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José María Manuel García-Osuna Rodríguez
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José María Manuel García-Osuna Rodríguez

“URRACA I DE LEÓN. PRIMERA REINA Y EMPERATRIZ DE EUROPA"

Lobo Sapiens/El Forastero-2020
Por José María Manuel García-Osuna Rodríguez
martes 18 de febrero de 2020, 10:25h

En el presente trabajo monográfico y biográfico, que significa mi quinto libro (“URRACA I DE LEÓN. PRIMERA REINA Y EMPERATRIZ DE EUROPA”. Editorial EL LOBO SAPIENS/EL FORASTERO. León. 2020), me he acercado con un interés y rigor enormes, a una de las grandes reinas europeas y, ¡cómo no!, sobre todo lo es de León, pero ella sabe de dónde viene y a donde va, y por esta razón se intitula siempre como: “EMPERADORA DE LEÓN Y REYNA DE TODAS LAS ESPAÑAS”.

  • Mapa del Reino-Corona de León. Siglos X-XII

    Mapa del Reino-Corona de León. Siglos X-XII

Urraca I de León, primera reina y emperatriz de Europa
Urraca I de León, primera reina y emperatriz de Europa

Ella es el REY DE LEÓN, ya que ese reino le pertenece, y así signa en algunos de sus diplomas. “URRACHA REX”.

Aunque su vida no será nunca para ella un camino de rosas, sino todo lo contrario. En una Europa medieval donde se contempla con desconfianza y rechazo el que una mujer ocupe un trono, sea donde sea, ella sucederá a su padre el rey-emperador Alfonso VI el Bravo de León [1040/1041-REY DE LEÓN e IMPERATOR TOTIUS HISPANIAE, desde 1065 hasta 1072, y desde 1072 hasta, Toledo, 1 de julio de 1109], al morir su hermano Sancho Adefónsez (c. 1093-30 de mayo de 1108) en la batalla de Uclés (año 1108), hijo de la princesa musulmana Zaida [1063-1101. Concubina y reina-esposa del rey Alfonso VI de León].

Esta mahometana se convertiría al cristianismo católico, y recibiría el bautismo con el nombre de Isabel. Enterrada en el monasterio de San Benito de Sahagún, una lápida cubriría sus restos mortuorios: “UNA LUCE PRIUS SEPTEMBRIS QUUM FORET IDUS SANCIA TRANSIVIT FERIA II HORA TERTIA ZAYDA REGINA DOLENS PEPERIT”. Aunque, asimismo, en el Panteón de Reyes de San Isidoro de León se conserva otra lápida que reza así: “H. R. REGINA ELISABETH, UXOR REGIS ADEFONSI, FILIA BENAUET REGIS SIVILIAE, QUAE PRIUS ZAIDA FUIT VOCATA”, textos donde se la cita como esposa y reina, y muerta de postparto o fiebre puerperal.

La infanta Urraca de León, en primer lugar, había sido matrimoniada con el conde Raimundo de Borgoña (Besançon, 1070-Grajal de Campos, 1107), medrador por antonomasia, quien fallecería en Grajal de Campos el 20 de septiembre de 1107, con 37 años de edad; ella tenía 26 años. De este enlace matrimonial nacerían el heredero de León, Alfonso VII el Emperador [Caldas de Reyes, 1 de marzo de 1105. REY Y EMPERADOR DE LEÓN, desde 1126, hasta el Paraje de La Fresneda/Santa Elena, 21 de agosto de 1157] y la infanta leonesa Sancha Raimúndez (1095/1102-28 de febrero de 1159).

En una Crónica de 1300 se escribe sobre el Emperador de León, que: “(…) E tornóse el emperador para Baeça con grande onrra e dexó ý a su fijo, el ynfante don Sancho, por guarda de su tierra. E passó el puerto del Muradal e llegó a vn lugar que llaman las Feynedas. E ferióle ý el mal de la muerte, e morió ý so vna enzina. E leuáronlo a Toledo e enterráronlo aý muy honradamente (…)”.

