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“Opium”, de Isabel Rezmo

martes 26 de octubre de 2021, 01:15h
Opium
Opium

La editorial Nazarí ha puesto en circulación el poemario “Opium” de la jiennense Isabel Rezmo, en una cuidada edición.

Poeta, articulista, crítica, formadora y gestora cultural, Isabel Rezmo ha publicado anteriormente “A un lado y otro del mar”, “Paisajes de una dama”, “Habito”, “Ego amore”, “Óxido”, “Molino” y “Tempo”, antes de llegar al texto que nos ocupa.

Sus poemas han sido traducidos al rumano, armenio, inglés, hebreo, italiano, catalán, árabe y ruso. Ganadora de diversos certámenes literarios, Rezmo ha participado en múltiples encuentros literarios en España, Marruecos, Egipto, Singapur, Rusia, Colombia, Italia y México.

Opium” está dividido en dos partes: “Las damas aguardan su momento” compuesto por 47 poemas, y “La pureza de una revolución puede mantenerse quince días” formado por 33, aparte de dos poemas sueltos y un interesante epílogo firmado por José Herrero.

Hablamos de un poemario profundo, complejo, barroco a veces si lo desea, en donde la autora de Úbeda fascina al lector con las poliédricas aristas de sus composiciones: “Noté un sabor escapado de mis uñas, atravesaba como una raspa la garganta, escocía como un ataúd en medio de un naufragio. / Me ahogaba. Hasta que desperté mis sentidos y probé a cerrar los ojos. El hielo pide placer con los ojos turbados, tapados a la posesión ecuánime de una cintura. / El corazón es un tirano: constriñe el grito, rompe el latido en una taquicardia, eyacula en distintos suspiros.”

Hay un juego de contrapesos en sus versos, que mueven el fiel de la balanza hacia un lado y hacia otro, para regresar siempre como una constante necesaria al centro: “Creía en ti. / Solo 4 voces / dentro de 60 silencios. / Solo un ángel. / No hacía falta dinamitar la tierra. / Creía en ti. / Eras agua de mi fuente, / perfecta idolatría que aguardaba los vientos. / Creía en ti. / Y ya no lo hago. / No disimulo. / Creía en ti. No me lo guardo. / Eras creíble. Eras latente. / Era nuestro.”

Hay una lucha a muerte si lo desean en esas dicotomías por encontrar la esencia, elemento intrínseco del decir lírico: “Se ha callado mi boca. / Mi boca se extingue. / Se queda floja, / se detiene. / ¿Cuántas bocas he de buscar? / ¿Cuántas he de eliminar? / ¿Cuántas me han de matar?”

Una iluminación es “Opium”, un indagar no en lo matérico, ese río que arrastra a los individuos en las sociedades actuales, sino en la raíz de los sentimientos, base nutricia del crecimiento personal. Porque, en poesía, todo está en los adentros, poco importa el medio: “Recuerdo mi casa, / recuerdo que una salvaba / la edad del hielo, / salvaba lo poco que poseen los hombres, / la piel que duerme en las yemas, / la piel que cubre el sexo, / lo poco que deja el amor / cuando se ha ido.”

Isabel Rezmo es una poeta de altura cobijada en sus sueños. Libre nube que vuela, que se hace o deshace en el cielo de su imaginario, para explicarnos las dichas y también las grutas profundas e insondables de sus infiernos; porque eso es la vida también, un incesante juego de luces y de sombras, y ya lo decía al principio de este diserto, no es fácil mantener el fiel en descanso, en equilibrio, porque los sismos del transitar y sus continuos movimientos, nos hacen vibrar en un eterno retorno: “Hay que levantarse. Con paciencia. Que los demás no se den cuenta. Hay que caminar siguiendo el sol en la memoria. Dentro de las ramas donde el viento no azota. Hay que levantarse. Quitarse los restos que incomoda a la sangre. Levantarse. Ponerse el rímel de la sonrisa. Y no dejar que nadie lo tache.”

Isabel Rezmo en “Opium” sorbe con trémulas papilas el amargo sabor de la cercana muerte y, sin embargo, remonta y remonta, se evade, con su dolor a hombros.

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