Hunter S. Thompson rompió los moldes tradicionales de la crónica periodística y la ficción fundiendo ambas en un discurso literario que dio lugar a una forma trepidante, iconoclasta y personal de describir la realidad. Pero hubo también un Thompson íntimo y personal que todos los días, de madrugada, escribía cartas a amigos y desconocidos para detallarles lo que ocurría a su alrededor y sobre todo lo que sucedía en su turbulenta cabeza. Su correspondencia es un monumento literario y entre sus páginas se encuentran los pasajes más amenos, divertidos, brutales, sinceros y conmovedores que escribió.
Al poner todos estos escritos de Thompson bajo una misma portada, se ha procurado en todo momento que haya un sentido de la continuidad entre las cartas, de modo que el lector pueda leerlas como una autobiografía. De esta manera, se nos transmite una visión bastante peculiar del mundo de los años 50 y 60 desde el punto de vista de una de las mentes más despiertas y realistas del último siglo y que abarca desde la alta política estadounidense a los grandes acontecimientos que tuvieron lugar en el mundo durante este periodo y que él siguió de cerca debido a su labor como periodista.
Así, nos sumimos en el conjunto de las cartas más diversas que podamos imaginarnos, que incluyen desde presidentes de los Estados Unidos como Lyndon Johnson o Jimmy Carter o grandes escritores como Kurt Vonnegut hasta grandes personas anónimas en las que Thompson y sus obras influyeron mucho, como una anciana que quiere cancelar su suscripción a la revista Rolling Stone por el lenguaje soez que Thompson utilizaba en sus publicaciones o un adolescente que cree haber construido su plan de futuro tras leer la obra de nuestro escritor gonzo acerca de los Ángeles del infierno.
Todas estas cartas exudan el espíritu y el estilo literarios característicos de Hunter S. Thompson, llenos de mala leche y de verdades directas y sin medias tintas que se dirigen al destinatario con una fuerza inmensa, tanta que, en casi todas las ocasiones, las respuestas mediante las que se trata de justificar o refutar lo que Hunter S. Thompson ha dicho se queda a la altura de una queja infantil (por ejemplo, a la altura del típico “Tú más” o algo similar) que viene a dar la razón ante el público y los lectores al periodista gonzo.
Además, su particular forma de ser no nos abandona en ningún momento mientras seguimos su vida de un modo epistolar, por lo que podemos ver a un hombre con una personalidad compleja pero que, en una gran cantidad de aspectos, simboliza lo que el ser humano debería ser.
En definitiva, estamos ante una gran antología que presta atención sobre todo a la gestación del Thompson novelista y periodista gonzo, y a sus relaciones con personajes destacados de la vida literaria y política norteamericana, que nos brinda la ocasión de leer algunos de los mejores textos de Thompson.
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