Entonces se torna nuevamente necesario otro matrimonio para la joven viuda, ya que la curia regia legionense la presiona, y se tiene que casar con uno de los varones regios más destacados del momento, aunque su psique no está a la altura de su fuerza física y de su poderío militar, se trata del rey Alfonso I el Batallador de Aragón y de Pamplona [c.1073. REY DE ARAGÓN Y DE PAMPLONA, entre 1104 y 1134; y EMPERADOR DE LEÓN Y REY DE TODAS LAS ESPAÑAS entre 1109 y 1114], que es un neurótico palpable. Estudiado recientemente su esqueleto, dentro de la historiografía forense, se le ha definido como un varón fornido, robusto y musculado, con una dieta de alto consumo de carne, y de 1’61-1’62 de estatura.

En su testamento renovado en Sariñena en 1134, el Batallador indica: “En nombre del bien más grande e incomparable que es Dios. Yo Alfonso, rey de Aragón, de Pamplona (…) pensando en mi suerte y reflexionando que la naturaleza hace mortales a todos los hombres, me propuse, mientras tuviera vida y salud, distribuir el reino de que Dios me concedió y mis posesiones y rentas de la manera más conveniente para después de mi existencia. Por consiguiente temiendo el juicio divino, para la salvación de mi alma y también la de mi padre y mi madre y la de todos mis familiares, hago testamento a Dios, a Nuestro Señor Jesucristo y a todos sus santos. Y con buen ánimo y espontánea voluntad ofrezco a Dios, a la Virgen María de Pamplona y a San Salvador de Leyre, el castillo de Estella con toda la villa (…), dono a Santa María de Nájera y a San Millán (…), dono también a San Jaime de Galicia (…), dono también a San Juan de la Peña (…) y también para después de mi muerte dejó como heredero y sucesor mío al Sepulcro del Señor que está en Jerusalén (…) todo esto lo hago para la salvación del alma de mi padre y de mi madre y la remisión de todos mis pecados y para merecer un lugar en la vida eterna…”.

El matrimonio será un desastre continuo, y ella no estará dispuesta a dejarse pisotear en su autoridad y en su dignidad. El matrimonio vivirá separado y enfrentado bélicamente. La reina Urraca I Adefónsez de León la Temeraria [León, 24 de junio de 1081- REINA Y EMPERADORA DE LEÓN Y DE TODAS LAS ESPAÑAS, desde 1109, hasta Saldaña, 8 de marzo de 1126] no cederá y será la ganadora, plantando cara a todos, incluyendo a su propio hijo y al fuliginoso arzobispo Diego Gelmírez de Compostela (Catoira/Santiago de Compostela, c. 1068-Santiago de Compostela, c. 1140).

Mantendrá unas relaciones amorosas plenas y satisfactorias con el conde Pedro González de Lara (¿?-Bayona, 16 de octubre de 1130) con el que tendrá dos hijos documentados: Elvira Pérez de Lara (c. 1111-c. 1174) y Fernando Pérez Furtado (c.1114-1156), este último llamado así porque le fue “hurtado” su derecho al trono imperial legionense.

La reina leonesa fallecerá en Saldaña, de sobreparto o fiebre-puerperal, y será inhumada en el Panteón de Reyes de San Isidoro de León, la denominada como “Capilla Sixtina del Arte Románico”.

La reina-emperadora de León, Urraca I Adefónsez, tiene una clara concepción de que ella ocupa la titularidad de su reino, y su segundo esposo es el consorte; por lo que siempre firma como URRACCA o URRACHA REX, por consiguiente ella es el rey, y no la reina; ya que en este segundo caso presupondría que el titular es Alfonso I el Batallador, y el hecho es inaceptable para su idiosincrasia.

También tiene un sentido muy desarrollado de su feminidad o incluso feminismo, ya que en todas las diplomaturas, y demás documentos regios, verbigracia entrega de poblaciones a un beneficiario, siempre cita: “…con los hombres y las mujeres”, ya que tiene bien claro que las féminas no son un simple adorno o algo que es etéreo y volátil, sino seres con derechos, personalidad y deberes. Es obvio, que lo mismo ya era escandaloso para la época.

