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"Pere el Gran, Primera Part: L´infant", de Ferran Soldevila

Editorial : Institut D´estudis Catalans

Por José María Manuel García-Osuna Rodríguez
martes 03 de diciembre de 2019, 13:00h
Pere el Gran
Pere el Gran
Esta obra, como todo lo que he tenido el privilegio de presentar del IEC, es otro libro que recomiendo vivamente, ya que forma parte de la historiografía medieval hispánica más destacada. Es una de las mejores biografías sobre uno de los reyes peninsulares del Medioevo menos conocidos, pero de una singular importancia.

Me estoy refiriendo a la primera parte de la vida y la obra del rey Pedro III el Grande de Aragón [Valencia, julio-agosto de 1240-REY DE ARAGÓN, REY DE VALENCIA, CONDE DE BARCELONA, Desde 1276, hasta Villafranca del Penedés, 11 de noviembre de 1285. Medía entre 1’75 y 1’80 metros de altura]. Fue un hijo y heredero en los reinos de Aragón de un gigante político y personal como fue el rey Jaime I el Conquistador [Montpellier, 2 de febrero de 1208-REY DE ARAGÓN; REY DE VALENCIA; CONDE DE BARCELONA, desde 1213, de Valencia desde 1238, hasta, Alcira, 27 de julio de 1276. Su estatura era de 2’00 metros de altura] y su segunda regia esposa Violante de Hungría [Estrigonia, Hungría, c. 1215-REINA DE LOS REINOS DE ARAGÓN, desde 1235, hasta 9 de octubre de 1251].

La edición de esta obra es de 1995. En el Prefacio el propio profesor Ferrán Soldevila revela la paradoja inexplicable, de que, según su docta opinión y que subscribo fehacientemente, uno de los monarcas de Aragón y de Catalunya-Barcelona más paradigmáticos, no haya tenido un acercamiento obvio y necesario por parte de los historiadores catalanes de aquel momento. Subrayando como características de su política: su reputación o fama, y su ida a Europa, ambos hechos han incrementado la amplitud de la historia aragonesa y catalana del momento.

El primer capítulo refiere el misterio existente en esa época con respecto a su fecha y lugar de nacimiento. Verbigracia Ramón Muntaner refiere que cuando era joven, la sangre ya le bullía en el cuerpo. El 13 de septiembre de 1254 Jaime I confirma los privilegios de la ciudad de Lérida-Lleida y el infante acompaña a su padre, y manifiesta que ha pasado con creces los 14 años de edad. Las relaciones que mantiene Jaime I con su hijo primogénito Alfonso son tan desastrosas y atrabiliarias, que el influjo de la reina Violante acabará favoreciendo a Pedro, por lo que el poderoso rey Jaime I, ya en el año 1241, realiza un primer reparto de sus territorios patrimoniales, y le deja al futuro Pedro el Grande los territorios de Valencia, Mallorca, el Rosellón, la Cerdaña y Montpellier.

Tras la muerte de su madre; como en todo el Medioevo por lo que se denominaba como un sobreparto, y en la realidad diagnóstica médica actual sería una pavorosa infección puerperal, provocada por la carencia de higiene y asepsia para la evolución de los partos, en los que las mujeres perdían sus vidas sin la más mínima esperanza de poder defenderse frente a las bacterias; la formación del infante quedara al arbitrio de magnates catalanes prestigiosos, tales: Guillem de Castellnou, Gilabert de Cruilles, y el aragonés Ato de Foces. Su padre tiene la convicción de que su heredero debe tener las ideas claras, con respecto a lo que le es preciso conocer, para poder gobernar los dos territorios más importantes de toda su corona, Aragón y Cataluña. Su educación se fundamenta en el manejo de las armas, por ejemplo era un especialista en el uso de la maza, también debe conocer la cinegética y la cultura de las letras y la historia.

En el año 1257, es nombrado por su regio padre para el cargo de procurador general de Catalunya-Cataluña, y ya es más poderoso que su hermano Alfonso, solo gobernador de Aragón. El profesor Ferrán Soldevila nos lo define como de rápida capacidad para tomar decisiones, resistente sin ambages a las inclemencias del tiempo, no envidiando en nada a sus almogávares. Era muy juicioso, pero arrojado y osado. Muntaner lo definió como: “ni ángel ni demonio, sino un hombre”.

Como su hermano Alfonso muere sin descendencia, ya no existen obstáculos para que, en el año 1262, sea nominado como futuro rey de Aragón y de Valencia, y conde de Barcelona. En dicho año 1262, tras dos años de pseudonoviazgo, se casa con la princesa siciliana Constanza Hohenstaufen, hija del rey Manfredo de Sicilia. Ya comienza a desarrollar su propia política, a fuer de tener el riesgo de tener que enfrentarse con su padre. Tuvo cuatro hijos (Alfonso, Jaime II, Fadrique y Pedro) y dos hijas (Santa Isabel de Portugal casada con el rey Dionis; y Violante casada con Alfonso X el Sabio). Sus relaciones extramaritales fueron innumerables: con María, tres hijos; Inés Zapata su amante oficial, cuatro hijos; Elisenda de Montesquiu; la esposa de Alaimo de Lentini, y la siciliana Lisa recogidos estos amoríos por Bocaccio. A partir de 1276 la muerte de su padre pondrá a prueba la educación del nuevo soberano.

Toda la obra no olvida los enfrentamientos con los sarracenos, su viaje a Paris en los estertores del reinado de su padre, y la rendición del revoltoso conde de Ampurias. La obra se cierra con los apéndices explicativos de los documentos de la época (66), y las deliciosas notas económicas. Por ejemplo en la página 484 se indica que según un documento de diciembre de 1264, en Huesca, se certifica que el trabajo de las mujeres era menos remunerado que el de los varones-hombres.

Además, también se estudian las relaciones con su cuñado el rey Alfonso X el Sabio de León y de Castilla [Toledo, 23 de noviembre de 1221-REY DE LEÓN Y DE CASTILLA, desde 1252, hasta Sevilla, 4 de abril de 1284], algunas veces enfrentado a su suegro Jaime-Jaume I el Conqueridor-Conquistador. Quomodo vales.

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