¿Podría usted contarnos un poco de su vida y actividad literaria?
Me llamo José María Pérez Bastián. Tengo 61 años y procedo de una familia muy humilde. Empecé a trabajar con 15 años en la empresa que por aquel entonces se conocía como Hidroeléctrica del Cantábrico. Hoy es EDP, y en ella continúo aún en activo. Soy un buen aficionado a la tauromaquia, y de ahí nació mi interés por escribir sobre ella, tanto mi primer libro, titulado: “¿SABEMOS DE TOROS?”, como este segundo: “LA HISTORIA IGNORADA DEL COSO DE EL BIBIO”.
¿Qué va a encontrar el lector en su último libro: “LA HISTORIA IGNORADA DEL COSO DE EL BIBIO”? “LA HISTORIA IGNORADA DEL COSO DE EL BIBIO” más que un libro, es una recopilación de datos históricos, de muchísima transcendencia para el desarrollo industrial de Gijón, ligados a la construcción en 1888 de la Plaza de Toros. Las historias que aquí se cuentan están directa o indirectamente relacionadas con esta. Imaginemos el Gijón de 1888, notable porque se inauguran el circo taurino, y el teléfono público. En 1889 se hace efectiva la llegada de las aguas, y se aborda la construcción de la nueva sala de hornos y un gran gasómetro. Y en 1890 la Compañía de Tranvías… ¿Cómo ha sido el proceso de creación de este libro? Ha sido un largo camino lleno de dificultades. Pero gracias a la inestimable ayuda de un hombre sencillo, que para mí es un honor tenerlo como amigo y una suerte tenerlo también de compañero de trabajo, este libro finalmente es una realidad. Me gustaría poder darle su nombre, pero tengo terminantemente prohibido por él dárselo. Los problemas con los que me encontré se pueden contar por decenas. ¿Cómo ve el mundo de la cultura en el mundo de hoy en día? Si se refiere a la taurina, le diré que mal, pues según palabras del filósofo Ortega y Gasset: “el que quiera saber cómo está España, que vaya a ver una corrida de toros”. Pero si me pregunta por la cultura en general, también le diré que mal o muy mal, porque cada vez se lee menos. Solo hay que ver la ingente cantidad de grupos de adolescentes practicando el botellón o a la caza de Pokémon por las calles, como si de auténticos zombis se tratase. Si pudiese cambiar algo en este mundo a través de sus libros, ¿qué sería? Trataría sobre todo de enseñar a respetar a nuestros mayores. También a ser más solidarios. Y algo que nos ayudaría mucho, sería aprender a reírnos de nosotros mismos. ¿Cuál es su récord de tiempo escribiendo del tirón? La verdad es que nunca lo controlé. Pero me paso horas y horas escribiendo y no me doy cuenta del paso del tiempo. ¿Qué hace cuando se atasca escribiendo? Despegarme del ordenador y telefonear a un amigo, conversar con la familia, dar un paseo… en fin. La verdad es que no tengo problemas para evadirme. Me considero una persona hiperactiva. ¿Qué sacaría de su casa en llamas? Un disgusto... Pero bromas aparte, sacaría a mi mujer. Lo demás, si se pierde, se puede volver a recuperar. ¿Con que tres adjetivos le describiría a usted su lector ideal? Francamente, no tengo ni idea. Pero me gustaría que fuesen: claro, conciso y sencillo. ¿Cómo se sintió la primera vez que le publicaron algo? No tuve tanta suerte como ahora, en que Ediciones Camelot decidió apostar por un autor desconocido. Así que la edición de mi primer libro la pagué yo. Con todo y con eso, cuando sus hojas salieron de la rotativa y vieron la luz, me sentí como en una nube, pues no me podía creer que una persona sin estudios como yo, pudiera lograr ese sueño. ¿Algo de lo que nunca hablaría en tus textos? De política o de religión. ¿Con qué personaje literario se identificaría? Con Don Quijote, quien puso su voluntad al servicio de sus sueños imposibles. ¿Qué libro poco conocido le gustaría que leyera todo el mundo? Gandhi, de George Woodcock. ¿Vino o cerveza? Por supuesto vino tinto. A poder ser, un buen Ribera del Duero. ¿Escribe de noche o de día? Como le dije anteriormente, aún me debo a EDP. Así que de día, después de salir del trabajo y cuando me lo permiten mis obligaciones familiares. ¿Y por último… ¿cuál ha sido su mayor fracaso? No haber continuado estudiando. Aunque tengo alguna que otra frustración más, como la de no conocer otro idioma que no sea el de la lengua de Cervantes. Puedes comprar el libro en:
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