En las proximidades de su época aparecerá otra mujer fuera de serie, pero las anteriores ya han ido preparando el camino, con sus nombres y apellidos, desde la helénica Safo, la cartaginesa Sofonisbaal, pasando por la Cornelia de los Graco, por la emperatriz Livia, Agripina la Menor, Popea, Hipatia, Hildegard von Bingen, y tantas otras, hasta llegar a la grandiosa Leonor de Aquitania [Poitou, 1122-REINA DE FRANCIA, entre 1137 y 1152. REINA DE INGLATERRA, entre 1154, hasta, Poitiers, 1 de abril de 1204], o la reina leonesa María de Molina [c.1264/1265-REINA DE LEÓN Y DE CASTILLA, entre 1284 y 1295. Fallecida, Valladolid, 1 de julio de 1321], y tantas otras que fueron sembrando el camino de los derechos de las mujeres, con sus virtudes y sus defectos, pero con su idiosincrasia prístina de ser mujeres, dejando en pañales la misoginia o ginecofobia de varones paradigmas negativos del hecho como el ya citado Alfonso I el Batallador, Catón el Censor (Marcus Porcius Cato; 234-149 a.C.” el Mayor o el Viejo o Sapiens o Prisco”), u otros de mayor o menor enjundia negativa.

Una hija eximia de la reina Leonor de Aquitania será Leonor Plantagenêt [castillo de Domfront, 1160-REINA DE CASTILLA desde 1170, hasta Las Huelgas Reales de Burgos, 31 de octubre de 1214], casada con el rey Alfonso VIII de Castilla, el de Las Navas de Tolosa [Soria, 11 de noviembre de 1155-REY DE CASTILLA entre 1158, hasta, Gutierre Muñoz, 6 de octubre de 1214], y educada asimismo por su madre en los derechos y valores de las mujeres.

En sus Máximas dirigidas a su hijo o Praecepta ad Filium, el susodicho Catón el Censor, cuyo odio cerval a Carthago le hacía mencionar, viniese o no a cuento, aquellas frases tan manidas y lapidarias (año 150 a. C.) de: “Carthago delenda est o Ceterum censeo Carthaginem esse delendam” o “Cartago debe ser destruida’ o ‘Además opino que Cartago debe ser destruida”, escribe: “A su debido tiempo Marco, hijo mío, te explicaré lo que encontré en Atenas sobre el mundo griego y demostrar qué ventajas pueden residir en sus escritos (aunque no debemos tomarlos demasiado en serio). Son un pueblo rebelde y sin valor. Toma esto como una profecía: cuando los griegos nos cedan sus obras nuestro mundo se corromperá, al igual que si envían a sus médicos aquí. Han jurado matar a todos los bárbaros con sus medicinas y cobran recompensas por hacerlo a fin de que trabajen de forma más eficiente. Los griegos por supuesto nos consideran bárbaros además de sucios oscos. Te prohíbo ser jamás atendido por uno de ellos”.

Utilizo en mi libro, con todo rigor histórico, el vocablo Corona de León o Leonesa o Regnum Imperium Legionensis para referirme, no solo al Reino de León sensu stricto, sino a todos sus territorios dependientes o que le pertenecían, a saber: la Galicia Lucense, la Basconia, la Castilla, las Asturias de Oviedo y de Santillana, y el Territorio Portucalense, por lo tanto, en este momento histórico, todos sus habitantes son leoneses como nacionalidad global superior.

Como ocurría en las más variopintas mujeres de la Edad Media, esta gran soberana leonesa pasaría a mejor vida de lo que se definía, en la época, como “de sobreparto”, que no es más ni menos que una infección puerperal postparto, motivada por la carencia de higiene, la nula asepsia, y el total desconocimiento sobre la existencia de gérmenes microbianos y como curar sus infecciones. Las féminas de todo linaje y condición fallecían entre múltiples dolores y fiebres muy altas, siempre al servicio de la progenie, ya que era más que necesario tener muchos vástagos que asegurasen el linaje.

Sería inhumada en el ya citado Panteón de Reyes de San Isidoro de León, en un sepulcro de mármol liso, hoy desaparecido por culpa del salvajismo de la barbarie de los mamelucos del emperador Napoleón I Bonaparte [Ajaccio, 15 de agosto de 1769. EMPERADOR DE LOS FRANCESES, desde el 2 de diciembre de 1804, hasta el 11 de abril de 1814, y desde el 20 de marzo hasta el 22 de junio de 1815. Fallecimiento, en Longwood/Santa Elena, 5 de mayo de 1821].

