Joaquín Álvarez Barrientos es muy conocido en el ámbito académico por sus investigaciones sobre historia cultural de la Modernidad. Investigador del CSIC, ha escrito numerosos libros entre los que destacan, por recientes, El crimen de la escritura. Una historia de las falsificaciones literarias españolas (2014), Cultura y ciudad. Madrid, del incendio a la maqueta (1701-1833) (2017), Marcelino Menéndez Pelayo, Literatura y nación (2019) y El actor borbónico (1700-1831) (2019). Una historia de impostores es su debut –sobresaliente- en el mundo de la ficción. Se trata de una novela en la que se mezclan géneros como el policial o el de aventuras; incluso hay en ella una historia de amor que vertebra, si no el conjunto, al menos parte de él; y cuenta, además, con un fundamento histórico porque entre sus personajes aparecen, anovelados, individuos conocidos en el entorno de la cultura como Marcelino Menéndez Pelayo o Constantino Simonidis -por citar los que tienen un mayor peso en el texto-, que se relacionan con otros enteramente ficcionales.
Cuando sale de prisión, Jesús Guzmán, experto en jeroglíficos y mensajes cifrados, se obsesiona con una misteriosa organización, la “Sociedad para la Mejora de la Sociedad”. Con el fin de estudiar cómo funciona y quiénes la forman, viaja a Santander donde se encuentran los documentos sobre sus actividades, pero al no pertenecer al mundo de la academia, no puede consultarlos y decide robarlos. A partir de entonces, la vida de Guzmán se complica porque, inadvertidamente, hurta, además, las que parecen ser ilustraciones de un Beato. También porque durante su estancia en el norte conoce a una mujer con la que compartirá algo más que inquietudes detectivescas e interés por falsificadores, eruditos e impostores.
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