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Carmen Torres Ripa
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Carmen Torres Ripa

Entrevista a Carmen Torres Ripa, autora de "La mujer de las nueve Lunas"

"Hildegard de Bingen llegó a predicar en una catedral. Ahora sería imposible con la iglesia tan misógina que tenemos"

Por Javier Velasco Oliaga
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Carmen Torres Ripa es una periodista de Baracaldo que tiene dentro de sus venas el veneno de la escritura y ese veneno se hizo para ella más palpable cuando por casualidad conoció a un personaje de la magnitud de Hildegard de Bingen. Este hecho la ha supuesto trabajar sin descanso durante más de cuatro años en el conocimiento de esa santa germana, que sigue sin ser santa a los ojos de la Iglesia, pero no de los fieles. El resultado ha sido su segunda novela La mujer de las nueve lunas.


La elaboración de la misma hizo que abandonase sus quehaceres en la sección de opinión del diario Deia y otras cosas más personales, pero el resultado ha quedado plasmado en una obra original y bien documentada. Cuando habla del libro, habla como si estuviese acunando a un bebé, pausadamente, con cariño, explicando minuciosamente el proceso de elaboración y cómo ha conseguido los documentos precisos para escribir una historia medieval, pero también actual. Cuando coge el libro lo abraza como a un ser querido, como una madre coge a un hijo o, mejor aún, como una abuela acoge al nieto preferido, aunque en este caso es su libro.

¿Por qué escogió a Hildegard de Bingen, que vivió en el siglo XII, como personaje de su libro? ¿Qué tiene de especial?
Yo no la conocía. La conocí en Flandes, en un viaje de prensa. Nos llevaron a un sitio muy bonito con una iglesia y muchas casitas en corro alrededor de ella, y todo un campo de narcisos. Precioso. Me dijeron que era un beguinato, que es una especie de monasterio de la Edad Media de mujeres libres. Eran mujeres que se reunían cuando los maridos iban a las cruzadas o se quedaban viudas. Allí pintaban, o hacían música, escribían. No era la típica cosa de reunirse a rezar. Esto, posiblemente partió de Hildegard de Bingen. En todo Flandes los beguinatos son patrimonio de la humanidad. Desde que me enteré de esto, toda mi obsesión fue encontrar a esta mujer. No había oído hablar en mi vida de ella. Empecé a mirar por internet, pero al final me fui a Bingen y allí conocí a esta mujer tan especial, que rompía todos los moldes. Sabía pintar, sabía escribir. Las iluminaciones de los códices son una maravilla y son sus visiones. Era vidente, herborista, compositora de música, incluso había una ópera de ella. Me fascinó y esa fascinación se la pasé a Samuel, que por un libro y una composición de música llega a obsesionarse por ella.

Samuel empieza muy escéptico y según pasa el tiempo va cayendo en sus redes.
Claro, le pasa un poco como a mí, en realidad Samuel soy yo, claro. La va conociendo y se da cuenta de que es una persona rebelde, como él. Es como la historia de dos rebeldes.

En el siglo XII no habría otra mujer como ella.
Yo pienso que era una persona única, porque en ese siglo la mujer lo único que hacía era tener hijos y morir de parto la mayoría. Ella llegó a predicar en una catedral. Incluso ahora es imposible con la iglesia tan misógina que tenemos, donde la mujer a lo más que llega es a sacristana.

He notado que en el libro hay una crítica hacia las estructuras de la iglesia católica. El dejar a la mujer de lado y que no pueda llegar a nada.
A nada. Fíjate lo que hace: recoger la colecta, cantar unos cánticos espantosos y luego, pues de sacristana, encendiendo y apagando las velas, limpiar.horrible.

¿Por qué la iglesia católica no ha evolucionado?
El problema es que la iglesia católica no ha evolucionado nada. Pienso que no tiene ningún interés. La iglesia es machista. La mujer debería poder elegir si quiere ser obispo o no, por ejemplo. Ahora a lo máximo que puede aspirar, dentro de la jerarquía, es a ser abadesa y los monasterios están vacíos, tienen poquísimas mujeres, hay ocho o nueve. Fíjate.

En la novela dice que era dura con los poderosos y débil con los frágiles.
Sí, es cierto. Yo he leído las cartas que escribió, que se escribía con los obispos, con el emperador, con el papa. A Barbarroja le riñe muchísimo por haber aceptado a los dos papas y le dice incluso que Dios se lo tendrá en cuenta. También hay cartas de frailes que la escriben y la piden ayuda, que son frágiles en la concupiscencia.

¿Por eso ella quiso separar a las monjas de los frailes?
Claro, es que antes los conventos eran mixtos.

A mí me sorprende Isobella, que en un pasaje cree que ha sido poseída por un ángel y en realidad había sido el abad Crisóstomo.
Yo pongo en la novela que el abad la medio droga y no sabe dónde está la realidad y dónde el sueño.