En el sepulcro de la reina se colocó el siguiente epitafio latino:

H. R. DOMNA URRACA REGINA, MATER IMPERATORIS ALFONSI, HOC URRACA JACET PULCRO REGINA SEPULCHRO. REGIS ADEFONSI FILIA QUIPPE BONI, UNDECIES CENTUM DECIES SEX QUATUOR ANNOS MARTIS MENSE ORAVI, CUM MORITUR NUMERA”.

Y, como he hecho siempre en mis cuatro libros anteriores (ALFONSO VIII DE CASTILLA; FERNANDO EL CATÓLICO; ALFONSO X EL SABIO y ALFONSO VII EL EMPERADOR), he tratado de desfacer entuertos históricos, dejando bien claro y prístinamente comprensible lo que es León/Lleón y lo que es Castilla/Castiella, nunca una mezcolanza, y, por supuesto, nula dependencia del león rampante hacia el torreón o castillo y sí a la inversa, hasta Alfonso VII el Emperador de León, cuanto menos.

Además sigo, en su acendrado leonesismo, al obispo legionense Lucas de Tui/Tuy, ideología de la que el prelado se siente profundamente orgulloso, así como por su devoción por San Isidoro de Sevilla. Para el Tudense la “regia” ciudad de León, era todo un referente ideológico frente a la supuesta primacía de la sede de Toledo. Su Chronicon Mundi se reduce a las Españas, y las Españas a León. Es un ensalzador del reino de León frente al de Castilla. Su obra es un panegírico lógico de León contra Toledo y Castilla.

León nunca desapareció o se subsumió en Castilla, y, por supuesto, no existió, ni existirá, en ninguna circunstancia la malhadada Corona de Castilla, sino que son los Reinos de León y de Castilla o viceversa las titulaciones monárquicas, verbigracia, así se define la reina Isabel I la Católica de León y de Castilla o viceversa [Madrigal de las Altas Torres, 22 de abril de1451-REINA DE CASTILLA Y DE LEÓN, desde 1474, hasta, Medina del Campo, 26 de noviembre de 1504. REINA DE ARAGÓN, desde 1479]. “Porque yo soy la reina e subcessora destos reynos de Castiella et de Lleón”.

El título de “REYES CATÓLICOS” sería otorgado a ella y a su regio esposo Fernando el Católico [Sos, 10 de marzo de 1452. II DE ARAGÓN, 1479-1516. V DE LEÓN Y DE CASTILLA, 1474-1504. I DE NAVARRA, 1512-1515. Fallecería en Madrigalejo, el 23 de enero de 1516], por el Sumo Pontífice católico Alejandro VI [Papa nº 214 de la Iglesia Católica. Cardenal Rodrigo de Borja. Játiva, c.1431. HABEMUS PAPAM, entre 1492, hasta, Roma, 18 de agosto de 1503] mediante la bula “Si Convenit.

Y en esta lucha cultural e histórica seguiré hasta la consumación de los siglos, et per saecula saeculorum. No existiendo, por mi parte, la más mínima animadversión hacia las tierras de Al-Qila y su significado condal o regio, y sí pretensión obvia de la manifestación del rigor histórico e historiográfico legionense.

Y, como he procurado que ocurriera en mis anteriores cuatro libros, también he realizado un acercamiento clínico y pormenorizado con respecto a las enfermedades de la emperadora legionense, y sobre todo las noxas de su fallecimiento.

Tampoco puedo olvidar el esfuerzo editorial inteligente y, sobre todo y por todo, a las eximias personas que han prologado y epilogado el libro, desde el especialista en arte José María Fernández Chimeno, a dos leoneses de pro muy concienciados como son Joaquín Cuevas y Enrique Soto, sosteniendo todo el edificio introductorio el prof. Hermenegildo López González, amigo conspicuo sapiente y con el que sigo embarcado en la defensa-identidad del País Leonés (Salamanca+Zamora+León). ¡Quomodo vales!

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La reina-emperadora Urraca I de León. Tumbo A de Compostela
La reina-emperadora Urraca I de León. Tumbo A de Compostela
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