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Eduardo Riestra
Eduardo Riestra

Eduardo Riestra

Por María Pilar Parente y Roberto Carlos Miras
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rmirasmirasyahooes/11/11/17
lunes 29 de abril de 2019, 11:09h

Dejamos a un lado la lectura de «Jung y la creación de la psicología moderna» de Sonu Shamdasani o la reelectura de textos como el mágico «Laberinto del Amor» del Humano y Sabio profesor Óscar Pujol o el trabajo del estudioso Fernando Mora con su magistral «Ibn Arabi. Vida y enseñanzas del gran místico andalusi para sumergirnos en la labor de un editor.

Su nombre es Eduardo Riestra (1957) y cuando tenía su vida solucionada se le ocurrió una idea que con el paso del tiempo y en aquel momento parecía algo peregrina, montar una Editorial que durara solo unos años. Apareció en el año 2003 con una colección de Narrativa de Viajes llamada Viento Simún que con el paso del tiempo se ha convertido en todo un referente en castellano Un catálogo en donde se encuentran los más importantes exploradores y viajeros del siglo XVIII y XIX amén de los más leídos escritores del siglo XX.

¿Existían los faxes?

Hablamos de un mundo en donde no existían los faxes o Internet y en donde aquella frase: «donde vayas haz lo que vieres» se hizo muy popular. Quizás hayan sido los viajeros en tiempos tan diferentes como Joseph Thompson quién dijo aquello de «Estoy condenado a ser un vagabundo. No soy un constructor de imperios, no soy un misionero, en realidad ni siquiera soy un científico. Lo que realmente quiero es volver a África y seguir vagando de un lado a otro» o el madrileño Javier Reverte amigo de nuestro protagonista quien soltó aquellas palabras de «Deberíamos viajar sin tregua y alentar a nuestro pecho un corazón de Mzungu» quienes hicieron que Riestra se pusiera manos a la obra. Desde la publicación de «Mi India» de Jim Corbett un nieto de militar irlandés nacido en 1875 en Naini Tat, a los pies del Himalaya o ese libro histórico «La tragedia del Congo» en donde por primera vez se traducen al castellano durísimos documentos para que el lector comprenda de primera mano la magnitud de una tragedia.

¿Editor pero lector?

Eduardo se ha rodeado de más de doscientos títulos y parece haber conseguido su sueño. Recuperar documentos, descubrir libros totalmente desconocidos, visitar grandes Bibliotecas y hacer de la pasión y de la curiosidad su oficio es lo que ha hecho este amante de la literatura de viajes residente en Galicia. Eso se ha sabido mover y rodear de personas que aman el oficio. Gracias a Reverte se puso sobre las pistas de Pedro Páez Jaramillo y publicó su «Historia de Etiopía» en dos volúmenes con fotografías del pintor y fotógrafo Luis Gabú que precisamente en estos dias coordinaba una exposición en el Kiosko Alfonso coruñes desde donde escribimos está pequeña columna. Pero... Sabían ustedes que fue Páez quien descubrió las fuentes del Nilo Azul al Sur del lago Tana al que llegó en 1618, ciento cincuenta años antes de que lo hiciera el escocés James Bruce (1730-1794) siendo elegido por Felipe II para acompañar al Padre Antonio Montserrat llegando a Etiopía. Pero si algo distingue a esta Editorial de otras es que en cada volumen muy cuidado nos encontramos con una fotografía que invita al lector a pasar sus páginas lentamente y a disfrutar de ellas. Según Riestra «todo el mundo sabe escribir, pero escribir literatura es otra cosa»

¿Una casa llena de Volúmenes?

