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Luis Sepúlveda y Alfonso Mateo-Sagasta
Luis Sepúlveda y Alfonso Mateo-Sagasta

Contras de “La Semana Negra de Gijón” o el sabor de la fritanga

Por Joaquín Álvarez-Coque
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Después de pasar una larga semana de nueve días en Gijón recorriendo sus calles, hinchándome a sidra y pateando el recinto ferial de “La Semana Negra”, mi director me manda que escriba mi opinión sobre la misma. ¡Menudo papelón! Después de haber reflejado él lo bueno que en esas jornadas ha habido. A mí, como buen operario de la pluma, no me queda más remedio que buscar sus flaquezas que, desgraciadamente, las tiene.

A mí “La Semana Negra de Gijón” me sabe a fritanga y a sidra derramada en el suelo. Si el objetivo de tan prestigiosa semana era acercar la cultura a la gente, desde luego que lo han conseguido. Lo malo es que han llegado a la vulgarización. ¡Ya me dirán ustedes que pintan tenderetes de camisetas, de artículos de todo a un euro! Aquí, sinceramente creo que se han pasado.

Bien es cierto que la noria es espectacular, sobre todo de noche pero, ¿a qué vienen tantas atracciones infantiles y de feria de lo más cutre? Quizá, la financiación institucional esté de capa caída, pero llegar a esos extremos me parece peligroso porque estaba claro que la feria se comía a la Semana en todos los aspectos quedando la cultura y la literatura arrinconadas a sólo tres o cuatro carpas y unos pocos tenderetes donde se podían comprar algunos libros, muchos de ellos de oferta.

Si analizamos el programa nos encontramos con muy pocos escritores extranjeros y no precisamente de primera línea. Algo que ocurre con los españoles, que son de primera línea, pero que llegan tarde a presentar sus libros. En nuestra revista literaria ya habíamos tratado la mayoría de ellos y como me dijo una jefa de prensa de un editorial muy importante: “No hay nada nuevo en esta semana”. Exacto, todo han sido repeticiones e incluso algunas presentaciones llegaban más de seis meses tarde.

El espíritu de Semana Negra se ha perdido, por interesantes que sean escritores de la talla como Luis García Montero, su última novela Alguien dice tu nombre, nos ha encantado; Maruja Torres, Luis Sepúlveda, José Luis Corral, Nerea Riesco, ya me dirán ustedes qué pintaban allí. Bien es verdad que Maruja Torres con su saga de novelas policiacas o José Luis Corral con su novela sobre el Códice Calixtino, donde trata una investigación policial, tocan de refilón el género, pero ya lo hicieron hace tiempo.

También hubo sobredosis de novela histórica y, lo siento, el género no tiene nada que ver por mucho premio Espartaco que se conceda y eso por no hablar de la novela de ciencia ficción. Género que nos encanta, pero que tiene otros certámenes más apropiados para ello. Si la idea es defender y popularizar el género negro, esta dispersión no me parece razonable, con tanto escritor del género que necesita que le conozcamos. De ahí que haya habido ausencias flagrantes.

Lo mismo ocurre con el homenaje a Julio Cortázar. Hay mejores foros donde hacerlo. Por el contrario, el realizado a Manuel Vázquez Montalbán sí era apropiado. No me digan que no se podrían haber hecho más homenajes de este tipo, empezando por Raymond Chandler, del que este año se ha publicado una interesante secuela por parte de Benjamin Black o sobre el futuro del género o las dificultades de publicar una novela negra. En fin, que los organizadores podían haber afinado más.

Tampoco lo hicieron en la entrega de los premios que concedían. Fue la rueda de prensa más patética que recuerdo. Si había algo de organización no era precisamente allí. Se olvidaron textos, faltaron premiados, se dijeron tonterías. Eso sí, con buen humor y ganas de hacer reír, pero eso no es serio. Además, la selección dejaba bastante que desear, faltaron muchos textos que por su calidad merecerían estar. Todo demasiado pensado para agradar a las grandes editoriales y las pequeñas olvidadas.

Las presentaciones tenían un tiempo muy limitado, media hora. Algunas como la del libro de El reino de los hombres sin amor de Alfonso Mateo-Sagasta, magnífico escritor de novela histórica, fue un sinsentido. Luis Sepúlveda ocupó veinticinco minutos de la misma, dejando al autor algo menos de cinco minutos. La presentación estuvo bien, pero hay que darse cuenta de que el autor es el protagonista, no el presentador.

A todo autor invitado le hicieron realizar un verdadero tour de force, haciendo auténticas horas extras entre actos y presentaciones. Algo agotador que dejaba poco tiempo para charlar con los lectores que hasta allí se acercaron. La poesía y la música también tuvieron su lugar. Pero díganme ustedes qué poesía tiene la novela negra y claro que tiene música, pero esa es el jazz, no el pop ni la música discotequera.

Después de pasar una magnífica semana con amigos y conocidos, opino que si en lo lúdico han acertado, no así en lo cultural. Supongo que se habrán dado cuenta de que una semana así no funciona y que deberán hacer cambios para recuperar el terreno perdido ante otros certámenes negros mejor organizados, ejemplos no les faltan, Barcelona, Getafe, Valencia… y si nos vamos a Francia, el de Frontignan o Villeneuve lez Avignon, ya ni hablamos. Dejen las payasadas para el circo y aplíquense en mejorar un festival que tiene más de fritanga que de otra cosa.

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Dolores Redondo y Alfonso Mateo-Sagasta
Dolores Redondo y Alfonso Mateo-Sagasta
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