de Vivar, una época y dos personajes”, de la historiadora francesa A. Rucquoi, que yo acepto que sea una fan absoluta de Castilla, y entendida paradigmática de la bellísima urbe de Valladolid, pero llamar a Alfonso VI rey de Castilla y León es comenzar con mal pie, y debe documentarse sobre la titulación regia, ¿porqué no entonces asimismo de Galicia? Tampoco tiene mucho importancia que el vulgo conozca más al de Vivar, que probablemente naciese en León; ya que la talla de Pedro Ansúrez y el emperador leonés Alfonso VI es inconmensurable. Tampoco Fernando I es rey de Castilla, sino magno emperador de León; y ya que cita al jesuita Gundisalvo Martínez Díez debería conocer, la prof. Rucquoi, su aserto sobre lo que digo. No se hace mención del Campeador en las Crónicas Silense, del obispo Pelayo y los Annales Complutenses. Tampoco figura el magnate de León en las crónicas de la época, pero sí en diversos diplomas como maiordomus regis. Serán proverbiales sus relaciones con la infanta legionense Urraca, “cum quodam comité nomine Petro Ansuriz et cum aliis suis proceribus”. Su esposa la condesa Aylo/Eylo era hermana de dos alféreces reales legionenses. El Cid era indócil, y servidor de quien le pagase; Pedro Ansúrez fiel cumplidor del deber.

2º: “La oficina de expedición de documentos del conde Pedro Ansúrez”. La prof. Ruiz Albi realiza un estudio de la colección diplomática del conde leonés, que son 37 documentos en 34 años, mientras que del señor de Vivar hay 8 (2 falsos). Excelente el estudio sobre los nombres de los notarios de la colección diplomática condal.

3º: “Imágenes, tiempos y escenarios del conde Pedro Ansúrez”, por el prof. Martínez Sopena. El cuadro de la portada del libro se encuentra en el salón de recepciones del Ayuntamiento de Valladolid, y fue obra del pintor Bartolomé Carducho, el óleo nos ofrece la imagen de un guaje vestido a la usanza de los albores del siglo XVI. Entre los años 1103 y 1109, los condes Pedro y Eilo desaparecen de los documentos del reino de León, porque se encuentran presentes en Urgel y en Aragón.

4º: “La villa del conde Ansúrez”. A cargo de los profs. Sainz Guerra y Sainz Esteban. El centro de este capítulo es la ciudad de Valladolid. En el meollo de la situación de la ciudad fundada por el magnate leonés, se encuentra el conflicto bélico constante entre musulmanes y cristianos. Como un hayyib autoritario como Almanzor realizaría verbigracia 7 razzias en 5 años, era vital para la supervivencia de la identidad de los cristianos el asentamiento por presura de las poblaciones, y que defendiesen esos núcleos creando sus murallas de cantos rodados. Los caminos medievales en el entorno vallisoletano determinarán las futuras calles, como las de Santiago, Teresa Gil o el paseo de Zorrilla, etc. Algunos de los núcleos de población del territorio estaban fortificados, tales como Simancas o Cabezón. El primer documento escrito que se refiere a la fundación de la Colegiata es de mayo de 1095. Valladolid tuvo su alcázar a finales del siglo XII, en la situación actual del patio Herreriano.

5º: “Santa María la Mayor de Valladolid”, por el prof. Reglero de la Fuente. La primera noticia de la fundación proviene del 7 de abril de 1088, cuando el abad Saltus de Santa María adquirió el 50% del monasterio de San Tirso, la otra mitad habría sido comprada por el propio conde Ansúrez en 1084. El monasterio es de los canónigos regulares, y este cenobio sería una pieza importante en los enfrentamientos bélicos entre los reinos de León y de Castilla, inclusive en el momento histórico de los reyes Fernando II y su atrabiliario sobrino Alfonso VIII.

6º: “Reyes y reinos”. Por la prof. asturicense Cavero Domínguez. Realiza un estudio más que notable sobre el devenir de la gobernación y la política en el reino de León que tuvo como personaje destacado a Pedro Ansúrez. Se refiere a la relación de los soberanos con sus magnates y con sus territorios. Terminaré mi acercamiento al eximio capítulo de: “Mujeres y poder aristocrático entre los siglos XI y XII”, de la prof. Tollendal Prudente. Es evidente que algunas mujeres medievales tenían poder. Las féminas de la aristocracia leonesa, de los siglos XI y XII estuvieron muy implicadas en el ejercicio de la autoridad política, trasmitiendo y perpetuando la misma. En suma, una obra extraordinaria de la historiografía medieval, que recomiendo. Virtus et vitium sunt contraria!

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