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Gisela Elsner
Gisela Elsner

Gisela Elsner: la tensión vital de una escritora burguesa y comunista

Por Pilar Úcar Ventura
jueves 02 de septiembre de 2021, 08:00h

Gisela Elsner fue una novelista alemana, crítica feroz contra la sociedad de su país tras la Segunda Guerra Mundial. Leninista convencida y activa, se esforzó por lograr la democracia de su país, más allá del fantasma nazi

Gisela Elsner nació el 2 de mayo de 1937 y murió el 13 de mayo de 1992. Núremberg y Múnich enmarcan sus 55 años de vida. Recibió el Premio Formentor de las Letras en 1964. Se afilió al Partido Comunista Alemán, y no debió resultar fácil acompasar la circunstancia personal de pertenecer a una familia privilegiada, bien acomodada, para una joven que deseaba a toda costa ayudar y dejarse la piel por los más desfavorecidos y los marginados de una sociedad europea muy egocéntrica y selectiva, dueña de sus poderes y valores. Ella se salió del tiesto. Estudió en el afamado instituto María Ward, cursó estudios universitarios de filosofía y se interesó por cuestiones filológicas relacionadas con la identidad y la esencia de su propio idioma. Viajó por las principales capitales del continente y visitó también Nueva York.

La nota discordante no tardó en llegar, y con la publicación de su obra Die Riesenzwerge (Los enanos gigantes), la polémica estaba servida en unos ambientes empingorotados, poco acostumbrados a mirarse en el espejo de la realidad. Su libro causó disgusto público y mucha atención a la vez. Los medios de comunicación se hicieron eco de la escritura tan acerada capaz de desinflar altos copetes.

Sin fisuras se lanza contra las falsas apariencias y la poca implicación de algunos sectores sociales con el resto de compatriotas sufrientes y abandonados. Parece que no se acepta a una mujer de origen burgués que azuza conciencias y que pretende subvertir el orden establecido tan rígidamente. Esa es la fuerza de la palabra, de su escritura.

Publicó novelas, cuentos y ensayos. Forma parte de la famosa PEN, la asociación internacional más antigua en defensa de los derechos humanos cuyo objetivo era la reunión de poetas, ensayistas y novelistas que preconizaban la solidaridad entre los escritores perseguidos por cuestiones ideológicas. Todo un ejemplo para favorecer la defensa y el derecho de expresión.

Durante sus últimos años sufrió penurias económicas y siempre se mostró afecta al modus vivendi de la República Democrática Alemana. Un año antes de su muerte, la ciudad de Núremberg la galardonó con el Premio de contribución a la cultura y a la ciencia. Su vida había servido para dejar cierta impronta que quizá más adelante otros seguirían.

Sin dinero y aquejada de depresión, su vida se apaga pero el cine recoge sus momentos clave en la película Umnachtung (Trastorno mental).

Amante del teatro desde posturas teóricas y prácticas, entendía este género como interpretación de un espectáculo reflejo de la propia realidad, a veces cruel, muy dura y otras, decepcionante. Defiende momentos felices, pequeños instantes que desea compartir con los suyos, los que no formaban parte de su círculo más próximo, sino con aquellos con los que más y mejor se identificó. Luchadora por la igualdad de los menos visibles, su obra supuso el altavoz de los callados.

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