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J. P. Cuenca
J. P. Cuenca (Foto: Javier Velasco Oliaga)

Entrevista a J. P. Cuenca: “El gobierno de Brasil trata a la cultura como su enemigo”

Autor de “Descubrí que estaba muerto”

Por Javier Velasco Oliaga
martes 20 de agosto de 2019, 12:47h

El escritor brasileño J. P. Cuenca lleva publicados cinco libros, cuatro novelas y un volumen de crónicas. Todas sus obras son muy originales, pero la que se lleva la palma es “Descubrí que estaba muerto”, que publicó en 2015 en su país y que ahora llega a España, y lo descubrió cuando la policía le llamó a su casa para preguntarle si estaba muerto de verdad porque había aparecido un cadáver con su certificado de nacimiento encima.

J. P. Cuenca
J. P. Cuenca (Foto: Javier Velasco Oliaga)

“Mi reacción fue un poco paranoica. No podía entender porque ese cadáver llevaba mi cédula de nacimiento y mi nombre. Parecía una suplantación, una cosa de locos. Quería creer que todo era una casualidad, por eso contraté a unos detectives para encontrar la causa de por qué ese cadáver tenía mi nombre”, explica el escritor brasileiro en un perfecto español nada más comenzar nuestra entrevista en la cafetería de un conocido hotel de la Gran Vía madrileña.

Pese a todos los esfuerzos de Joao, su caso continúa abierto por la policía brasileña, sabido es que no es muy de fiar. De ahí que el escritor carioca comenzase una investigación por su parte. “Más profunda que la policial, lo que me da pie para indagar sobre Río de Janeiro, mi ciudad, la sociedad en la que vivimos y la naturaleza de la identidad, todo como si mi muerte fuese una excusa para hacerlo”, nos cuenta J. P. Cuenca.

Descubrí que estaba muerto” es una novela autobiográfica, una autoficción sobre la investigación que realizó Joao Paulo Cuenca para saber si estaba muerto o no. “La novela la escribí como si estuviera muerto. Es sabido por todos que un muerto no puede mentir. De ahí que me haya salido una novela dura, crítica y bastante ácida en la que no soy nada generoso conmigo y con los demás”, reconoce el escritor nacido en Río de Janeiro hace 41 años.

La poca confianza que le inspira la policía de su país hizo que emprendiese la investigación por sí mismo. “La policía militar tiene sus raíces en el Imperio, entonces servía para apresar esclavos escapados, ahora como control social, su misión es meter miedo al pueblo en vez de protegerlo. Incluso muchos asesinatos son cometidos por la propia policía, la corrupción está profundamente arraigada en ese cuerpo de seguridad”, sostiene el escritor sin ningún atisbo de duda.

Para J. P. Cuenca la situación de su país es kafkiana. “Existe una gran inestabilidad económica, esto lleva a una especulación inmobiliaria, que se podía haber solucionado hace unos años. Las Olimpiadas fueron una gran oportunidad perdida. El centro histórico de Río de Janeiro ha sido demolido y reconstruido dos o tres veces. No hay ningún apego a la arquitectura de los edificios clásicos, es una especie de violencia contra el tiempo y el pasado”, expone.

“En Europa, la literatura brasileña no es tan leída como debería”

Al igual que se muestra crítico consigo mismo, lo hace con su país. “No hay política cultural de estado. Los escritores estamos indefensos y no se ayuda a nuestra difusión en otros países. En Europa, la literatura brasileña no es tan leída como se debería. Habría que invertir en becas para traducciones, hace unos años se hizo, pero ahora no hay nada de nada. Tenemos escritores realmente buenos y algunos pasan por las páginas de mi libro”, apunta con un deje irónico. “El gobierno de Brasil trata a la cultura como su enemigo”, sentencia y añade “yo siempre he sido una persona crítica con el poder, lo que me ha hecho muy antipático para ciertos sectores”.

Yo soy un machista en reconstrucción que trabaja duro a diario para no serlo

En sus novelas, a Cuenca le gusta jugar con la fragmentación temporal de su narrativa. “Además, me gusta escribir comienzos impactantes para que agarren la atención de lector. La narrativa es algo que se construye para distraer a los lectores, mientras se le saca la billetera del bolsillo para comprar el libro”, analiza con sentido del humor. “Aunque lo principal no son los comienzos, sino lo que está debajo de la narrativa”, sugiere.

“El libro ataca, también, la manera en que son tratadas las mujeres brasileñas, la nuestra es una sociedad muy sexualizada, se hace como si fuesen objetos o cosas. En la actualidad, se está empezando a cambiar la forma de comportamiento, pero aún falta mucho. Sin ir más lejos, yo soy un machista en reconstrucción que trabaja duro a diario para no serlo”, confiesa J. P. Cuenca con una sinceridad abrumadora.

La novela tiene bastante de crónica social, “en las reuniones que cuento con periodistas, escritores y profesionales de otras ramas. El estereotipo de joven, blanco, intelectual, heterosexual no puede existir más. Tiene que ser eliminado. Somos una sociedad plural y mestiza, pero no se nos ve así. Seguimos siendo una sociedad muy elitista”, detalla el autor.

“Yo me enfrentó a todo eso escribiendo”, puntualiza. En “Descubrí que estaba muerto”, el escritor hace cara a su propio pasado. “Pero no trato de ofrecer respuestas, lo que hago es formular preguntas”, concluye Joao, que ha visto como su novela se convertía en un documental de éxito en su país.

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