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Ainhoa Amestoy
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Ainhoa Amestoy (Foto: Carmen Ballvé)

Entrevista a Ainhoa Amestoy, directora y actriz de la obra "Desengaños amorosos"

Por Briseida Zenobia
viernes 26 de febrero de 2021, 18:08h

En Los Teatros del Canal de Madrid se está representando la obra "Desengaños amorosos", de Nando López, bajo la batuta de la directora de escena y actriz madrileña Ainhoa Amestoy. Una pieza que reivindica la modernidad de María de Zayas, en cuyas novelas se basa la representación.

Hablamos brevemente con la directora madrileña en esta entrevista.

María Zayas, ¿tuvo más éxito en vida del que tiene ahora?

Efectivamente, María de Zayas y Sotomayor tuvo un enorme éxito en su época y sus novelas cortas se reimprimieron en varias ocasiones hasta que en el siglo XVIII fueron prohibidas por la Inquisición, que las consideró inapropiadas. Zayas fue reconocida a nivel popular, pero también defendida por grandes intelectuales de su tiempo, como Alonso Castillo Solórzano o el mismo Lope de Vega, que la elogió en su Laurel de Apolo.

Hoy en día, si Zayas no es conocida no es por su falta de valía, sino porque sus obras, como las de otras mujeres autoras, no se trabajan más que en ámbitos especializados. Supongo que por esa razón nuestro espectáculo ha sorprendido de manera especial, porque nos ha presentado una autora prácticamente desconocida.

Desengaños amorosos toma el título de una novela de la autora, aunque es un homenaje a sus personajes, sus temas... Le ha llevado algo de tiempo llevarlo a las tablas, ¿no es así? ¿Cómo fue el proceso?

Nando López, autor de la versión libre que llevamos a escena, ha conseguido sintetizar toda la esencia de Zayas en un texto de algo menos de dos horas. Ambos somos dos enamorados de la literatura femenina del siglo XVII y llevábamos años esperando el momento oportuno para llevar las Novelas amorosas y los Desengaños amorosos a escena. La recepción del montaje, las críticas recibidas y los premios y candidaturas que ha obtenido el proyecto nos hacen ver que nuestra intuición no nos falló y que realmente más allá de Calderón o Tirso de Molina, el público quería conocer las voces femeninas.

El proceso de ensayos fue misterioso, porque afrontábamos un material poco explorado, y gozoso, porque veíamos que el discurso propuesto tenía y tiene mucho que decir al espectador del siglo XXI, como observarán quienes acudan estos días a los Teatros del Canal.

¿Cómo es trasladar al teatro textos que originalmente eran novelas?

Siempre entraña cierto riesgo navegar de un género a otro. Tanto Nando como yo hemos estudiado literatura y nos complace moldear y jugar con los textos, tratando de mantener el equilibrio entre la libertad y el respeto. Indudablemente, si tienes una buena autora entre manos, como es el caso de Zayas, se facilita el proceso. Hay que reconocer que el reto en ocasión no era sencillo, pero Nando ha realizado un trabajo espléndido.

¿Qué temas de los que trataba la autora la han sorprendido a usted, por resultar avanzados a su tiempo?

Zayas sorprende a cada paso por dar voz a las mujeres y situarlas en primera línea, por su perspectiva protofeminista, por defender la igualdad en la educación, por su apertura a la hora de contemplar las relaciones entre los seres humanos y por la asunción de temas que hoy están a la orden del día, como la violencia de género.

La obra es una comedia. ¿Se puede hablar de cualquier cosa con humor?

Ahí está Lope de Vega, que en su Arte nuevo de hacer comedias explica que la propia naturaleza combina permanentemente lo trágico y lo cómico. Nuestra obra tiene momentos de gran hondura combinados con otros muy divertidos; considero que, para regular la temperatura del espectador, es importante conjugar ambos estados. Forma parte del ritmo interno del espectáculo: la tensión y la distensión.

¿Qué pueden aprender las mujeres del siglo XXI de María Zayas y sus personajes?

Zayas habla sin miedo de igualdad, de solidaridad, de entereza, de reivindicación, de amistad, de sororidad, de justicia y de formación. Y lo hace en un momento en el que casi ninguna mujer sabía leer ni escribir, en el que se podían contar con los dedos de la mano las mujeres que se dedicaban profesionalmente a una labor intelectual, en el que las mujeres casi no salían de casa más que para ir a la iglesia, y en el que las mujeres hablaban siempre por boca de los hombres. Una de las mejores formas de saber quiénes somos es poniendo un espejo que nos muestre quiénes fuimos.

¿Qué otras autoras reivindicaría usted?

Las obras teatrales que conservamos de las autoras del XVII no son muchas y precisamente por esa razón deberían formar parte de nuestro repertorio, desde Ana Caro Mallén hasta Leonor de la Cueva, entre otras. Pero iría más allá y propondría reivindicar la labor de otras literatas y artistas: poetas, narradoras, empresarias teatrales o actrices que hicieron mucho por la cultura española y abrieron camino.

La obra lleva tres años en gira, ¿cómo la han cambiado el tiempo y la pandemia?

Curiosamente los personajes de la obra se encuentran en cuarentena por la peste que asoló Sevilla en 1649. ¿Quién nos iba a decir que con posterioridad al estreno entenderíamos mucho mejor esa sensación de miedo, incertidumbre y encierro? Es esa mágica organicidad del teatro cuyo público siempre interpreta los signos que recibe desde la realidad inmediata.

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