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"¡Pelayo!", de José Ángel Mañas

Ed. La Esfera de los Libros. 2021
Por José María Manuel García-Osuna Rodríguez
martes 05 de abril de 2022, 18:00h
¡Pelayo!
¡Pelayo!

Estamos ante una novela-histórica que narra la batalla de Covadonga; aquella escaramuza producida entre cristianos y musulmanes, en el año-722 d.C., en la Cueva de la Señora o la Cova Donga, en el territorio de los ástures transmontanos, tras ser proclamado como régulo en el año 718, Pelayo.

Allí se reunieron ástures de la región del río Sella, visigodos descontentos con lo que estaba ocurriendo, y un muy hábil caudillo proveniente de Toledo, ¡TOLETO EXPULSUS!, pero con extrañas vinculaciones con ese territorio, que ocupó el puesto de magnate-espatario en la corte del último rey visigodo toledano llamado Rodericus-Roderigo-Don Rodrigo; puede ser que participase en la batalla traicionada de Guadalete o de la laguna de La Janda, año711; y, a lo mejor, en la segunda llamada de Écija-Astigi donde no hubo ya deserciones, pero el sobrino de Don Rodrigo, Bancho, no pudo evitar también la derrota. Sería el primogénito del duque Fáfila-Favila, muerto en Tui-Tuy, a bastonazos, por orden del propio Rey godo Witiza-Vitiza que deseaba a la madre de Pelayo para sí. Desde allí llegaría hasta el Norte Ástur donde encontrará múltiples alianzas entre los lugareños. Ya le observa con mucho interés el duque/dux Pedro de Cantabria con su hijo Alfonso, el futuro Rey Alfonso I “el Católico o el Mayor”, quien se matrimoniaría con Ermesinda, la hija de Pelayo. Es llamado, paradójicamente, por los mahometanos como el infiel ‘Belay el Rumí’ o ‘Pelayo el Romano’.

La derrota será inevitable para los sarracenos o agarenos o musulmanes o ismaelitas o caldeos, quienes estarán acompañados por traidores vitizianos como el obispo-metropolitano de Toledo llamado Don Oppas, y mandados por Alqama y por el gobernador bereber de Gegione-Gijón llamado Munuza; quien se ha casado, a priori y de forma torticera, con la hermana-Adosinda de Pelayo. Tras esta derrota de las tropas de los hijos de Allah-Dios, se colocará una capital cristiana en Cangas de Onís; y tendrá comienzo el Asturorum Regnum o Reino de los Ástures. Esta la historia narrada, tiempo después, por los cronistas musulmanes como Ibn Hayyan; y los aúlicos de la Curia Regia del Rey Alfonso III “el Magno” de León y de Oviedo, en su Crónica del Rey Alfonso el Magno y la Crónica a Sebastián. Hasta aquí, a vuela pluma, la parte historiográfica de dicho personaje.

En el inicio de la literatura novelada de esta Crónica pelagiana, aparece un mapa, que estimo, con toda humildad, que está muy bien plasmada la parte de la Galaecia romana, con sus ciudades Legio-León, Asturica Augusta-Astorga y Braccara-Augusta-Braga. La hermana de Pelayo, nombre glorioso y preclaro en la monarquía ástur narra, con todo interés, que fue lo que pasó en dicha batalla. “En el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, yo, Adosinda, me aprestó a comenzar la crónica de los hechos sucedidos en este rincón de la cristiandad entre el aciago año 711, cuando se perdió Spania, y el 722, cuando mi hermano Pelayo, coronado rey de los godos, ganó la batalla que permitió iniciar la reconquista del territorio cedido al islam. Mi deseo, al escribir el nacimiento del nuevo reino, ha sido penetrar en la entraña de los hechos y revivirlos con los pensamientos y pasiones de quienes los protagonizaron. Porque ya nadie niega que Pelayo y sus hombres hicieron algo más que ganar en Covadonga: juntos sembraron una idea, algo que vale tanto como un mundo nuevo, pues las ideas se agitan en el aire sin que se puedan aprisionar y fecundar a las naciones...”.

