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"Un día en Pompeya", de Fernando Lillo

Editorial Espasa
Por José María Manuel García-Osuna Rodríguez
sábado 20 de junio de 2020, 09:00h
Un día en Pompeya
Un día en Pompeya
Estamos ante una deliciosa novela histórica, que nos traslada a cómo se vivía en la urbe campania de Pompeya. Es un sábado de primavera del año 79 d. C. A lo lejos se observa el volcán Vesubio, que el día 24-25 de agosto o de octubre del año 79 D.C. destruiría de forma inmisericorde está urbe, la de Estabia y la vecina de Herculano.

El autor, con una riqueza descriptiva y narrativa fuera de toda duda, nos va desgranando el desarrollo urbano de aquel día. Pompeya sería habitada por el pueblo de los oscos, y más adelante pasaría a pertenecer a los samnitas, a los griegos, etc. Sus habitantes morirían literalmente abrasados, a una temperatura de 300ºC, y no por asfixia; por lo que la muerte pavorosa sería casi instantánea. Los moldes de sus cuerpos presentan el espasmo cadavérico de cómo ocurrió; siendo emperador en Roma, TITO FLAVIO VESPASIANO (EMPERADOR TITO VESPASIANO AUGUSTO. 30 de diciembre del año 39 d. C.-Emperador de Roma desde el 24 de julio de 79, HASTA 13 de septiembre de 81). Será dicho emperador el que escriba: “Es imposible que yo sea insultado o ultrajado de alguna forma. Yo no hago nada que merezca ser censurado, y no me importan las falsedades que sobre mí se escriban. Y en cuanto a los emperadores que ya están muertos y enterrados; ya se vengarán por sí mismos en caso de que alguien les haga algún mal, si en verdad son semidioses y poseen algún poder”.

¡Ah!, por cierto no se traduce Caius por Cayo sino por Gayo, por lo tanto felicitación asimismo al escritor por su rigor, también en esto. El autor en forma de narración cronística va mencionando las relaciones sociales de todos aquellos seres humanos que desaparecerían como por arte de birlibirloque. El libro se fundamenta rigurosamente en datos arqueológicos, epigráficos y literarios, lo que nos conduce a poder analizar cómo eran las anécdotas y curiosidades vivenciales de los pompeyanos; de todo ello se puede colegir que no hay nada nuevo bajo el Sol. Los romanos se levantaban muy temprano, organizaban sus vidas, realizaban sus negocios y dedicaban las tardes para el sexo, la diversión, la holganza, la bebida (aunque los romanos aguaban el vino) y las termas. Los sábados estaban dedicados al dios Saturno.

Las mujeres romanas tenían muchos menos derechos que las espartanas y las púnicas, pero sí podían intentar apoyar el medraje y las candidaturas políticas de sus varones. En los mercados de Roma, de sus colonias y sus provincias, existían diversas balanzas romanas para que no se produjesen abusos y engaños hacia los consumidores. Los protagonistas son: EUFEMO, que es un labrador que aporta los productos de sus tierras en el mercado o macellum; una vez vendidas sus mercancías, este agricultor acompañado de su hijo se dedicarán a solazarse en el anfiteatro con unos ludi circenses de gladiadores. Su nombre aparece en un grafiti en la zona de la puerta Marina. GAYO CUSPIO PANSA, es un edil en plena campaña electoral, con 26 años está en la plenitud de su CURSUS HONORUM, debería estar a la altura de sus antepasados aunque si deseaba llegar al puesto de duoviro era preciso y necesario aligerarse los bolsillos para dotar de servicios y prebendas a los ciudadanos. TERENCIO NEÓN, es un panadero rico, que patrocina la campaña política del edil. Ahora solo se dedica a la administración de sus negocios. Su pan blanco o panis candidus es exquisito; mientras el realizado para la plebe y los esclavos era denominado como panis plebeius. LUCIO CECILIO JUCUNDO era el banquero de la urbe de Pompeya, ya está retirado, siendo sus vástagos Quinto y Sexto los que están a cargo del negocio. Es un hombre riguroso, metódico, serio, y apasionado del amor; apoya la campaña al cargo de duoviro (alcalde) de Marco Holcono Prisco. “Lucrum Gaudium”. GAYO JULIO HELENO es un profesor particular, ahora cómo liberto griego y docente da clases a los hijos del edil ciudadano del momento, Lucio Albucio Justo; enseña retórica y oratoria. ESTEFANO, se dedica al negocio de la lavandería. Cuenta con varios esclavos y libertos, él administra y su esposa, Especla, vigila y controla el trabajo y a los trabajadores; su vivienda está en la vía de la abundancia. Su apoyo político se dirige hacia Lucio Popidio Prisco. POPIDIO NATAL, es un fiel fan político de Cuspio Pansa, devoto religioso de Isis, se transforma tras salir de sus actos religiosos. Es un personaje real: “Cuspium Pansam aedilem Popidius Natalis cliens cum Isiacis rogat”. ASELINA Y SUS CHICAS, su bar o termopolio es un lugar de amor para los clientes de Pompeya, una de sus bellísimas mujeres llamada Esmirina, a veces ofrece sus servicios sexuales a los varones del local; las otras mujeres, María y Egle, son trabajadoras y eficientes. LADÍCULA se dedica al latrocinio disfrazado de mendigo. CELADO es un gladiador con muchas seguidoras del sexo femenino. Aquel día había recibido la palma de la victoria. ACTIO ANICETO se dedica al teatro de pantomimas, pronto se irá de gira. FORTUNATA, es una prostituta independiente; sus clientes tras limpiar su cuerpo en las termas darán alegría a su virilidad con ella. Pero, ella espera al hombre que se enamore de ella y la retire. EUTIQUES, es un ludópata sensu stricto, en un Imperio Romano en el que los juegos de azar solo eran permitidos en las saturnales, entre el 17 y el 23 de diciembre.

Para cerrar toda esta pléyade de personajes, los plutócratas irán a terminar su jornada cenando en la mansión del riquísimo liberto Lucio Istascidio Zósimo. Y, todos estos personajes tienen un hilo conductor o liaison que es el volcán, fautuor de lo que será su destrucción. ¡Magistral libro! Extra historiam nulla salus!

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