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Cumbres de Davos
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THE GREAT RESET NO TENDRÁS NADA Y SERÁS FELIZ

Por Álvaro Bermejo
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beralvatelefonicanet/7/7/18
viernes 29 de abril de 2022, 07:00h

Allá en Shangai, con un 90% de su población vacunada, un rebrote primaveral de la variante Ómicron vuelve a activar los más drásticos confinamientos. Ningún problema en Occidente. Como si a la pandemia se la venciera por decreto, celebramos la llegada de la bella estación declinando el uso de mascarillas. ¿Realmente estamos en el umbral del ‘Gran Reseteo’?

Bajo este epígrafe –‘The Great Reset’-, viene expandiéndose desde hace un par de años el célebre y no menos conspicuo informe del Foro de Davos, susceptible de dos lecturas. Aquella que se limita a razonar cómo las grandes crisis históricas generan cambios profundos en la humanidad. Y frente a ella, ya que hablamos de mascarillas, la que desenmascara en ese informe un complot de las elites para controlar el mundo y reinicializarlo, precisamente, en base al “experimento social” orquestado por las vacunaciones y los confinamientos. ¿Qué hay de cierto en todo ello?

Verdaderamente, los adictos a la conspiración lo tienen fácil si atendemos a expresiones tan reversibles como ésta: “No tendrás nada y serás feliz”. Davos la eligió como uno de sus emblemas en 2021, aludiendo a los parabienes derivados de la fusión entre las tecnociencias -el Internet de los objetos- y el Estado providencia. Para los conspiranoicos suponía el regreso del Gran Hermano orwelliano, investido de todos los poderes del nuevo totalitarismo globalista. La pregunta es: ¿Por qué ahora y no antes?

Informes como éste se vienen sucediendo desde la Cumbre sobre la Agenda Global celebrada en Dubai en 2008. El mismo año en que un grisáceo profesor de geografía de la universidad de Toronto, Richard Florida, publicó un ensayo con el mismo título –‘The Great Reset’-, a cuenta de la crisis de la subprimes. La médula del asunto era la misma: desde esa fecha el neoliberalismo lleva plomo en las alas. Lo suyo es un reinventarse o morir. Fuera de esto, y yendo a las fuentes, la vigente versión de Klaus Schwab y Thierry Malleret, por más que incluya un plan de acción, ni promete un nuevo orden mundial, ni administra ningún manual político. Al contrario, defiende el modelo multilateral para mitigar guerras como la de Ucrania, anuncia graves desequilibrios económicos como los que nos ocupan -incluida la explosión de la deuda y la hiperinflación-, empareja la vigencia de nuestro nivel de bienestar a la preservación del entorno, y hasta advierte del “riesgo de distopía” a cuenta del abuso de los sistemas de vigilancia sobre la vida privada.

Nada de todo ello mitiga, sin embargo, una sospecha razonable. Precisamente la que explicitó Huxley en su ‘Un mundo feliz”, en 1932: “una dictadura perfecta tendría la apariencia de una democracia, pero sería básicamente una prisión sin muros en la que los presos ni siquiera soñarían con escapar”. Ese mundo de reclusos sonrientes y carceleros benevolentes bien podría tener, entre muchos otros -como el de Carlos de Inglaterra, Bill Gates o George Soros-, el rostro del simpático primer ministro canadiense, Justin Trudeau. En un video de treinta segundos que suma ya más de cinco millones de visualizaciones se concedió la ocurrencia de profetizar que “La pandemia nos brinda la oportunidad de resetearnos, acelerando nuestros esfuerzos pandémicos para reinventar nuestros sistemas económicos”. Por más feliz que sea su mundo, no fue una idea feliz asociar ingeniería bioquímica e ingeniería macroeconómica, dejando abierta la derivada social. El esquema narrativo perfecto para los conspiranoicos, según el cual la crisis democrática, la identitaria y la medioambiental, serían el pretexto y la propedéutica para un cambio de paradigma orquestado por las élites mundialistas. Los nuevos archivillanos impondrán a los pueblos su atroz gobernanza tecnológica y transnacional, al servicio del capitalismo, reduciéndonos a todos nosotros -ignaros usuarios de Facebook, Twitter, Amazon, Google, et alia, todas ellas herramientas del gran demiurgo-, al rango de alienados microsiervos.

De la literatura a la vida, y de la ficción a la realidad, que un club de magnates nos diga “No tendrás nada y serás feliz”, más que confianza genera espanto. Si el medio es el mensaje, son las mentes ¿pensantes? De Davos quienes deberían comenzar a resetearse.

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