¿Cuánto tiempo ha estado documentándose para escribir la novela?
He tardado en escribir la novela cuatro años, trabajando duro, con disciplina de trabajo. Y he estado en todos los sitios que describo. En Bingen, que está como a setenta Km de Frankfurt, también en la Toscana, en Lucca, que es donde están los códices de ella y en Lovaina y también en Flandes.

¿Cuánto de verdad y cuánto de ficción hay en la novela?
Hay un 80% de ficción. Me he inventado muchísimo, pero ella era en verdad una mujer fascinante.

¿Los códices se han llegado a traducir?
Algunas cosas, pero otras no.



¿Los códices de Lucca existen realmente?
Sí. También los libros que escribió. Me he inventado que se escapó del convento, que tuviera una amiga bruja. Isobella no existió. La relación amorosa con Bernardo no fue tal, pero sí la ayudó para que la iglesia la dejara seguir escribiendo.

¿Por qué la iglesia no quería que escribiera?
Porque todo lo que escribía era muy nuevo, como le pasó un poco a Santa Teresa, ¿no? Lo que pasa es que lo de Santa Teresa lo consideraron muy erótico. Lo que escribía Hildegard era diferente. Por ejemplo, decía que del pecado original no tenía la culpa Eva, que fue Adán, porque Eva ofrece y Adán acepta. Son explicaciones y visiones que ella tenía que a la iglesia le costaba admitir. Sin embargo al Papa le gustaron y la permitió seguir. San Bernardo dijo que era una mujer especial que tenía un don. Dicen de él que también era vidente.

¿Esto no sería fruto de la mandrágora o de su afición a la herboristería?
También cabe la posibilidad. Ha habido psiquiatras que han dicho que es que estaba drogada cuando escribía o que tenía unas migrañas muy fuertes que le daban visiones.

Igual que a Santa Teresa o a Santa Catalina.
Claro. Al final, son mujeres y entonces están locas.

¿Por qué no es santa?
En Alemania es santa y en la iglesia católica es santa, es el 17 de septiembre es santa Hildegard. El tema es que no se la ha santificado con los oropeles vaticanos. Ella es santa por tradición. Cuando murió, enseguida se empezó a rendirle culto. Tenía fama de hacer milagros ya en vida. Hubo tres intentos históricos de santificarla y por lo que sea, no prosperaron.

Las beguinas fueron las continuadoras de su modo de ver la vida, de su modo más abierto.
Ella, cuando funda el convento, dice que no quiere más muros cerrados, que quiere más luz, más libertad. Su convento es más luminoso. Las monjas hacen gimnasia, se lavan los dientes, cuando en aquella época había muy poca higiene. Ella inculcó a las novicias la higiene y la libertad. Era muy especial.

¿Por qué el Vaticano está empeñado en tapar esas cosas?
Porque no le interesa.

En la novela también hay una crítica a las cruzadas. Según tú, fueron a Jerusalén, no a salvarla, sino a encontrar tesoros.
Sí. Eso es históricamente cierto. San Bernardo hizo la regla de las cruzadas, que yo no sabía y les decía a los cruzados, que fueron primero nueve, dónde mirar para encontrar el tesoro de Salomón y el arca de la alianza. Los cruzados allí no fueron a defender nada, sino a coger.

¿Qué tiene de especial el nueve?
El nueve es un número muy recurrente para la mujer: los nueve meses del embarazo,y a lo largo de la novela tiene mucha importancia, porque juego con el nueve, con la alquimia del nueve, y ese número es muy importante y la luna también lo es. La luna influye mucho en la naturaleza y en las personas.

¿Estos conocimientos antiguos se están perdiendo? ¿Crees que la iglesia ha hecho algo para que esto sea así?
Para la iglesia las predicciones son pecado. Es pecado creer en los horóscopos, lo cual no deja de ser una imbecilidad, porque realmente vemos los horóscopos por pura curiosidad. Hildegard creía que la hora y el día del nacimiento y el mes influían mucho en el desarrollo del niño o la niña. Ella creía en la situación de los astros.

¿Y la iglesia no cree en ello? Lo digo porque Escribá de Balaguer fundó el Opus Dei en una fecha muy concreta, el día dos de octubre.
No, el que elijan los ángeles no quiere decir que crean en los horóscopos. Creo que él no creía para nada en esas cosas.

¿Qué tiene de especial y diferente tu novela para poder atraer a los lectores?
Es la historia de dos rebeldes, no de monjas o de frailes. Una rebelde en el siglo XII y un rebelde en el siglo XXI, que por defender sus propios ideales, son capaces de enfrentarse hasta a la posibilidad de perder su felicidad. Se rebelan contra lo establecido. Pienso que ser rebelde es ser libre y eso me parece lo más importante.

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