“La inteligencia artificial o el desafío del siglo”, de Éric Sadin

El texto, que lleva un subtítulo ciertamente inquietante, “Anatomía de un antihumanismo radical”, saca a la luz a qué lugar nos lleva el avance tecnológico contemporáneo teniendo como base de su disertación el antiguo humanismo filosófico.

Algunas de sus frases son para hacérselas mirar: “Lo digital se erige como un órgano habilitado para peritar lo real de modo más fiable que nosotros mismos (…)”. “(…) una amplia parte de las ciencias algorítmicas toma de ahora en adelante un camino resueltamente antropomórfico.”

Y sigo manifestando mi perplejidad cuanto más ahondo en esta teoría de Éric Sadin: “Toma forma un estatuto antropológico y ontológico inédito que ve cómo la figura humana se somete a las ecuaciones de sus propios artefactos con el objetivo prioritario de responder a intereses privados y de instaurar una organización de la sociedad en función de criterios principalmente utilitaristas.”

Antes de la pandemia que nos azota no cabe duda de que circulábamos por esas veredas; pero, después de ella, nada cambiará; seguiremos por la misma senda e, incluso, puede que, en aras de una verdad que es programada, matizada y potenciada a través de lo que se denomina inteligencia artificial, continuemos adoptando los posicionamientos que se nos dan “en la medida en que favorezcan una dinámica de entusiasmo permanente y que estén investidos por los dogmas conjugados del crecimiento y del aumento del supuesto confort de las personas (que, por el bien de la sociedad, no deben nunca dejar de crecer)”.

Se trata de configurar lo real, es decir, establecerlo, y estimular de forma artificial e ininterrumpida lo que es la tal cosa, utilizando plataformas como “Google, Amazon, Facebook, IBM y Microsoft” entre otras, al decir de Éric Sadin.

Es imposible que no se nos venga a la mente el poder de tales estructuras en el control del pensamiento circulante. Nada o poco queda por programar más allá de mejorarlo para atarnos a la idiocia.

Se pregunta Éric Sadin: “¿Cómo llegamos a esa forma de narcosis y renuncia colectivos que contribuyen a dejar el campo libre a quienes obran encarnizadamente para instaurar una conducción automatizada de los asuntos humanos?

Pues, contéstese usted mismo.

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