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El poemario cuenta con un prólogo de Fernando Aínsa e ilustraciones de Antonio Azorín

"Cuaderno verde", de Fernando Vallejo Ágreda

Los Libros del Mississippi, 2019

sábado 04 de enero de 2020, 13:14h
Cuaderno verde
Cuaderno verde

El último libro de Fernando Vallejo Ágreda nos sorprenderá por diversos motivos. Uno, el principal, por su vocación irreverente y su actitud, constantemente, provocadora. Dos, por su lenguaje rupturista con tintes surrealistas, que utiliza arriesgadas metáforas y personificaciones. Tres, por su contenido, lleno de preguntas, llevadas a cabo a través de un dietario personal (que va desde el 28 de diciembre de 2017 hasta el 10 de marzo de 2018), que recoge muchas de las experiencias vividas por Vallejo Ágreda y también muchas de sus inquietudes y preguntas.

Todo lo anterior hará de este poemario una lectura potente, sugerente y extraña que desde luego no nos dejará nunca impertérritos y hará que abramos bien los ojos como esos arlequines que, de la mano de Antonio Azorín, tan bien ilustran y pueblan esta obra.

Parece que el amor, la belleza, el sexo, o más bien el erotismo… son algunos de los temas recurrentes y de las cosas, por la que, según el autor, merece la pena, vivir, luchar y experimentar, y también nos ayudarán en este recorrido de búsqueda: el humor, la ironía y la esperanza, de ahí, quizá, de estos tres últimos ítems, provenga el título que Vallejo Ágreda le ha querido dar a su obra “Cuaderno Verde”, pero, pese a todo, el tono de este dietario, escrito como a fogonazos, no es optimista sino pesimista con un aire, además, muy nostálgico y desgarrado, que recorre todos y cada uno de sus versos.

De hecho, el poeta reconoce que, al final y a la postre, solo nos salvan y se salvan momentos. Quizá como los que recoge a continuación en la pág. 29:

Otra vez
vuelta y vuelta al comienzo
al lúcido ojo
del instante más bello de la primera vez
que comí tu cuerpo.

Y ya en el primer poema, sito en la página 15, nos asaltan versos como los siguientes que aluden o hacen una referencia clara a la soledad y a la incomprensión de este mundo:

La vida es una prisión.
Una jaula de sordos.

Por otra parte, fluidos como la sangre, el semen, el sudor o las lágrimas (“Entre sus ojos / mil lágrimas de nicotina”, pág. 19) estarán presentes y nos acompañarán en todo momento en este poemario que es pura indagación del “YO” y de “EL MUNDO QUE LE RODEA”. Y es que para Vallejo Ágreda el mundo es una pregunta. Nos lo dice claramente y solo le falta hasta gritárnoslo a la cara cuando nos confiesa en la pág. 21:

El mundo no es
ni como tú dices
ni como yo querría que fuese.
No es un lamento.
No es un cuaderno limpio y verde.
Es una pregunta.
La eterna pregunta del ser.

Y también se pregunta el poeta a este respecto en la página 29:

¿Cuándo viviré las respuestas?

No obstante, pese a toda esta incertidumbre que rodea y campa por todos los poemas, el autor apuesta por vivir de manera libre, plena y sin tapujos y para ello no se cansa de emplear versos directos, frescos, urbanos e impactantes, con imágenes inusuales y sugerentes como "Los pies anestesiados" que hallaremos en la pág. 20 y que tienen a veces hasta tintes religiosos, no en vano el autor es un sacerdote, como ocurre cuando nos dice en la pág. 24: “El verbo se hizo carnaza”.
Poesía que se sale de los cánones y también de todo lo que estamos acostumbrados a leer como suele pasar y nos tiene ya acostumbrados la poesía publicada hasta la fecha por la joven y novedosa editorial Los Libros del Mississippi, dirigida por Antonio Benicio Huerga, a la que le debemos esta cuidada edición.

En fin, en suma, una poesía torrencial, con versos libres, con un alto grado de experimentación y en la cual el poeta parece ser un rara avis pero no de paso ya que Fernando Vallejo Ágreda viene, con sus versos, para quedarse, puesto que este es su séptimo libro publicado y seguro que pronto habrá nuevos títulos en el horizonte para seguir probablemente indagando tanto en la razón como en la naturaleza del ser.

Pero hoy por hoy en este libro están ya recogidas muchas de las preguntas que el autor se ha hecho para conocerse mejor a sí mismo y figuran ya también algunas de las respuestas que ha ido hallando por el camino, así que solo nos queda leer, pues, con atención, tanto unas como otras e ir formulando o ampliando nuestra propia opinión o visión de la Vida, de la Muerte y, cómo no, del Sexo.

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