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"Retuerta": un viaje inhóspito hacia lo desconocido

Por Hermenegildo Verdugo
martes 18 de diciembre de 2018, 12:51h
La primera novela de Jorge Omeñaca (Zaragoza, 1981) arranca con la fuerza de una muerte. «Tu padre volverá ―me había dicho―. Él se ocupará de ti». Son las últimas palabras que escucha Israel de su madre antes de fallecer.
Retuerta
Retuerta

El protagonista de esta historia dura y conmovedora es un muchacho de catorce años ciego que, de repente, se encuentra con un padre al que jamás ha visto. Sin otra opción al morir la madre, Israel comienza una compleja relación con Octavio, ese desconocido que dice ser su progenitor, y con quien, por rencillas derivadas de unos hechos del pasado, se verá obligado a dejar el que hasta ahora ha sido su hogar y su mundo y huir por el monte. En un viaje iniciático, dejan atrás Retuerta, territorio imaginario y agreste donde no hay ni luz ni vehículos, aunque sí armas de fuego, y que es casi un personaje más de la historia.

"Retuerta" no era más que un puñado de granjas y parideras desperdigadas por el monte, distantes unas de otras a varias horas de camino. La mayoría de la gente, como nosotros, vivía del trozo de tierra que heredó, de cultivar cereales o de la cría de ovejas. Campesinos nacidos de campesinos, pastores criados por otros pastores. La finca más cercana de nuestra casa quedaba a una jornada a pie y, ciego como estaba ya por entonces, me veía incapaz de llegar a ningún sitio yo solo. Podía aventurarme a salir pero, a partir de un centenar de metros, el camino que partía de nuestra casa se bifurcaba en un lío de sendas y caminos que transcurrían a través de campos y lomas, barrancos, cerros, pedrizas y huebras, en los que lo más fácil en mi caso, ciego como soy, era terminar perdido.

Pronto, Israel conocerá los motivos por los que la figura paterna estuvo ausente de su vida. Octavio pertenecía a una banda encabezada por Arcadio y su hermano El Mudo, dos famosos bandidos de la zona. De jóvenes, Octavio y Arcadio pelearon por la madre de Israel; tras conquistarla Octavio, dejó la banda para irse a vivir con ella. Pero un duro enfrentamiento con Arcadio lo obligó, poco después, a huir de Retuerta. Años después, cuando padre e hijo se reencuentran, el primero le cuenta por fin su historia. El viaje que emprenden juntos, huyendo de ese pasado que persigue a Octavio, no estará exento de dificultades. Como en todo viaje al interior, las dudas, las sospechas y los miedos convivirán con Israel en todo su camino.

Lo primero que uno quiere saber de un padre al que acaba de conocer es quién es, de dónde viene, cuáles son sus raíces, por qué no ha regresado antes, dónde ha estado todo ese tiempo, cuál es su oficio, y todas esas preguntas se agolpan en su cabeza, pero, al mismo tiempo, sabe que ninguna respuesta que obtenga servirá para llenar el vacío creado durante años. El día que mi padre regresó no tuvimos, sin embargo, ninguna conversación trascendente. Supongo que todavía era temprano para afrontar algunas cosas. Pensé que no era tan importante conocer todos sus secretos de inicio, sino que era más importante que permaneciéramos juntos.

"Retuerta" tiene ciertas reminiscencias a grandes obras como Pedro Páramo, de Juan Rulfo, e Intemperie, de Jesús Carrasco, y es una sólida novela sobre la capacidad de superación humana, los vínculos familiares y la crueldad. A pesar de la dureza de la historia, es una obra donde encontramos ternura y comprensión, y también la necesidad de aferrarnos a cualquier persona que nos ofrezca un ápice de cariño y protección en momentos desesperados. La narración, construida en primera persona por Israel, un protagonista que nació vidente pero que perdió la vista cuando cumplió diez años, está cimentada sobre el territorio de lo desconocido, la imaginación y las conjeturas. La fuerza y la convicción que desprende este personaje son, junto a las precisas descripciones del mundo rural y a los ágiles diálogos, los principales aciertos de la ópera prima de Jorge Omeñaca.

Se hizo un nuevo silencio, durante el cual oí el pisoteo de los caballos, sus bruscos resoplidos. Uno de los dos jinetes descabalgó y echó a andar directo hacia mí. Intuía que era un hombre entrado en carnes por cómo resollaba y por cómo crujieron los peldaños del porche bajos sus pisadas. A la mente me vino la imagen de un hombre grueso con las piernas cortas y una enorme panza colgando por encima del cinturón, la camisa blanca y el chaleco negro desabotonado encima, como había visto en su día.

Jorge Omeñaca nació en Zaragoza en 1981, pero está afincado en Madrid desde hace ocho años. Licenciado en Administración y Dirección de Empresas, trabaja como consultor de estrategia, actividad que compagina con la escritura. Ha sido alumno de varios talleres de escritura y en la actualidad escribe una nueva novela. Retuerta es su ópera prima.

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