Otros volúmenes irían sirviendo a este romántico para decir que el libro de papel no debe de morir y su Editorial es una muestra de ello. En «Diario de la Amazonia» de Roger Casement vuelve de nuevo a la Amazonia y con un prólogo de Mario Vargas Llosa relata lo que Casement vió durante diez semanas una referencia mundial sobre la postura ética ante los derechos de los pueblos indígenas y los crímenes contra la Humanidad. Pero no solo la Amazonia forma parte de este inmenso y rico muestrario bibliográfico, también se para en «Mis recuerdos» del poeta y filósofo Rabindranath Tagore, quien habiendo nacido en la mansión familiar de Calcuta, hoy Kolkata cuando la India pertenecía al Imperio Británico, pasó allí sus primeros años, rodeado de sirvientes y alejado de los adultos y en este maravilloso volumen recoge sus vivencias. Y no podemos olvidarnos de ese Gran Viaje desenfadado que relata Mario Cuesta Hernando en su «Por encima de mi cadáver. Un viajero sin paciencia por Siria, Líbano y la Turquía Kurda» que tras su lectura nos recuerda ese año 2003 en que un joven Eduardo comenzaba su gran aventura editorial o «Viajeros Lejanos» trescientas páginas de biografías de la mano de Antonio Picazo que desde su tertulia madrileña fundada en 1985 nos traslada a conocer las historias y vidas de mujeres y hombres como Kazimierz Nowak, viajero y fotógrafo polaco que atravesó África en bicicleta o Rosita Forbes, una mujer atrevida e independiente según Picazo que supo mimetizarse con las gentes y los distintos lugares que visitó y Adrian Boshier que pese a tener epilepsia supo subsistir como un nómada primitivo haciendo suyas todas aquellas aventuras que anteriormente había leído. Pero hablar de África no es hacerlo de la Oriental o de la Árabe sino esa África negra que ha sido el escenario de la buena literatura como demuestra Riestra. Pero algo le faltaba a este editor y parecía repetirse una y otra vez en su cabeza y era una antología que reuniera todo eso y mucho más…

¿Y al final ha visto la luz?

A través de 700 páginas reúne a una serie de exploradores, mujeres y hombres que han hecho de su pasión y curiosidad una virtud. Y al comenzar a pasar sus páginas parece que nos encontramos con este curioso, viajero o hippy en otros tiempos viviendo y saboreando cada una de estas vidas de leyenda. En «Exploradores y viajeros por África. Edición de Eduardo Riestra» han sido muchos editores, traductores y agentes los que han apoyado esta nueva novedad editorial. Cada autor (a) con una sencilla biografía y una traducción de una de sus mejores obras del inglés al castellano o simplemente una obra en castellano hacen de está África una aportación agradable para los amantes de la buena literatura. Introducirse en la misma es perderse en sus páginas y descubrir a exploradores como los ya mencionados o a otros nuevos que en lengua castellana han pasado totalmente desapercibidos y a estos se han sumado en la parte última dos españoles que han acompañado a nuestro protagonista en esta colosal aventura, Alfonso Armada rodeado de sus «Cuadernos Africanos» y su «Sueño Americano. Cuaderno de Viaje a la elección de Obama» o Javier Reverte con su «Vagabundo en África», así como esos otros exploradores que nos enseñan que los sueños son posibles. No son todos pero según Riestra «son cuarenta textos de viajeros que en distintas épocas sintieron la fascinación del África Negra; ese territorio de tribus caníbales y animales, de cataratas asombrosas e inmensos lagos, de traficantes de marfil, de tratantes de esclavos» Desde Nigel Barley y su «Antropólogo inocente» o Gerald Durrell y «Arca sobrecargada» y Mary Kingsley en su «Viajes por el África Occidental» forman parte de los viajeros de esta antología en donde tampoco podía faltar Enrique Meneses y su «Hasta aquí hemos llegado» o Henry Morton Stanley y ¿buscando al doctor Livingstone? Al hablar de África cuando le preguntaron al periodista Carlos Agulló (Addis Addis-Pigmalión) respondiendo sobre Etiopía – esa misma respuesta nos vale para está África… «Es una aérea geográfica, una realidad que apenas conocemos» y este viajero de Londres o de Oporto desde el 2003 ha llenado un vacío que existía en España y su Gran Labor editorial es una muestra de ello. Sólo falta que a estos Grandes autores y exploradores se una Riestra contándonos en un volumen su experiencia con Javier Reverte y Jorge Martínez Reverte o nos dé más detalles de cuando el mismo estuvo reviviendo mentalmente las míticas secuencias del film protagonizado por Humphrey Bogart y Catherine Hepburn La Reina de África dirigida en su momento por John Houston que junto a estos exploradores y aventureros forman ya parte de la Historia.

¿Editores y autores?

Existen autores y autoras, traductores y traductoras en definitiva mujeres y hombres que trascienden nuestras fronteras y nuestras propias vidas. El trabajo efectuado hasta el momento de Eduardo Riestra es una muestra de ello hay que saber respaldar el trabajo de autoras y autores que se han dejado en ocasiones «la piel» al escribir sus trabajos y no solo eso, trabajos como estos en donde cada autor como cada editor pone algo de si mismo. No se trata de publicar mucho de baja calidad y mal o de hacer cuarenta presentaciones. Se trata de ser honrado y disfrutar con cada acto de la vida y la edición y la literatura son uno de tantos campos que el ser humano ha elegido como los idiomas para decir o preguntar: ¿oye hemos estado aquí? En este caso Riestra y sus autores lo han logrado.

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