Debo indicar que está bastante bien traído este prólogo, sobre todo por la narración y su forma de hacerlo, por parte de una importante fémina ástur, cuyo nombre sería preclaro en los albores del Alto Medioevo, incluyendo la magnífica reina homónima y esposa del Rey Silo, con su aula regia ya en Santianes de Pravia. Durante unos 19 años Pelayo, el visigodo, regiría el territorio sin sobresaltos sarracenos. Según la Crónica Albeldense: “XV. ITEM ORDO GOTORUM OBETENSIUM REGUM. PRIMUM IN ASTURFIAS PELAGIUS RG. IN CANICAS AN. XIX. ISTE, UT SUPRA DIXIMUS, A UITTIZZANC REGE DE TOLETO EXPULSUS ASTURIAS INGRESSUS”. Con una narración ágil y muy evocadora, Adosinda nos va relatando, de forma pormenorizada, lo que ocurrió desde aquella nefasta fecha del 711, que nunca debería haberse producido. Ella está en un convento, y contempla con pavor, sorpresa y desagrado como se está fortaleciendo el emirato omeya en Curduba-Kurtuba-Córdoba. El planteamiento narrativo de Adosinda como narradora me parece, con toda modestia en mi consideración, muy inteligente. Ella se encargará de realizar un estudio histórico, relativo a porqué ocurrieron las ‘cosas’ que conllevaron la inevitabilidad de Covadonga. Realiza un curioso análisis sobre las continuas revueltas que padecieron los reyes visigodos o godos del oeste, desde que sentaron sus regias posaderas en el trono de las Españas. El reino fundado por Alarico estaba en franca decadencia, y padecía todo tipo de patologías, incluso llegando a la agonía. Hacía un centenar de años que ya habían adjurado del arrianismo y abrazado, con el Rey Recaredo I “el Grande”, el catolicismo romano.

Echando la vista atrás, aún me asombra la cantidad de revueltas que padecieron los reyes godos. Recaredo luchó contra su hermano Hermenegildo que, convertido al catolicismo, se había rebelado contra Leovigildo, su padre. Más tarde él mismo se convirtió y tuvo que sofocar varias conjuras de obispos y nobles arrianos. El segundo Liuva fue derrotado y muerto por Viterico, a su vez asesinado en un banquete por la nobleza más cercana. Suintila, al que traicionó su propio hermano, fue depuesto por Sisenando, duque de la Septimania. Tulga fue igualmente depuesto por el octogenario conspirador Chindasvinto. Y Recesvinto vio alzarse en su contra al godo Froia que, secundado por los vascones, sitió Cesar Augusta en medio de una confusión babilónica. Contra Vamba se rebelaron en la Septimania el conde de Nimes, apoyado por el obispo Magalona y el duque de la Tarraconense; y el duque Paulo, enviado contra los rebeldes, se unió a ellos y se proclamó rey…Y contra Égica, sucesor de Ervigio, se alzó Sunifredo, apoyado por el obispo de Toletum. La conspiración fracasó y Égica continuó su reinado en medio de violencias y conspiraciones hasta que, enfermo ya, cedió el trono al lujurioso Vitiza, el asesino de mi padre, Dios le maldiga”.

En un amplio párrafo, Doña Adosinda desgrana las concausas que conllevaron la caída estrepitosa del Reino de los Godos hispanos, que motivo la desastrosa, para un servidor, entrada europea del Islam, que separó la Península de algunas corrientes europeas, unas para bien y otras nefastas. En suma, léase la obra que conlleva una narración especial, siguiendo el método de narración ‘en primera persona’ y a la que deseo lo mejor; ya que el esfuerzo de las novelas históricas es más que loable. «Magnus ab integro saeculorum nascitur ordo. ET. Hoc voluerunt».

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